Coronavirus, un año después: divulgadores, mascarillas, ridiculizar e inmunidad de grupo

Artículo relacionado: http://Los divulgadores científicos y su papel en la desinformacion

Hace algunas semanas publiqué un artículo hablando sobre el papel de los divulgadores científicos en la difusión de datos falsos sobre el SARS-CoV-2. En concreto, el más alarmante fue comparar la letalidad de la gripe con la de la nueva pandemia, que hasta donde se sabía era treinta veces superior.

Como ya expliqué en el aquel texto, el problema no es equivocarse frente a una información novedosa, pues todos somos falibles y lo importante es nuestra capacidad de rectificar. El auténtico problema es la actitud de censura, recurrir a falacias argumentales o a ridiculizar las otras posiciones, en lugar de documentarse bien y analizar nuestra información una vez ha sido puesta en duda. El sentido del artículo, por lo tanto, era el de criticar actitudes criticables y malos trabajos de divulgación en un asunto donde desinformar puede costar vidas humanas. Así de simple.

Pero, en el mundo de la divulgación científica y el escepticismo, la crítica generalmente es mal vista y abundan los egos desmesurados y las actitudes de censura. Y digo esto con conocimiento de causa, con varios juicios a mis espaldas por haber defendido el pensamiento crítico y como miembro de la Junta Directiva de una de las asociaciones que a nivel internacional más ha luchado por la divulgación de las diferencias entre ciencia y pseudociencia. Y es que, para sacar acciones adelante, muchas veces el enemigo a vencer —más importante incluso que los pseudoterapeutas— son personalidades del mundo escéptico que ven su ego atacado y boicotean tus acciones. No es raro, por ejemplo, que la divulgación en España se haga desde un altar de superioridad donde prima más un zasca o un chascarrillo que transmitir información de forma humilde y veraz. De hecho, hasta hace poco tiempo estaba de moda entre los divulgadores retratar a los consumidores de pseudoterapias como a tontos en lugar de tratarlos de forma empática como a víctimas de la desinformación. Incluso para referirse a ellos aún se utiliza el insulto de magufo, que está muy de moda en el sector [1].

En este nuevo artículo analizaré esa tendencia a no aceptar críticas en el mundo de la divulgación científica y el pensamiento crítico, y como persisten esas actitudes que llevaron a la comunidad de divulgadores a transmitir información falsa.

Uno de los nuestros

Hasta hace poco fui miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC), pero dejé de serlo por tres cuestiones básicas. La primera fue que, tras publicar mi artículo sobre la divulgación en tiempos de coronavirus, un miembro de su Junta Directiva me acusó de forma despectiva y en redes sociales de ir repartiendo carnets. La segunda que la AECC, esa misma semana, había difundido pseudociencias entre sus miembros, y una vez recibida la queja pertinente no explicaron de forma razonable cómo evitar que volviera a suceder algo similar en el futuro. Por último, la causa final de mi abandono fue que, tras evidenciar durante semanas que un destacado divulgador científico estaba lanzando mensajes y productos pseudocientíficos sobre supuestas máquinas anticoronavirus, no hubo ninguna respuesta por parte de la asociación. Y como no quiero formar parte de un asociación presidida por maleducados, que además difunde pseudociencia y que se calla frente a los problemas éticos de su profesión, abandoné la AECC.

Esta anécdota sirve para evidenciar, en un tres por uno, el gran problema de la divulgación científica en España: la ausencia de carácter crítico que, entre otras cosas, permite que se difundan informaciones no contrastadas sobre el SARS-CoV-2.

Respecto al caso del divulgador científico y los productos anticoronavirus, ya hemos tratado el tema en esta revista, desde cómo se utilizaron diversas televisiones para publicitar productos basados en falsedades [2], pasando por la respuesta plagada de datos manipulados de la empresa [3] hasta cómo han logrado evitar que les afecte la ley de transparencia para saber cuánto dinero se ha movido entre lo publico y lo privado [4]. No obstante, la respuesta de la AECC frente a este hecho fue nula. Y lo mismo cabe decir de otros grupos donde se encontraban, entre otros, importantes directivos de diferentes asociaciones escépticas españolas y paladines contra las pseudociencias. La respuesta varió desde el silencio más atroz hasta reconocer que, cuando el que ofrece productos milagrosos y falsos es un amigo, criticar sus argumentos es un ataque personal o hay que tener manga ancha y mirarlo con otros ojos. La prueba está en que un caso tan escandaloso como el descrito anteriormente solo ha sido publicado por esta revista, y esto es extraño siendo un tema que afecta en lo más profundo a la divulgación científica y al pensamiento crítico. Si el protagonista hubiera sido Josep Pàmies, el resultado habría sido bien diferente.

