Suenen los tambores en un estridente redoble que haga tambalear los muros más gruesos e impenetrables, y hágase después un emotivo silencio donde esperaremos impacientes que yo, desde este púlpito cibernético os revele quién es, nada más y nada menos, que la madre de todas las ciencias. Ahí va, la madre de todas las ciencias es, la agricultura. Aquí no existen las verdades absolutas por supuesto, pero yo tengo razones profundas para pensar que así es, pasen y lean.
Se estima que hacía 8500 a.C se empezaron a domesticar plantas y animales en lo que se denomina como el Creciente Fértil (más o menos Oriente Medio), y más tarde aunque también independientemente en otras zonas del planeta como China, América, Sahel y la isla de Nueva Guinea. Esto supuso una gran revolución en todas estas zonas, especialmente en el Creciente Fértil, pues fue el lugar donde más especies de animales y plantas susceptibles de ser domesticadas existían y donde las condiciones físicas hacían más fácil la difusión de las innovaciones hacía Asia, Europa y el Magreb, constituyendo esto la base de nuestra civilización. La revolución tenía su piedra angular en la circunstancia de que en la inmensa mayoría de los casos, la producción agrícola y ganadera genera muchos más alimentos por hectárea que la caza y recolección, lo que llevó al crecimiento de la población, al surgimiento de zonas densamente pobladas y a una división del trabajo que no obligaba a todos los individuos a pasar el día buscando comida y que por tanto permitía crear puestos especializados en la manufacturación, comercio, administración y por supuesto en la investigación, ya que las necesidades técnicas eran cada vez más crecientes en el contexto de unas sociedades cada vez más complejas y productivas. Y así, gracias a una revolución agrícola y ganadera, fueron poco a poco surgiendo las que hoy conocemos como ciencias.
Hablaré en otros artículos sobre agricultura, pues me resulta un tema muy interesante, por lo que hoy solo quiero poner en situación a los que se encuentran más alejados de este sector. En primer lugar remarcar la gran cantidad de ciencia que atesora el sector primario, y más en nuestros días donde la tendencia es a llevar las explotaciones hacía un proceso de industrialización. Pensad en toda la ciencia que puede llevar asociada un cultivo, por ejemplo en la investigación sobre las variedades que se adecuan mejor a unas u otras condiciones, en técnicas de manejo del suelo, en fertilizantes y fitosanitarios, la investigación para crear maquinarias específicas de distintos cultivos y que permitan el mayor desarrollo de las explotaciones, en hidráulica para mejorar o instalar el regadío, sobre las propiedades y utilidades de los distintos productos, en la producción e instalaciones ganaderas, sobre los impactos ambientales del sector, y probablemente un largo etcétera. Como veis, ciencia y tecnología están fuertemente arraigadas en este sector, mucho más de lo que se suele pensar desde las ciudades, donde la frenética vida sobre el asfalto nos mete en una dinámica que parece decirte que los pollos vienen del supermercado y que los campos son cosas obsoletas típicas de gente que vive en un mundo aparte, lejos de la civilización.
En estos vídeos podréis ver una gran concentración de ciencia por minuto.
Poda mecánica de una plantación de almendros de alta densidad
Cosecha muy tecnificada de campos de maíz
En el siguiente punto quiero caracterizaros, mediante unos cuantos datos y mapas realizados a tal efecto, la distribución y la importancia del campo en España. El sector agroalimentario supone el 8,4 % del VAB (Valor Añadido Bruto) de toda la economía española y supone entorno al 14% de todas las exportaciones totales, siendo los principales cultivos por extensión la cebada, el trigo y el olivar, todos ellos con más de dos millones de hectáreas, y siendo por su parte el ganado porcino y ovino, con más de veinte millones de cabezas cada uno, los principales tipos de ganadería.
Pero, ¿cómo se distribuye este sector en el conjunto de España? En estos tres mapas creo que os quedará meridianamente claro.
En este último mapa he querido averiguar como se reparte la tierra en cada uno de los municipios, y poder tener una idea aproximada de la importancia que tiene el sector primario en el tejido social y el reparto de las tierras en los municipios españoles. Como la ciencia es bella y es necesario darle algún que otro adorno, he decidido crear el IRAM, cuyas siglas significan “índice de representatividad agrícola municipal” y que tan solo consiste en dividir las explotaciones ganaderas y agrícolas existentes en un municipio entre los habitantes del mismo. En palabras más simples, las explotaciones que le “tocarían” a cada paisano del pueblo.
En estos mapas queda patente cuales son las principales zonas agrarias españolas, que están claramente reflejadas con los colores oscuros en el primer mapa (La Mancha, Meseta Norte, Valle del Ebro, Valle del Guadalquivir, Extremadura y otras áreas que salpican el mapa en menor medida), pero me llama fuertemente la atención que el sur de Extremadura y Oeste de Andalucia, a pesar de contar con grandes y productivas zonas agrícolas, existen relativamente pocas explotaciones que abarcan enormes superficies, lo que da pie a pensar que en estas zonas el reparto de la tierra es muy desigual.
Por último decir que a pesar de que queda patente toda la ciencia que llevó consigo el sector primario, este no está demasiado tecnificado en nuestro país y en muchos subsectores agrícolas, y que por lo tanto podría ser bastante más productivo. Pero el reto de la ciencia con la agricultura no es solo ser más productivo sino también ser capaz de serlo minimizando los riesgos asociados a la producción intensiva, como son la erosión, la contaminación de acuíferos, la salinización de tierras, la deforestación, la contaminación del aire y otros perjuicios que se pueden dar a escala local. Las mejoras científicas puede ser armas de doble filo, y en ese punto es donde se concentran nuestros desafíos como sociedad. Nos vemos por ULÛM.
Fuentes:
Instituto Nacional de Estadística
Ministerio de Agricultura, alimentación y medio ambiente
J. Diamond, Guns, Germs, and Steel,
Julián Chaves Naharro. Licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Valencia, Máster en Ingeniería hidráulica y medio ambiente por la Universidad Politécnica de Valencia y especializado en la gestión, restauración y conservación de cuencas hidrográficas, donde realizó una tesina sobre el cálculo de emisiones de gases de efecto invernadero en incendios forestales. Comenzó su actividad divulgadora con su blog personal “El Ambientoblog”. Deportista, agricultor, divulgador, montaña en vena, muy energético, algo subversivo y ciudadano del mundo.
Curioso texto 🙂
El segundo capítulo de «La ascensión del hombre», está destinado a la agricultura y su invención. Totalmente recomendable.