Doctor Who, el viajero del tiempo

Tal vez haya pasado. O esté pasando ahora mismo. Puede que vaya a ocurrir. Uno nunca lo puede saber con certeza. Pero lo cierto es que él ha estado, está y estará ahí. Ahora mismo está enfrentándose al enemigo invisible, al igual que antes, al igual que después. Te ha salvado, lo hará, lo está haciendo. No se puede estar seguro de cuándo será, ha sido, o simplemente si ahora es, pero de lo que sí puede estar seguro es que el sonido de su llegada atemoriza a sus innumerables enemigos. Terror que se refleja de las victorias acontecidas, no como objetivo principal de sus acciones sino como efecto de haber ayudado al necesitado. Al fin y al cabo esa es la tarea de un doctor, y ¡oh!, él es el Doctor.

Es indudable que este personaje está viviendo una magnífica segunda juventud, como si la propia serie hubiera sufrido una de las famosas regeneraciones que le suceden al propio Doctor. Esto se lo debemos en gran parte al productor y guionista Russell T. Davies, quien en 2005 consiguió retomar la serie tras varios años de parón, con un planteamiento que posibilitaba engancharse a la trama a pesar de no haber visto ninguna de sus 26 temporadas previas. Sí, 26. Porque, para aquel que no lo sepa, el año pasado (2013) el buen Doctor cumplió 50 años de vida, una cifra nada desdeñable para un serial de televisión. Así pues, quien empiece a ver las nuevas temporadas no tendrá que preocuparse de saber qué son los Daleks, los Cybermen o la T.A.R.D.I.S., personajes clásicos de la serie, ya que se irán presentando de forma paulatina durante las primeras temporadas.

Lo cierto es que resulta cuanto menos curioso que una serie de televisión tenga este magnífico estado de salud tras un tiempo de vida tan largo. Para aquellos que aún no lo sepan (y deberíais sentir casi vergüenza por ello), esta es una serie de aventuras con un cierto trasfondo de ciencia ficción. De hecho, ambos elementos se combinan perfectamente dando lugar a tramas absorbentes en los más diversos escenarios que uno pueda imaginar. Y es que nuestro peculiar personaje viaja por el tiempo y el espacio gracias a una nave no menos peculiar que él: la T.A.R.D.I.S., siglas que vienen a significar Time And Relative Dimensions In Space (no le busquéis más sentido del que tiene).

Seguramente, si conocéis algo del doctor, habréis visto que la T.A.R.D.I.S. tiene una apariencia externa bastante característica: la de una cabina de la policía inglesa de los años 60. Este hecho es debido a una de las múltiples propiedades de tan magnífica nave, y es que mediante un circuito camaleónico puede adoptar la apariencia externa más apta para pasar desapercibida… la cual es siempre la de la cabina de policía, ya que el circuito está averiado desde la primera temporada. Además, a pesar de que la imagen externa sea la de una mera cabina, otra de las propiedades es que el interior es mucho más grande que el exterior, chascarrillo que sueltan todos los acompañantes la primera vez que entran en la nave con el clásico «it’s bigger on the inside!«. Pero sin duda, lo más remarcable de la T.A.R.D.I.S. es que posee conciencia propia, y no siempre lleva al Doctor allá donde él quiere sino donde (y cuando) se le necesita.

Doctor-Who-TARDIS-Air-Freshener

De esta forma y gracias a este extraño “personaje”, nuestro protagonista es capaz de viajar a los más recónditos lugares y tiempos que uno pueda imaginar. Obviamente, uno de los sitios más recurrentes durante las temporadas es la Tierra. De hecho, son varios los capítulos que tienen lugar en tiempos pasados de nuestro planeta y en compañía de gente tan célebre como Charles Dickens, la reina Isabel I de Inglaterra o Shakespeare (todos “barriendo para casa”, como diría aquel, ya que la serie es de origen inglés) Aunque tampoco son pocas las veces en las cuales se visitan lugares en el futuro como Nueva Nueva York, o incluso el final de la Tierra. No hay que olvidar, claro está, que se visitan infinidad de localizaciones no-terrestres entre los que se podrían destacar tanto los confines del horizonte de sucesos de un agujero negro, o una formación de planetoides y planetas orbitando una supernova, los llamados anillos de Akhaten, en uno de los episodios más bonitos de toda la temporada.