Esta actitud de complacencia frente a actitudes reprochables dentro del mundo de la divulgación permiten que, entre otras cosas, se tolere que divulgadores famosos cobren de la industria farmacéutica en campañas de marketing enfocadas a doblegar el criterio científico [5], que se haga el silencio cuando destacados divulgadores promocionan productos milagrosos contra el coronavirus o a que durante meses se puedan difundir datos falsos sobre la letalidad del SARS-CoV-2. El motivo es sencillo, en la divulgación científica prima el amiguismo mal entendido, donde lo más natural es no criticar al colega ni verificar lo que dice. Es más productivo para escalar peldaños y recibir likes el buenrollismo, y como mucho, criticar al que critica perdiéndose en el debate de las formas. De hecho, la gran mayoría de ejercicios de autocrítica que he leído hasta ahora por parte de comunicadores científicos por haber favorecido la desinformación, se parecen más a una alabanza encubierta que a una crítica real.

Un ejemplo de ese amiguismo lo pudimos ver recientemente en la presidenta de la AECC, Elena Lázaro, que fue multada por saltarse las normas anticovid al quitarse la mascarilla en la vía pública sin respetar la distancia de seguridad con otros viandantes. Lo normal ante una situación así es, o bien no alardear públicamente de ello, o aceptar que todos somos humanos y podemos cometer errores y ser sancionados. No obstante, el mensaje lanzado en redes sociales fue claro: lo que me ha pasado es injusto y tiene afán recaudatorio.

Esta actitud puede ser esperable de una persona promedio, pero extraña en la presidenta de una asociación de comunicadores científicos que deberían entender que el SARS-CoV-2 se transmite por vía aérea, que reducir los contagios pasa por hacer cumplir las normas de distancia social a un gran volumen de población y que lo último que espera el gobierno con sus restricciones es recaudar fondos, sino salvar vidas. Puede que algunas normas, de hecho, parezcan incoherentes entre sí, pero el debate puede estar en si las medidas son escasas, pero desde luego que, con el estado del conocimiento actual, no es justificable quitarse la mascarilla en la vía pública cerca de gente y caminando. Y no, ni un café ni fumar justifican hacerlo.

Así pues, las personas que deberían velar por la información científica de calidad dan el ejemplo de que está bien quitarse la mascarilla cuando uno lo cree oportuno, a pesar de que haya gente cerca o lo prohíba la ley. Sí, una ley imperfecta y que se puede mejorar, pero al fin y al cabo que ha servido para reducir los contagios y es el único escudo que tenemos frente a un enemigo que lleva matadas solo en España a casi 100 000 personas.

Llegados a este punto lo lógico habría sido ver a otros divulgadores diciendo que se puede entender que a uno le moleste recibir una multa, pero que un comunicador científico no debería acusar a las normas anticovid de tener afán recaudatorio. Pero lo que ocurrió fue otra cosa. Destacados divulgadores respaldaron su visión, y no solo eso, sino que recurrieron a falacias argumentales como atacar al policía por haber cometido una falta de ortografía o quejarse de que si uno fuma en la calle y le vienen por detrás, no se puede ver si uno cumple la normativa.

 

El problema no es el caso concreto, sino la actitud que refleja. En el mundo de la divulgación científica, muchas veces alzar la voz para ejercitar una crítica respetuosa es entendido como un ataque personal, y por contra, las actitudes que serían criticadas por esos mismos divulgadores en otras personas, son toleradas —e incluso justificadas y fomentadas— si el que las hace es un amigo.

La técnica del ridículo y las falacias argumentales

Como decía al principio del artículo, el problema no es equivocarse en unos datos en una situación con información confusa, sino utilizar en el proceso divulgativo insultos, falacias o manipulaciones. De hecho, uno de los problemas al principio de la pandemia fue el de utilizar técnicas de ridiculización o insulto para las personas que actuaban de otro modo o exponían opiniones diferentes, algo ya tratado en el anterior artículo. Por ejemplo, cuando un destacado miembro de la Junta Directiva de la AECC llamaba subnormales a los que compraban mascarillas o geles hidroalcohólicos. Que digo yo, si la justificación posterior a dichos insultos generalmente ha sido que no había que agotar material sanitario, llama la atención que los insultos vengan muchas veces de aquellos que decían que el coronavirus era menos letal que una gripe (meses después de que se supiera que no era cierto).

