Texto escrito por Dani Martínez
Otra vez vengo con un juego, pero en esta ocasión voy a hablar sobre uno que ha de salir llamado No Man’s Sky. Lo hago ya porque la mecánica del mismo es tan digna de explicarse que quiero hacer una entrada antes de que salga, y otra cuando haya perdido media vida intentando explorar los confines del universo virtual que nos propone el equipo de Hello Games. Personalmente, llevo esperando la salida de juegos de este tipo desde hace mucho tiempo, gracias en gran parte a la afición por la ciencia ficción que tengo y por la vena aventurera que todos albergamos en mayor o menor medida.
Para el que no lo sepa, No Man’s Sky es un juego donde te sueltan a ti y a tu nave en un lugar aleatorio de un vasto universo. ¿Con qué objetivo? Principalmente, sobrevivir. Imaginaos que tenemos una nave capaz de viajar a cualquier punto en un tiempo razonablemente “humano”, ¿qué pasaría?, ¿qué haríamos? Realmente no hay un objetivo final en el juego, no tienes que cargarte al malo de turno ni tienes que salvar a ninguna princesa. No es lo que tienes que hacer, sino lo que puedes hacer aquí. En este juego se van a poder visitar todos y cada uno de los planetas existentes en una enorme galaxia. De hecho, el dato de planetas totales disponibles es absolutamente impresionante, nada más y nada menos que 18.446.744.073.709.551.616, lo que viene siendo 1.85^19 aproximadamente en notación científica. ¿Y sabéis cuánto tardaríamos en estar solamente un segundo de nuestras vidas en todos y cada uno de estos planetas? 586 mil millones de años. Casi nada.
El “truco” de esta característica es que realmente el juego tiene ese número de planetas… ¡pero todavía no han sido descubiertos! Es decir, cuando visitas un planeta por primera vez, éste se genera de forma aleatoria y se definen todos los parámetros del mismo (tamaño, tipo, si hay vida, si la vida es inteligente…), es decir, se generan de forma procedural. Pero una vez descubierto, el planeta queda guardado en los servidores donde se alojará el juego disponible para los demás jugadores, y el nombre de su descubridor quedará guardado para la posteridad. Claro que, en una galaxia del tamaño que he comentado eso quizás no signifique mucho debido al altísimo número de planetas existente. Pero bueno, quizás seas el descubridor de una raza inteligente, cosa que intuyo que no habrá demasiadas.
Por lo tanto, ¿qué puedes hacer aquí? Básicamente el juego también está diseñado de forma que la parte exterior de la galaxia sea más asequible que su parte más interna, donde a su vez se podrá acceder a mejoras para tu nave que serán indispensables en nuestro viaje interestelar. Así pues, uno puede decidir ir por libre y hacer un “Rambo” contra el universo, o atacar a otros jugadores para quitarles sus botines de exploración, ayudarles, pasar de ellos cuando se estén enfrentando y recoger los restos, comerciar… Lo que podrías hacer si de verdad estuvieras metido en la piel de nuestro protagonista virtual. Todo esto, claro, en el extraño caso en el que nos encontremos a alguien en la galaxia, lo cual es todo un acierto, porque uno de los aspectos del espacio exterior es que éste es demasiado grande como para encontrarse con otra persona simplemente por casualidad.
Por ahora no se sabe mucho más de la mecánica de juego que tendrá, de la estabilidad del mismo cuando miles de personas se lancen a explorar los confines del espacio, o si el vacío y la soledad hará que mucha gente se tire para atrás. Por mi parte este va a ser un juego que probaré, y que muy probablemente me atrape dentro de sus inmensas garras. Espero poder tener tiempo después para comentar qué me ha parecido la experiencia.
Daniel Martínez Martínez (@dan_martimarti) es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó el máster Biología molecular, celular y genética. Realizó su doctorado a caballo entre el FISABIO (Fundación para el fomento de la investigación Sanitaria y Biomédica) y el IFIC (Instituto de Física Corpuscular). Su labor investigadora está centrada en el estudio de la relación entre la composición funcional y de diversidad de la microbiota humana, y el estado de salud-enfermedad de los individuos. Durante los últimos años ha mantenido una actividad de divulgación científica escrita, además de participar en la organización de eventos como Expociencia. Actualmente trabaja en el Imperial College de Londres.