¿Sangre homosexual? No, gracias

Es el año 2009 y estamos en la ciudad francesa de Metz. Un ciudadano francés llamado Geoffrey Léger se dispone a donar sangre, pero cual es su sorpresa cuando el médico, aconsejado por una orden del Ministerio de Salud Francés, le niega la opción de poder donar sangre debido al hecho de que es homosexual. Supongo que el señor Léger se indignó de sobremanera. ¿No se hacen análisis de sangre a todo el mundo para donar?, ¿tiene sentido discriminar a alguien por ser homosexual?, debió de pensar Léger. La historia no terminó aquí, ya que nuestro hombre recurrió a la justicia al considerar que esa norma francesa infringía la legislación. Al final la cuestión terminó en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, y contra todo pronóstico este le dio la razón a Francia: Léger no puede donar sangre porque le gustan los hombres.

La historia continúa ya que esta sentencia crea un precedente insólito, a saber, que en la Unión Europea se pueda discriminar por motivos sexuales a un colectivo, a pesar de que la realidad científica indique otra cosa. Sí, es cierto que si analizamos los datos los contagios de enfermedades como el sida o la hepatitis B son más comunes en homosexuales varones, pero no porque les gusten los hombres sino por no usar condón. Es por ello por lo que al donar sangre esta se analiza de forma obligatoria, y es ahí donde se busca detectar el VIH, el VHB o cualquier otro patógeno. Es cierto que el VIH tiene un periodo ventana de dos semanas, es decir, que durante ese tiempo sus bajas concentraciones no permiten su detección, pero eso no justifica eliminar de los planteles de donantes a homosexuales, ya que en todo caso lo que habría que preguntar es si se ha tenido sexo sin condón recientemente (seas homosexual o no). Esa sería una pregunta adecuada.

Pero es que esto no termina aquí, ¿es Francia el único país que discrimina a los homosexuales mediante criterios poco científicos? No. La Media Luna Roja (equivalente de nuestra Cruz Roja) rechaza de forma permanente la sangre de hombres homosexuales. Y muchos, al leer esto, pensarán: ya está un país islámico discriminando a los homosexuales. A esa gente le recordaría cómo comenzaba este artículo, es decir, con la Unión Europea justificando a nivel legal esa discriminación. Pero profundicemos un poco más, ¿hay algún otro país occidental que tenga actitudes similares? Sí, Suiza y Estados Unidos, sin ir más lejos. Y ojo, porque si nos ponemos a contar encontramos a países tan civilizados como Austria, Alemania, Bélgica,  Malta, Eslovenia, Noruega, Estonia, Croacia, Grecia, Dinamarca u Holanda. Es decir, la discriminación pseudocientífica a homosexuales está presente, y bien arraigada, en nuestro continente.

Pero, ¿a qué es debido esto? Básicamente a los mismos argumentos basados en el miedo, la ignorancia y la superstición. La desconexión entre los parlamentos y la realidad científica es cada vez más grande, lo cual es un peligro si nos damos cuenta de un hecho fundamental: vivimos cada día en una sociedad mucho más tecnológica. Esto permite que las falacias argumentales campen a sus anchas en el terreno de la política, lo cual es muy grave ya que al final lo político nos termina afectando tarde o temprano.

Ser homosexual no predispone a contraer enfermedades a no ser que pienses que ser homosexual es una enfermedad, lo cual podría explicar muchas posturas políticas en esta nueva Europa. En todo caso lo que afecta al contagio de enfermedades es la práctica no segura de relaciones sexuales. Estos planteamientos homófobos incumplen un principio fundamental que todo legislador debería entender: no se puede tratar de forma discriminatoria a un colectivo, y mucho menos por motivos pseudocientíficos. Dejarse llevar por chauvinismos sociales y clichés desfasados nos arrastra no solo a la desconexión con la realidad, sino a la discriminación selectiva. 

Y si nos queremos llevar por la sinrazón y la especulación, ¿por qué no excluir también a personas solteras? Seguramente hacen más prácticas de riesgo que las personas con relaciones estables. ¿Por qué no excluir a gente de perfil socioeconómico bajo? A lo mejor tienen menos educación sobre temas sexuales. ¿Por qué no excluir a los negros? La tasa de infectados en África son muy elevadas, de hecho en Suazilandia y Botsuana superan el 25% de la población. ¿Por qué no excluir a la gente de ciudades grandes? Seguramente tienen más variedad sexual para escoger que la gente que vive en Villa Montaña del Botijo. La respuesta es sencilla: no se plantean esas cuestiones estúpidas porque en el Parlamento Europeo se han dejado llevar por los más puros convencionalismos estereotipados sobre la homosexualidad. O tal vez no, a lo mejor tienen razón y el sida es una enfermedad que solo sufren las putas y los maricones.

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