Mención aparte tienen otros divulgadores, que en temas como la inmunidad de grupo o el uso de mascarillas, recurrieron a informaciones parciales, hablar de términos que desconocían o directamente al uso de falacias o datos inventados. Por ejemplo, se habló —y se sigue hablando— de forma muy segura y dando por hecho que la inmunidad de grupo frente al SARS-CoV-2 se puede alcanzar, sin entender aún si la inmunidad a largo plazo es posible por cuestiones similares a las que, en otros coronavirus, no lo es. Y ojo, ahora la cosa parece estar más clara y ofrece datos no concluyentes aunque esperanzadores, pero hace un año hablar de inmunidad de grupo era más parecido a jugar a la lotería que a documentarse de forma eficaz. Pero eso daba igual, los divulgadores hablaban de forma irresponsable de inmunidad de grupo, algo que reforzó aproximaciones bárbaras frente a la pandemia como la de algunos países, que decidieron dejar al virus correr libremente para alcanzar esa supuesta inmunidad etérea de la que se hablaba mucho, pero se sabía más bien nada. ¿Cuantos millones de vidas habrá costado hablar de inmunidad de grupo, sin saber ni siquiera si era posible?

Siguiendo con los datos falaces, un argumento que se usó mucho durante las primeras etapas de la pandemia fue que usar mascarillas era perjudicial, ¿el motivo? Que usarlas mal te podía contagiar. Ahora bien, los datos sobre si esto era cierto, parece ser que se olvidaron de adjuntarlos. Para empezar, había que entender si una mascarilla podía ser útil o no, y para eso hacían falta estudios de si evitaban los contagios. Y aunque el manido argumento de que la OMS decía que no eran necesarias era cierto, también lo era que las autoridades sanitarias chinas —que empezaron antes a luchar contra el virus— decían todo lo contrario [5] [6]. Al final, lo que terminó por ocurrir fue que muchos divulgadores optaron por utilizar una falacia de autoridad —es así porque lo dice la OMS— olvidando que no había consenso sobre el tema ni mucho menos evidencias empíricas. Además, los argumentos de que podían aumentar los contagios estaban basados en fantasías más que en realidades, pues para saber el impacto del mal uso de las mascarillas, de nuevo, hacían falta datos: ¿qué cantidad de gente las usa mal?, ¿como afecta esto a que se contagien más?, de hecho, ¿se contagian más?, ¿la falsa sensación de seguridad como elemento negativo compensa los aspectos positivos? Pero, mención aparte merece el argumento de que no había que comprar mascarillas para no agotar las que recibían los médicos.

Parte del argumento de que no había que comprar mascarillas para no saturar la demanda era cierto, pero no estaba bien enfocado. De hecho, ese era el motivo real de no recomendar que la gente las comprara —no hacía falta inventarse que no eran eficaces, sino explicarlo correctamente—. Ahora bien, simplificar esa situación a que si tú compras, el médico no recibe, era sencillamente falso y síntoma de no entender cómo funciona el mercado de venta de material sanitario.

En primer lugar, durante las primeras etapas de la pandemia Salvador Illa hizo un llamamiento a los proveedores de material sanitario para que pusiéramos nuestros stocks a disposición del estado —mi empresa fue uno de las que tuvo que ofrecer los datos al dedicarnos a la venta de material sanitario—. Pero la realidad es que, hasta donde he podido averiguar, ningún proveedor de material recibió la llamada para recoger los guantes y mascarillas que se amontonaban en sus almacenes.

Mientras tanto, en los hospitales públicos los médicos atendían sin guantes ni mascarillas. Por otro lado, la fabricación mundial de mascarillas y guantes depende de China, que opera en España a través de mayoristas, minoristas de empresas y la administración, y por último minoristas para la población local. Y la realidad es que al llegar a territorio nacional, el material suele desperdigarse. Así pues, los circuitos tradicionales de venta de material sanitario a empresas y hospitales (empresas que el gobierno tiene localizadas, ya sean mayoristas o minoristas) se pueden controlar, pero miente quien dice que una mascarilla que se compraba en un todo a cien iba a acabar en tu boca en lugar de en la de un médico. Sencillamente eso era falso.

Lo que habría que haber divulgado, como muchos de los que nos dedicábamos al sector intentamos, es que el gobierno estaba incumpliendo su deber de aprovisionarse con los stocks que tenía a su disposición (el de los proveedores mayoristas y de la administración) y que estaba fallándose, y mucho, a la hora de prohibir la reventa de material dentro de los circuitos mayoristas, algo que podría haberse hecho de forma fácil prohibiéndolo y si se hubiera hablado de ello en la prensa en lugar de culpabilizar a los circuitos de venta locales, cuyo control era algo más cercano a la ciencia ficción que a un intento real.

