Texto escrito por Fernando Cervera
Las navidades son siempre unas fiestas extrañas. Bueno, al menos para mí. Estas fechas pueden significar muchas cosas diferentes en función de las afiliaciones religiosas o familiares de cada individuo, pero lo que generalmente llevan asociadas estas ocasiones es la palabra reunión. Esto se traduce en que los aeropuertos se inundan de gente regresando al hogar, y cuando eres científico y español sueles conocer a mucha gente trabajando y viviendo en el extranjero. Para mí, más que una fuga de cerebros todo esto significa una fuga de sentimientos, pues tengo a mucha gente que considero (e incluso son) parte de mi familia y que han ido a ganarse el jamón fuera de nuestras fronteras. Y lo hacen muy bien.
Ahora su regreso nos recuerda que aquellos que fueron valientes, suficientemente buenos o tuvieron la oportunidad, decidieron huir de un país que prefiere apostar por viejos modelos obsoletos antes que por la innovación científico-técnica. Porque no nos engañemos; las cosas no han cambiado. En los telediarios escuchamos a políticos hablando del cambio de modelo productivo, pero cuando vas a un banco con un proyecto científico-técnico se parten la caja en tu cara. El dinero fluye, pero sigue fluyendo para los mismos asuntos de siempre. Estamos condenando a nuestro país a muchas cosas, y la más importante no es que los próximos veinte años compraremos ordenadores diseñados en Estados Unidos y fabricados en China, sino que cualquier persona que viva soñando en participar en el progreso científico-técnico tendrá que aprender idiomas y prepararse para la posibilidad de tener que abandonar su país. Estas fechas siempre me recuerdan eso y particularmente esa sensación ha sido más grande este año, ya que he pasado varios días de diciembre en aeropuertos, mirando caras ajenas con preocupaciones que, en muchos casos, eran compartidas.
Ahora bien, toca como siempre reunirse y no pensar en estas cosas, alegrarse por aquellos que se fueron y ahora vuelven recordándonos que los vuelos son más baratos de lo que a priori uno tiende a pensar.
En ULÛM somos humanos y, en la mayoría de casos, también científicos que tienen su trabajo, doctorandos, empresas, familia, parejas y sueños. Por eso en estas fechas aprovecharemos para recargar pilas, escribir más, adquirir compromisos con la calidad, pensar en nuevos proyectos para integrar en ULÛM, aumentar el número de lectores y, también muy importante, disfrutar de la presencia momentánea de todos nuestros amigos y familiares que han aterrizado estos días.
Por eso nos despediremos hasta el día 12 de enero, cuando volveremos como siempre con historias de ciencia, pasión y descubrimientos. Hasta que ese día llegue os deseamos a todos felices fiestas, sonrisas, comida, familia, amigos, pasión y, ¿por qué no?, algo de amor.
Fernando Cervera Rodríguez es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó un máster en Aproximaciones Moleculares en Ciencias de la Salud. Su labor investigadora ha estado centrada en aspectos ligados a la biología molecular y la salud humana. Ha escrito contenidos para varias plataformas y es redactor de la Revista Plaza y de Muy Interesante. Ha sido finalista del premio nacional Boehringer al periodismo sanitario y ganador del Premio Literario a la Divulgación Científica de la Ciutat de Benicarló en el año 2022. También ha publicado un libro con la Editorial Laetoli, que trata sobre escepticismo, estafas biomédicas y pseudociencias en general. El libro se titula “El arte de vender mierda”, y otro con la editorial Círculo Rojo y titulado “A favor de la experimentación animal”. Además, es miembro fundador de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.
Feliz Navidad
Un apunte solo, los que se quedaron, o vuelven, o se quedan también son valientes 😉
Mucho amor!
¡Sin duda alguna! 🙂