Texto escrito por Dani Martínez
Una semana más y aquí estamos, dispuestos a que disfrutes con una nueva entrega de tu saga favorita.
¡Eh! ¡Que no! ¡Deja ese libro de La Fundación ahí!
Me refería, obviamente, a la saga de entradas sobre falacias lógicas. Sé que el señor Asimov tiene mucha tirada, pero bien te valdrá seguir leyéndome si no quieres que la psicohistoria se mida en la cantidad de gente que argumenta de forma errónea. Poco a poco vamos completando el panorama con las falacias más comunes que nos pueden arrojar a la cara, tal y como haría una preciosa cría de alien. Además, son igual de desagradables. Esta semana nos centraremos en aquellas que manipulan el contenido con el fin de que os traguéis las hipótesis más absurdas.
Generalización Parcializada
Esta es bastante graciosa, y lamentablemente muy extendida en ciertos medios de comunicación. La base de esta falacia es la extracción de generalidades a partir de muestras totalmente sesgadas. ¿Ejemplos? Hay para dar y tomar, comenzando por aquellos periódicos digitales que lanzan encuestas para saber qué partido político tiene más apoyo. Obviamente el diario Público no va a sacar las mismas conclusiones que La Razón, eso está claro. ¿Otro ejemplo? Haced una encuesta en internet sobre si la gente apoya o no el uso de nuevas tecnologías de la comunicación.
Pero el mejor ejemplo es el que me comentaba un amigo hace tiempo. Como sabréis, los seres humanos tenemos 22 parejas de cromosomas además del par de cromosomas sexual. Si éstos son XX, eres una mujer. Si eres XY, eres un hombre. Sin embargo, de vez en cuando la genética es caprichosa y se pueden generar cromosomas extras, por ejemplo, un cromosoma Y extra en los hombres, por lo que pasarían a ser XYY. Este fenómeno se llamo el síndrome del superhombre, por eso de que tener un cromosoma extra te hacer ser más macho. Pues bien, este amigo me comentaba que se hizo un estudio que finalizó con la conclusión de que estos individuos eran más agresivos que los normales. ¿Cuál era el problema de esto? Pues simplemente que… ¡las muestras se tomaron en una cárcel! Chistoso cuanto menos.
Sesgo de confirmación
Otro muy utilizado, pero esta vez por vendehúmos. Consiste en que uno solo hace caso de la evidencia que más le conviene, ya sea positiva o negativa. Si te quieren vender que tal nuevo tratamiento es la releche limonera, lo más probable es que solo te pongan los resultados positivos de investigaciones, o experiencias personales positivas. También pasa cuando nos vamos a comprar algo en algún sitio con puntuaciones sobre sus productos, como por ejemplo Amazon. Normalmente la gente se guía de aquellos comentarios que valoran positivamente aquello que uno quiere comprar, pero siempre hay que echar una ojeada a los comentarios negativos, pues habrá veces que descubramos aspectos que son importantes pero que no se nombran en los primeros.
Falso dilema
Esta falacia se basa en presentar dos opciones opuestas como únicas opciones posibles a un problema dado, olvidando que muchas veces hay todo un espectro de posibilidades factibles, y quizá, mejores. A este respecto se me ocurre un ejemplo bastante claro y que todos tenemos presentes: la guerra entre utilizar energía fósil y nuclear, frente a usar renovables. Pues oiga, ni solo una ni solo la otra. Todos sabemos los problemas que tiene consumir un exceso de combustibles fósiles en cuanto a contaminación, o los peligros de tener una central nuclear al lado. Pero es que utilizar solo renovables es un error de bulto, pues hoy en día no son lo suficientemente eficientes como para tener energía sin dejarnos el jornal solo en el gasto mensual de la luz. Hace unos meses fui a una charla de Juan José Gómez Cadenas, científico titular del centro donde trabajo (IFIC), sobre energías renovables, y al final comentaba que había una gran cantidad de opciones posibles si uno empezaba a combinar todos los tipos de producción energética actuales, y que no todos eran óptimos para todos los lugares.
Pista falsa
Un buen amigo mío me ha dicho muchas veces: “si no tienes razón, confúndelos”. Más o menos es el corazón de esta falacia, el meter paja en medio de una discusión para confundir al personal y al final hacer ver que tú tenías razón. Y ojo, es mucho más efectivo de lo que parece. Como siempre, los mejores ejemplos los tenemos en nuestra estirpe de políticos, donde no es raro ver cómo se van por los cerros de Úbeda (frase que tiene 8 siglos de antigüedad) y pasan olímpicamente de contestar algunas preguntas no muy cómodas. Solo que, en este tipo de falacias, uno terminaría concluyendo que tiene razón después de marear la perdiz.