Particularmente, muchas empresas tuvimos que instaurar protocolos propios para evitar que nuestro material sanitario acaba en empresas de diversa índole que se dedicaban a simular que compraban para uso propio cuando, en realidad, lo hacían para su reventa. Y eso lo hicimos aquellos que no quisimos lucrarnos a costa de la muerte, supongo que otras empresas participaron en el juego. Así que no solo era mentira que las mascarillas que se vendían en un todo a cien no llegaban a los hospitales, sino que algunas de las personas que se creyeron esa simplificación falsa no compraron mascarillas y ahora podrían estar vivas.

De nuevo, los eslóganes fáciles resultaron ser falsos. La presión de los divulgadores, si querían ser eficaces y ser veraces, debía de haberse enfocado en las empresas y la escasa protección que tuvimos frente a la reventa, y no en los mercados locales que recibían su material directamente desde China y sin posibilidad real de intervención estatal. Además, se aplaudió que se regulara el precio de venta final de las mascarillas —en lugar de prohibir la reventa—, algo que hizo que muchos importadores tuviéramos que dejar de importar al estar subiendo los precios internacionales a causa de la presión de compra de otros países. Un desastre que solo agravó más la situación de escasez.

Así que, aunque la explicación real de no aumentar la demanda para no saturar al sistema era cierta, las mascarillas que entraban en el circuito local y que podía comprar la gente en sus barrios, no podían ser compradas por la administración, que además exige pagos con demoras de 60 días y por ello no puede comprar a empresas pequeñas. Pero los divulgadores se lanzaron a criminalizar los circuitos locales y aplaudir la limitación de los precios de venta, en lugar de pedir que se prohibiera la reventa de material sanitario. Un despropósito. Y durante ese periodo contacté con muchos periodistas y divulgadores, que sencillamente ignoraron esta información y siguieron criminalizando la compra local de mascarillas que, de ningún modo, podían terminar en un hospital. Y ya de paso, se inventaban causas como que las mascarillas, además, te podían contagiar de coronavirus y eran más peligrosas que no llevarlas.

Respuestas a las críticas

Llegados a este punto y viéndome venir otra avalancha de mensajes insultantes, falacias argumentales o exposiciones interminables de opiniones basadas en el amiguismo, voy a ser muy claro al respecto de algo. Lo importante no es que alguien se equivoque, si no las actitudes de censura, tendencia a la fantasía informativa o los argumentos ad hominem (es decir, insultar a las personas para intentar esquivar sus argumentos). Aquí analizaré un ejemplo derivado de mi anterior artículo, en concreto de Ana Jiménez.

El resumen es que, ante una crítica fundamentada, en primer lugar se fabrica una caricatura falaz de lo sucedido para poder criticar algo diferente a lo real y reforzar la idea de que uno tiene razón. A saber, en el ejemplo se me acusa de culpar a los divulgadores de los muertos por la pandemia. Esto era falso, en ningún momento se acusó en mi anterior artículo ni en este de la muerte de personas a nadie, sencillamente se expuso una realidad: en épocas de crisis sanitarias, la información falsa cuesta vidas. Cómo medir ese efecto es difícil, pero que es real también es cierto. Por ello los divulgadores —o los agricultores como Josep Pàmies— no deben hablar de lo que desconocen en temas de salud pública. En segundo lugar, la caricatura continuó con la idea de que en ULUM no tenemos ni puta idea de ciencia —es una cita textual, perdón por lo malsonante—, algo curioso siendo que de los cuatro editores de ULUM, dos son doctores, los otros dos han trabajado en laboratorios y tres de ellos han trabajado con virus en algún momento de su carrera. Y ojo, eso no tendría por qué justificar que sabemos de ciencia, pero al menos es un primer indicador de que, al menos, no se nos puede acusar de criticar sin conocimiento de causa, y mucho menos caer en los insultos.

Un último ejemplo curioso fue el de Azucena Martín, que me acusaba de hacer daño con mi crítica (respetuosa, fundamentada y justificada) y de lavarme las manos explicando que el problema no es equivocarse, sino la ausencia de carácter crítico de la comunidad de divulgadores. Por lo visto, la comunicación periodística del coronavirus (en la que ella fue parte de la comunidad de divulgadores activa durante la pandemia) no puede ser objeto de «críticas» —las comillas son de ella—, que además son innecesarias. Y ojo, sorprende que eso venga de la misma persona que escribió la frase «es importante que seamos escépticos con el escepticismo» en un artículo que, cosas curiosas de la vida, criticaba un informe del que yo fui coautor [7].

Por lo visto, parece ser que hay que ser escéptico con el escepticismo, pero solo cuando uno no forma parte del grupo a criticar, en cuyo caso las críticas se convierten en «críticas», que además son innecesarias. En esa actitud se puede resumir el carácter crítico de una parte importante de la comunidad escéptica y divulgadora.

