Recientemente Salvador Illa, ministro de sanidad español en estos tiempos de pandemia, concedió una entrevista en la RAC1 en la que decía, literalmente, que «la vacuna es efectiva contra la nueva cepa detectada en Reino Unido» [1]. Illa hace referencia a la nueva variante de SARS-COV-2, que es el virus que causa la COVID-19.
Una cosa que hay que entender sobre los virus es que mutan todo el tiempo. De hecho, pasé algunos años de mi vida estudiando cómo esas mutaciones pueden hacer que un virus se vuelva inmune a un tratamiento [2]. La mayoría de las nuevas variantes desaparecen, puesto que no le confieren al virus ninguna ventaja especial. Pero, otras veces, esos cambios azarosos producen una ventaja al patógeno y, por vías de la selección natural, se extienden por toda la población vírica. Pero lo que es importante entender es que los virus mutan a todas horas.
Esto nos lleva a la nueva variante descrita del SARS-COV-2, denominada oficialmente VUI-202012/01. ¿De qué tipo de variante se trata? ¿Se contagia mejor? ¿Ofrece un cuadro más leve o más severo de la enfermedad?
Según palabras textuales del director médico del gobierno británico, Chris Whitty, «como resultado de la rápida propagación de la nueva variante, los datos de modelado preliminar y las tasas de contagio más rápidas, y el aumento de la incidencia en el sureste, el Grupo Asesor de Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes (Nervtag) ahora considera que la nueva variante puede extenderse más rápidamente». Es decir, que el comité científico asesor del gobierno británico —este sí existe, al contrario que el comité de expertos español que decidía las fases del desconfinamiento [3]— cree que la evidencia actual y el principio de precaución les obligan a considerar que esta variante del virus se propaga más rápido.
Esto, que a priori puede parecer poco relevante, es muy importante si tenemos en cuenta la principal característica de la COVID-19: dejar en la UCI a un elevado número de personas. Es decir, que a más gente entrando en la UCI, menos camas libres, menos médicos por pacientes y, por consiguiente, se puede llegar a la situación de colapso sanitario que llevó a elevar las tasas de mortalidad por encima del 3% esperado. De hecho, el Reino Unido está desbordado.
Ahora bien, ¿protegerán las vacunas contra esta nueva variante? La realidad es que no se sabe y cualquier otra afirmación es mentir. Es decir, cuando Illa dice que las vacunas protegen contra la nueva variedad de SARS-COV-2, estamos ante un ejercicio de prestidigitación política y no ante una información verídica. Para alcanzar una respuesta, los científicos tendrán que analizar la información cruzada de las personas vacunadas con la de efectividad de la vacuna (es decir, cuánta gente vacunada desarrolla la enfermedad) y si estas infecciones ocurren con mayor frecuencia en una variante concreta del virus.
Las autoridades sanitarias deben advertir cuanto antes de que las vacunas pueden pasar todos los controles de seguridad, pero no podrán ofrecer una efectividad del 100%. Serán igual de seguras que cualquier otra vacuna, pero se desconoce, por ejemplo, qué factores son relevantes para que las mutaciones víricas del coronavirus ofrezcan resistencia. Y esto, desde luego, es algo esperable que ya ocurre con otros virus.
Así pues, aún nos queda un largo camino por delante antes de salir airosos de esta crisis sanitaria. Las primeras vacunas serán una barrera más contra el coronavirus, pero seguramente no serán la barrera definitiva. Y puede que las vacunas sean efectivas contra esta variedad —u otras que están por venir—, o puede que no lo sean. En todo caso, hay mucho margen de maniobra para incluir esas nuevas variedades en las composiciones vacunales futuras.
Otro cantar son las mutaciones que producen un aumento o una disminución de la mortalidad. Por ahora y según palabras de Ewan Birney, subdirector general del Laboratorio Europeo de Biología Molecular, «si la nueva variante aumentara la gravedad de la enfermedad, ya lo habríamos visto». Es decir, que por ahora no estamos frente a una variedad que afecte a la gravedad, sino que parece que, en el caso de ser cierta la alerta dada por los expertos británicos, solo afectaría a la velocidad de contagio, algo a tener en cuenta para evitar situaciones de colapso que, en este caso, sí afectarían drásticamente a la mortalidad.
Es decir, por ahora solo se sabe que la nueva variante parece reproducirse más deprisa, pero no afectar de forma significativa a la letalidad. Por contra, la efectividad de las vacunas futuras contra esta variante aún está por ver, aunque en caso de ofrecer resistencia, las vacunas de nueva generación que están ensayando algunas empresas podrían modificarse para intentar incluirla.
Ahora bien, lo que está claro es que Illa no dice la verdad cuando afirma que las vacunas ofrecen resistencia a la nueva variedad. En todo caso, podría ser que tuviera razón por motivos azarosos. Y esto, pese a quien pese, está fuera de toda duda.
[1] Entrevista RAC1 – Salvador Illa
[2] Tesis de máster – Mutaciones del VHC
Fernando Cervera Rodríguez es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó un máster en Aproximaciones Moleculares en Ciencias de la Salud. Su labor investigadora ha estado centrada en aspectos ligados a la biología molecular y la salud humana. Ha escrito contenidos para varias plataformas y es redactor de la Revista Plaza y de Muy Interesante. Ha sido finalista del premio nacional Boehringer al periodismo sanitario y ganador del Premio Literario a la Divulgación Científica de la Ciutat de Benicarló en el año 2022. También ha publicado un libro con la Editorial Laetoli, que trata sobre escepticismo, estafas biomédicas y pseudociencias en general. El libro se titula “El arte de vender mierda”, y otro con la editorial Círculo Rojo y titulado “A favor de la experimentación animal”. Además, es miembro fundador de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.
Gracias Fernando.