Infalsabilidad
Llegamos a la que yo considero la joya de la corona de las falacias. Muchos, pero muchos argumentos se esconden tras este tipo de falacia. Para saber en qué consiste, primero repasaremos qué significa la falsabilidad. En ciencia es una de las principales armas por las cuales se ha podido avanzar tanto, y es que toda hipótesis que uno plantee, ha de ser falsable. Es decir, tiene que poder demostrarse que es falsa, porque si no, ¿cómo podemos saber si realmente es verdad o no? Es, por ejemplo, la idea bajo la que se esconden las deidades de las diferentes religiones, porque el concepto mismo de dios que se tiene es totalmente infalsable. Ahora bien, tampoco hace falta irse tan lejos, podemos utilizar ejemplos más elegantes o disparatados como la ya mencionada tetera mágica de Russell (que orbita Marte y que no se puede ver) o el dragón invisible de Sagan.
Al margen de las religiones, hay innumerables ejemplos. Los que a mí más me hastían son los que tienen que ver con la defensa de terapias de dudosa capacidad curativa, sobre todo aquellas que tienen que ver con la “energía”. Éstas se basan en un concepto de energía que es difícilmente falsable y por lo tanto siempre tienen una vía de escapatoria frente a ataques de la lógica.
Hasta aquí el texto de esta semana. A este paso nos está quedando más o menos igual de largo que si lo hubiera escrito Peter Jackson para versionarlo en el cine. Aunque creo que yo por ahora no me he inventado tantas partes.
PD: como siempre, os las voy agrupando al final de la entrada, para que no hagáis sobreesfuerzos de utilizar esa cosa llamada buscador.
Parte I
Parte II
Parte III
Parte V
Parte VI
Daniel Martínez Martínez (@dan_martimarti) es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó el máster Biología molecular, celular y genética. Realizó su doctorado a caballo entre el FISABIO (Fundación para el fomento de la investigación Sanitaria y Biomédica) y el IFIC (Instituto de Física Corpuscular). Su labor investigadora está centrada en el estudio de la relación entre la composición funcional y de diversidad de la microbiota humana, y el estado de salud-enfermedad de los individuos. Durante los últimos años ha mantenido una actividad de divulgación científica escrita, además de participar en la organización de eventos como Expociencia. Actualmente trabaja en el Imperial College de Londres.
No sabía que mi frase te había marcado tanto 😉 Para ser justo no es mía, se la robé a un amigo mío que es uno de los mejores argumentadores que conozco (ya sea usando falacias o sin ellas). Por lo demás, me encanta tu final sobre El Hobbit. Me he reído mucho leyendo tu post.
¿Para cuando las falacias seudoescépticas que denigran a la homeopatía mediante técnicas demagógicas para beneficiar a las grandes multinacionales farmacéuticas?
Las falacias no se clasifican en escépticas o pseudoescépticas, simplemente son falacias porque son argumentos inválidos para defender cualquier postura, sea la de las grandes farmacéuticas o las de la homeopatía. 😉
El principio positivista de falsabilidad, (es gracioso leer ‘principio’ y ‘positivismo’ de esta manera), sólo sirve para las ciencias digamos que ‘dependientes’ de otras, por que, cómo se podría demostrar que 2+2=4 es falso? que conste que no quiero decir que la homeopatía.. etc. sean ciencias primeras ni mucho menos. Por lo demás, buen artículo.
Muchas gracias por tu contestación María 🙂
No acabo de entender muy bien lo del principio positivista de la falsabilidad. El ejemplo que tú propones es de matemáticas, las cuales se usan a sí mismas para falsar o no las hipótesis que se realizan en ese mismo campo. Lo que pasa es que las matemáticas, por lo que yo entiendo, son algo especiales a la hora de demostrar sus cosas. Es decir, aquí puedes demostrar la certeza de un supuesto y con ello llegar a un teorema, y eso se hace construyendo los argumentos desde las propias matemáticas a base de axiomas. Lo que también sucede es que no todo en matemáticas se puede demostrar como ya sabemos desde el teorema de incompletitud de Gödel…
Es decir, si yo quiero falsar el supuesto «todos los perros son de color marrón», solo he de encontrar un perro que no lo sea. No tengo que bajar a ninguna otra «ciencia», ¿no? Al igual que si digo que la tetera mágica de Russell existe, no puedo falsarlo de ninguna forma porque siempre puedo darle alguna cualidad que le haga escapar de la falsabilidad.
Quizás me estoy liando de sobremanera, así que te agradecería que explicases un poquito más a qué te refieres 🙂