Conclusiones

Una vez más, vemos que el problema de la comunicación pública de los datos sobre la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 no es solo que los datos fueran inestables, sino también que tenemos una comunidad escéptica y divulgativa endiosada que funcionan a modo de pequeños mesías, que más que ejercer una labor real de documentación y transmisión de una información veraz, muchas veces emiten información de forma vertical y sin verificarla. Y cuando esto se traduce en críticas, muchos las entienden como «críticas».

También es cierto que en España tenemos grandes profesionales de la comunicación. Pero muchas veces estas actitudes perniciosas saben convivir, al mismo tiempo, en personas de enorme valía. Y yo mismo me reconozco en algunas de esas actitudes malas que me ha costado dejar —y no del todo— atrás. Al fin y al cabo, la comunicación pública de la ciencia la realizan personas.

De nuevo, equivocarse no es el problema, es la estructura plagada de amiguismos y acrítica que permite que, cuando un divulgador famoso aparece en televisión promocionando cabinas mágicas contra el coronavirus, reciba dinero de la industria farmacéutica para distorsionar la realidad, o sencillamente trasmita información sin verificarla, la respuesta de asociaciones de comunicación científica, personalidades y entidades del entorno escéptico u otros divulgadores mediáticos callen. Y frente a las malas praxis y los conflictos de intereses , en lo que a respecta a los temas sanitarios, el que calla otorga.

[1] Magufo, el insulto de moda

[2] Cabina anticovid I

[3] Cabina anticovid II

[4] Cabina anticovid III

[5] Pagos de GSK a médicos y divulgadores

[5] Autoridades chinas y las mascarillas

[6] Autoridades chinas y mascarillas II

[7] El controvertido informe de las pseudoterapias se defiende: las cifras son aproximadas

Coronavirus, un año después: divulgadores, mascarillas, ridiculizar e inmunidad de grupo comentarios en «12»

  1. ¿Cuando ha sido la letalidad del coronavirus 30 veces superior a la de la gripe? O.O

    ¿Divulgación? negar la realidad es decir que las mascarillas o el resto de medias como los secuestros poblacionales han parado el Sars-cov2 después de un año y medio o más aplicándolas no ya solo sin ningún éxito, sino empeorando y provocando más daño que cualquier enfermedad conocida. El que a estas alturas niega tal realidad no esta equivocado: es perverso.

    Una persona equivocada en sus ideas pero con los valores correctos es preferible a una con las ideas correctas pero valores equivocados.

    O dicho de otra forma, es mejor un magufo equivocado que un «racional» perverso.

    Y ahora veamos la actitud de censura.

    1. Partiendo de que la letalidad del coronavirus se estima en torno al 3%, y la de gripe en torno al 0,1%, pues la letalidad de la gripe es 30 veces menor. Puede debatirse si en España la estimación sería más baja (en torno al 1% o el 2%). Igualmente tienes más explicaciones en el primer artículo. Respecto a las mascarillas y la distancia social, claro que han frenado al virus, no sé en qué se basa para decir lo contrario. Saludos cordiales.

      1. Me baso en que no se ha frenado. Hablo del mundo real no el de las simulaciones, los algoritmos y los «laboratorios». ¿En qué se basa usted para decir que las mascarillas han frenado el virus después de un año con el virus descontrolado llevando mascarillas a todas horas, siendo peor la incidencia del virus desde que son obligatorias y todo el mundo las lleva? Me cuesta imaginarlo.

        Como he dicho, el error tiene enmienda, la maldad en cambio es banal y no tiene remedio.

        Sobre la letalidad, si a estas alturas no tenemos claros conceptos básicos, después de un año dando vueltas a lo mismo no se entiende el verdadero error que subyace en esa comparación, o es malicia o no ha hecho bien su trabajo.

        En ambos casos perdería el tiempo intentando subsanar el error, aunque estoy tentado, no por usted, sino por sus lectores, quizá haya alguno mal informado que merece recibir información veraz de aquellos en quien confía porque tienen muchos títulos y una web de divulgación seria.

        Allá cada cual con su conciencia. Yo no dormiría bien por las noches tras el daño que este tipo de desinformaciones sean producto del error inocente o del interés malicioso, han provocado.

        Lo que voy a hacer es descargar este artículo y el otro y guardarlo en una carpeta llamada «Juicios de Núremberg».

        Por si alguna vez se hace justicia, que luego muchos querrán esconderse y negar que dijeron lo que dijeron, igual que ahora reniegan de lo que decían antes del 9m y el motivo que había detrás.

        Pero tranquilo, que viendo el panorama, no hay justicia ni hay conciencia.