Durante todos estos viajes nuestro personaje no viaja solo sino que normalmente lo hace asistido de sus no menos importantes acompañantes. Estos personajes juegan un papel muy importante en la trama general siendo los causantes de los líos que dan paso a las aventuras en muchas ocasiones, o bien salvando el pellejo del Doctor en alguna que otra situación comprometida. Pero sobre todo, aportan ese toque humano a la personalidad de nuestro señor del tiempo, y hacen que los espectadores puedan conectar con la serie de una forma mucho más fácil. Además, en las nuevas temporadas, los acompañantes son incluso el eje central del argumento, sobre todo en la segunda parte de la nueva versión. Algunos incluso han sido protagonistas de spin-offs surgidos de la serie como Torchwood, protagonizada por el carismático capitán Jack Harkness.

Ahora dejad que aclare eso de “segunda parte de la nueva versión”. Como he comentado al principio del post, fue gracias a Russell T. Davies el que la serie tuviera una nueva oportunidad de maravillar a millones de personas. Él fue el productor y, sobre todo, guionista principal de las primeras cuatro temporadas. Sin embargo, una de las características que hacen de esta serie algo maravilloso es que suelen haber guionistas invitados para realizar las historias de capítulos sueltos. Este tema da para un post bastante extenso, pues durante las nuevas temporadas tenemos a personas tan famosas como el propio escritor norteamericano Neil Gaiman a cargo de algún que otro episodio, aunque aquí solo nos vamos a centrar en los dos principales hasta la fecha: el propio Davies y Steven Moffat.

Comúnmente, a la persona que lleva las riendas de la trama principal de cada una de las temporadas se le llama el showrunner. Por ahora, la nueva serie tiene dos grandes tramas o arcos: la primera ocupa las cuatro primeras temporadas y ha sido llevada a cabo por Russell T. Davies; mientras que la segunda abarca desde la quinta hasta la octava (repito, por ahora), cuyo showrunner ha sido Steven Moffat. Gran parte de la culpa de que la serie tenga la fama que tiene ahora la tienen estos dos señores, porque han hecho un trabajo enorme como guionistas, y sobre todo, han sabido dejar una huella muy personal y diferenciadora en cada una de sus partes. Podríamos decir que Davies es la parte luminosa del doctor, y Moffat es la parte más oscura. Las cuatro primeras temporadas se caracterizan por presentarnos a un Doctor animado y con un brillo propio. Sin embargo, las últimas temporadas tienen un toque algo más oscuro, también debido a los acontecimientos a los que se tienen que enfrentar nuestro protagonista, algo que, por primera vez, conecta varias temporadas entre sí. Este toque más oscuro ya se nota en los episodios que escribe Moffat en las primeras temporadas, entre los que se encuentran historias tan geniales que incluso alguno de sus capítulos se ha llegado a proponer como el mejor de toda la serie: Blink. De hecho, y haciendo referencia al magnífico artículo que Jot Down le dedicó a esta serie, os recomiendo lo mismo que ellos: si aún no habéis visto la serie podéis echarle un vistazo a este episodio. No tiene spoilers sobre la trama, y es una buena medida de si os atrapará la serie o no.

Por último, no quería terminar esta entrada sin hacer una mención al maravilloso trabajo que hace Murray Gold con la banda sonora de esta serie. Es absolutamente fantástica y recomendable. El cine sin la música no sería ni una décima parte de lo que ahora es, y en las series suele ocurrir lo mismo. En este caso, este compositor hace un trabajo muy bueno dejándonos temas preciosos para algunos personajes principales, temas emotivos para algunas escenas de gran carga dramática, y temas épicos por doquier.

En conclusión, para todo aquel que siga disfrutando de las aventuras y le guste la ciencia ficción, esta serie es un must have que no debería perderse. Y es que el Doctor, a pesar de las circunstancias a las que se ve sometido durante su largo viaje, conserva algo que todos hemos tenido y que algunos tienen la suerte de mantener: la capacidad de maravillarse ante lo desconocido y de trasmitir esa sensación al espectador. Así pues, sujétate bien y enciende la TARDIS, porque el viaje no ha hecho más que comenzar.

«Es como el fuego, el hielo y la ira. Es como la noche y la tormenta en el corazón del sol. Es antiguo y eterno. Arde en el centro del tiempo y puede ver el universo cambiar. Y es… maravilloso.»

 

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