        1. Puede usted comparar la transmisión del virus en países que no han tomado medidas y en los que sí se han tomado. ¿Las mascarillas o las vacunas son la solución mágica? No, pero son parte de la solución. Del resto de cosas no voy a comentar nada al entrar en el terreno de la imaginación. Saludos cordiales.

          1. Esta bien, necesito soltarlo. Espero que sirva de algo.

            La mortalidad, la letalidad en proporción a los casos (en inglés CFR) y la letalidad en proporción a las infecciones (en inglés IFR), son tres conceptos que se utilizan en epidemiología, hay que tenerlos claros y no soltarlos ahí de forma indiscriminada y arbitraria confundiendo unos con otros, sobre todo los divulgadores que tienen una responsabilidad con su publico.

            No tiene nada de malo comparar una enfermedad -la gripe- con otra enfermedad -la covid19-. Lo que no se puede hacer nunca es comparar el CFR de un virus con el IFR de otro virus. Amos datos son ciertos, uno no es «la letalidad real» y otro «la letalidad falsa», simplemente son datos diferentes, no es uno más cierto que el otro.

            Dejo enlace a un artículo publicado por la Propia OMS con datos actuales y no de hace un año sobre la letalidad del coronavirus estimada a partir de los datos de seroprevalencia (ifr) del coronavirus, que es, tal y como se decía antes del 9m, cercana a la de la gripe.

            Este dato no se conocía entonces, cuando el gobierno de Estados unidos soltó aquello de que el coronavirus era 10 veces más letal que la gripe, cosa que no podían saber pues aún no se habían hecho estudios de serorpevalencia.

            Se ha seguido repitiendo eso, y podemos entender que entonces fue un error y no fue malicioso, pero un año después, y encima 10 le parezca poco y tenga que exagerar más que el propio gobierno hablando de 20 o peor, 30 veces más letal que me lo quitan de las manos, no creo que tenga excusa, ni el publico de esta honorable web se lo merezca.

          2. Veo en tu contestación demasiada palabrería para una cuestión más simple. La letalidad medible del coronavirus a día de hoy para España es del 2,1%:

            https://covid19.who.int/table

            https://ourworldindata.org/mortality-risk-covid?country=~ESP

            Tu enlace lo que resume es un artículo de alguien que ha cogido varios estudios, y concluye que ahora las letalidades que se miden son más bajas que las del principio de la pandemia. No dice que la letalidad sea más baja que la de gripe, coge estudios de diversa calidad (la mayoría parciales y muy mal medidos) y dice: va de este dato, a este otro. Muy bien, es decir, que no refuerza lo que dices. Y para la gente que vive en el mundo real, y no en Matrix, se puede uno asomar a la ventana y ver que llevamos 76 000 muerto oficiales en un año, ¿tú crees que en un año y con medidas de distanciamiento social, mueren 76 000 personas de gripe? Te hago un spoiler: no.

            A partir de este momento, no se publicarán las respuestas que dejes. Ya has dejado claro tu punto, y ya hemos dejado claro que no es correcto. Que tengas un buen día.

          3. Creo que no están llegando los mensajes o los están borrando.

            Según el indice de severidad más conocido solo existen dos países donde no se han tomado medidas en ningún momento: Bielorrusia y Nicaragua. La mortailidad en esos países hasta el momento es de las más bajas del mundo.

            Pero evidentemente se refiere a otra de las mentira que están repitiendo desde hace un año, que en Suecia no se han tomado medidas lo que es falso,y que en sus países vecinos se tomaron medidas mucho más duras lo que es falso por ser media verdad. Como se puede comprobar en el gráfico.

            https://ourworldindata.org/grapher/covid-stringency-index?tab=chart&time=2020-01-21..latest&country=DNK~SWE~FIN~NOR

            Como se ve el nivel de medidas es bastante parecido entre esos países, por tanto no justifica la diferencia en los resultados, Si empezaron antes con medidas más estrictas, pero a partir del 22 de mayo del año pasado esa situación cambia. Suecia desde entonces ha aplicado medidas más estrictas que el resto de sus países vecinos salvo en pequeños periodos de tiempo.

          4. ¿Tú has estado alguna vez en Bielorrusia? Yo sí, durante el reportaje que hice de la guerra del Donbás, tuve que pasar por Bielorrusia, y casi me quedo en la frontera. Y es que, por si no te has dado cuenta, Bielorrusia es una dictadura. Ahora bien, si hablaras ruso y siguieras las noticias del mundo rusohablante, como yo sí que hago, sabrías que además la dictadura de Bielorrusia está llevada por un señor que, además de ser un anciano, está senil y entre otras cosas cree que aún viven en la URSS y es negacionista del coronavirus. Entre otra cosa, mandó no recoger estadísticas de lo que ocurre. Así que si tu argumento es que una dictadura donde no se recogen datos, oh sorpresa, tiene una letalidad inexistente, bienvenido al mundo real: si no recoges datos, no puedes medir lo que pasa. Por cierto, en Corea del Norte no hay homosexuales. O al menos eso dice el gobierno. Deberías ir allí a estudiar ese curioso fenómeno biológico. En Arabia Saudí también puede ser que te lo encuentres.

            Sobre Nicaragua, ¿sabes la cantidad de datos que se recogen en Nicaragua? Solo han habido 6000 casos confirmados en el país porque no tienen técnicas diagnóstico. Oh sorpresa de nuevo, donde no se puede medir, no se detectan casos. Deberías publicarlo en una revista científica.

            De nuevo, no se van a publicar más mensajes por tu parte. Ya queda claro tu punto de vista y por qué es falso.

  2. Constantemente se envían a la población mensajes que como mínimo , no son verdaderos, o están equivocados o no se sabe de modo cierto que se quiere decir con ellos , y a veces los mensajes se podrían clasificar a la vez en todos los grupos anteriores.
    Hoy quisiera comentar uno de los mas conocido. Hay que conseguir vacunar al 70% de la personas, ya que con ello se conseguirá la inmunidad de grupo y el virus desaparecerá de España.
    Inmunidad de grupo. La idea básica que se difunde es que cuando alcancemos la inmunidad de grupo el virus circulara mal y se extinguirá. La inmunidad de grupo es lo observado durante la vacunación en USA en los años 58 a 61 con vacuna inactivada de la poliomielitis , en que la incidencia de polio descendió dramáticamente y en una proporción mayor de la esperada si la protección solo hubiera afectado a los vacunados(Am J Public Health 1964,54:222-229). Fenómenos similares se observaron en países del norte de Europa , con esa misma vacuna. De aquí se deduce que conseguir que el virus no circule , es positivo.
    No obstante , la virología esta llena de sucesos en que la no circulación del virus termino de un modo dramático y por ello no se debe simplificar el mensaje y decir que la no circulación es conveniente. De hecho y manteniendo el ejemplo de la poliomielitis, la enfermedad era conocida desde la antigüedad (hay un famoso relieve con un joven egipcio de 1403 a 1365 antes de Cristo con una parálisis flácida compatible con una poliomielitis paralitica en una pierna) y hay escasas pero suficientes descripciones de la enfermedad en escritos antiguos. Sin embargo durante siglos la enfermedad, fue una enfermedad de incidencia muy baja y por tanto no era un problema de salud pública. Es en el final del siglo antepasado cuando en USA y en otros países desarrollados comienzan a aumentar los casos de polio de modo espectacular, que fue seguido de otros países desarrollados o en desarrollo. Este fenómeno ha sido muy estudiado por los mejores especialista de enterovirus del mundo y en una revisión hecha por compañeros de la AEMPS y de Salud Publica que se recoge a continuación.
    http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272013000500008
    El fenómeno se explica con el concepto del Dogma Central de la Poliomielitis, que describe la aparición de la poliomielitis con un carácter epidémico como consecuencia paradójica de las mejoras en la salubridad general , en especial en el acceso al agua potable y a la organización de la eliminación de las aguas residuales. En los países pobres , con mala organización de las aguas, los virus de la polio circulan con gran facilidad , se producen muchas infecciones en niños muy pequeños, en presencia de anticuerpos maternos, que son de titulo muy alto debido a las constantes reinfecciones y que hacen que el virus no alcance al sistema nervioso , debido a que los virus se neutralizan durante la viremia. La consecuencia es que apenas se producen casos de poliomielitis. Estos casos aparecen en los países conforme se va mejorando el sistema de manejo del agua potable y de aguas residuales. Además , la vacuna de la polio atenuada genera más inmunidad de grupo que la inactivada, siendo este hecho especialmente cierto, en áreas sin control de aguas fecales, ya que la vacuna de la polio inactivada interfiere poco la transmisión por la vía fecal-oral que es propia de los países más pobres. Esto enseña que no es conveniente generalizar y que lo que parece un avance , puede ser un inconveniente en el caso de otro microorganismo.
    Añadimos , otro ejemplo en el caso de rubeola, que es una vacuna excelente que produce mucha inmunidad de grupo y que en Grecia genero un brote de rubeola congénita debido a la vacunación parcial de la población, que impedía que las niñas pequeñas que no se vacunaban , se infectaran, como consecuencia de la no circulación del virus y que al acumularse muchos susceptibles dio origen a un brote en edades adultas que antes no ocurria y genero problemas muy serios de malformaciones congénitas. Una transparencia de este hecho se recoge en una charla sobre vacuna de varicela en España https://youtu.be/281DgKXw_mA?t=2h6m57s .
    Casi todas las vacunas que se utilizan en la vacunación infantil , son vacunas que o no generan protección de grupo, o no lo generan de un modo permanente o lo generan en unas zonas y no en otras, y no por ello son vacunas no deseables y eficaces. Hay mas que evidencias de que es poco probable que las vacunas actuales frente a la covid 19 generen una inmunidad estable de grupo. Algunas de las peculiaridades de estas y otras vacuna respecto de la inmunidad de grupo se recogen en el enlace que figura a continuación http://www.nogracias.org/2021/02/01/vacunas-covid19-obligatorias-ni-en-poblacion-general-ni-en-profesionales-sanitarios-por-juan-gervas/. En cualquier caso erradicar este virus será imposible y lo que si debemos hacer es seguir intentando desarrollar más vacunas y mejores tratamientos , y convendría decir que con la que ya se ha conseguido , si se mantiene la vacunación, acabaremos con una enfermedad mas domesticada , en la que los nietos podrán besar a sus abuelos y los chavalines jóvenes podrán besarse en la calle y que no serán precisas restricciones de las libertades para mantener una situación razonable de control de la enfermedad, salvo que el virus comience a dar sorpresas, lo cual debe decirse que tampoco es imposible , ya que es un recién llegado del que no sabemos demasiado. Estamos a un paso de ello. Que esto se consiga para el mundo es mucho más complicado, hay que recordar que hay enfermedades como el paludismo o la fiebre amarilla que a los que vivimos en países ricos, nos suenan como asuntos del pasado y que sin embargo son una realidad terrible en algunas zonas del mundo en estos momentos.
    Como miembro del comité de erradicación de la poliomielitis de España, tengo el privilegio de seguir los casos residuales que siguen ocurriendo en el mundo. La estrategia de erradicación precisa de utilización de vacuna inactivada de la polio (esta vacuna es aproximadamente 15 veces mas cara que la atenuada) de tal modo que para un país pobre de África no es coste beneficio la erradicación , en un ambiente en que hay cosas no resueltas , como la alimentación diaria (hay hambre y personas que mueren de hambre) y hay otras enfermedades terribles a las que atender. Por ello sin solidaridad internacional , no es posible la erradicación. Si no se ha conseguido con polio que es un virus de control mas fácil( de hecho han desaparecido dos de los tres virus de la polio salvajes) menos se va a conseguir con este covid 19.
    La frase que se propaga de conseguir la vacunación del 70% de la población para conseguir la inmunidad de grupo no es cierta, todos deberíamos vacunarnos, y aun así podrían haber reinfecciones. No obstante la vacunación podrá reducir la infección y especialmente la enfermedad , y aun más la enfermedad severa y la muerte. No confíes que la vacunación de otros te proteja, como mucho se retrasara tu infección que te afectara de mas mayor (afortunadamente la vida es larga) que es cuando es más grave. Mi consejo es claro, vacuna te cuando te convoquen para ello y confía en los técnicos que trabajan en la salud pública y sigue sus recomendaciones. Ellos son los auténticos expertos.
    Debe decirse que el virus no ha dado nunca una cara mala, que ha sido muy lineal , que no ha sido un virus difícil con el que hacer una vacuna y esperemos que estas, generen protección para toda la vida , cosa que no se sabe , pero que simplificaría mucho el hacerle frente. El otro aspecto que habrá que seguir es si pueden aparecer variaciones de si mismo que permitan saltar las barreras inmunitarias de las vacunas y de las infecciones previas. Seamos optimistas y pensemos que esto no va ocurrir. De hecho la impresión es que no tiene tendencia a hacerlo. En cualquier caso y el que con algunas lagunas estemos donde estamos , frente a un virus nuevo que lleva con nosotros un tiempo tan corto es casi un milagro. Para el futuro hay que seguir con una vigilancia epidemiológica profunda y con el conocimiento también de la enfermedad , en especial la aparición de problemas crónicos tras la enfermedad en todas las edades, ya que ayudara a sentar las bases del control de la enfermedad y de las estrategias de vacunación a largo plazo. Conviene mantener la investigación de medicamentos para el tratamiento , por la posibilidad de que el virus acabe presentando una cara mas difícil para su control epidemiológico.
    Cordiales saludos . Paco
    Francisco Salmerón García. Virólogo. Funcionario Jubilado . Exjefe de la División de Productos Biológicos y Biotecnología. Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Miembro del Comité de erradicación de la poliomielitis, la rubeola y el sarampión de España

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *