Después de todo este tiempo, querido lector, seguro que ya te has dado cuenta que el objetivo principal de la página es comunicar ciencia. Lo hemos hecho de forma más o menos extensa, en temas variopintos, con estilos diversos, a veces mediante ilustraciones, otras por audio, y casi siempre por texto. La actividad de divulgar es el pilar básico que rige esta página y nuestro motor semanal. ¿Por qué hacemos esto? ¿qué nos impulsa a dedicar nuestro tiempo a esta actividad que no está ni siquiera remunerada? Estoy seguro que cada una de las personas que ha colaborado aquí tiene unas razones que pueden ser más o menos diferentes. De hecho, incluso los motivos entre los tres editores de esta página son diferentes, os lo aseguro. Muchas conversaciones enfrente de unas cervezas (no pagadas por Monsanto ni la Bayer) lo atestiguan. Y, sin embargo, aquí estamos. Independientemente de los motivos que tengamos cada uno, hemos dedicado parte de nuestro tiempo a hacer crecer esta página poco a poco.
Esta semana ha salido un pequeño texto en la revista científica eLife sobre el uso de un lenguaje comprensible en la divulgación científica [1], en el que también comentan la importancia de ese esfuerzo por divulgar a varios niveles. Comienzan el texto con un argumento que ya he escuchado muchas veces: ya que mucha investigación se hace con dinero público, esta investigación debería ser accesible para el público también. Ahí tiene mucho que ver la aparición de revistas de acceso libre como la propia eLife o mSystems por ejemplo. Para aquel que no lo sepa, normalmente las revistas siempre han tenido un acceso previo pago, por el que incluso aunque hubieras publicado en esa misma revista, tenías que volver a pasar por caja para poder ver tu artículo o usar las imágenes del mismo. El tema del libre acceso tiene su complejidad y merece una entrada propia. Aunque en líneas generales soy de la opinión de que la ciencia debería ser lo más libre posible para la facilidad del avance del conocimiento. Pero bueno, esto es leña para otra hoguera.
Pero bueno, volvamos al tema. ¿Realmente es suficiente con permitir el acceso a esos artículos para la gente profana en la materia? Supongamos que los textos están en el mismo idioma que hablan mi familia, amigos y conocidos, ¿entendería mi abuela un artículo llamado La dinámica del ensamblaje de distintos complejos de RNA polimerasas I modula la transcripción del rDNA [2]? Ya te lo aseguro yo, no. Ahí entra en juego el que alguien se preocupe e intente traducir lo que dice ese conjunto de tecnicismos en algo entendible para un público objetivo. Hacer esto no es trivial y requiere mucho cuidado a la hora de plasmar las ideas principales en un texto comprensible. Digamos que hay un punto de equilibrio entre profundidad o exactitud respecto a la dispersión. Cuanto más bajes el lenguaje a un nivel que todo el mundo pueda comprender, será más fácil que algunas ideas importantes del artículo original se pierdan en mitad de comparaciones o explicaciones demasiado simples. Igualmente, si complicas el texto, lo va a leer un número muy limitado de personas.
Sin embargo, hay algo en lo que personalmente no estoy totalmente de acuerdo con el texto. La divulgación y propagación de la ciencia no deberían hacerse simplemente porque se hace con dinero público y por lo tanto pertenece a la gente de la calle, sino principalmente porque el conocimiento da poder y capacita a las personas a comprender mejor su entorno. No me refiero únicamente a conocer datos y poder recitarlos cual papagayo, sino más bien a la capacidad que da entender cómo se han conseguido, qué procesos mentales son necesarios para llegar hasta las conclusiones que la ciencia nos da. Está muy bien saber cuál es el diámetro de la Tierra o que el DNA tiene una estructura de doble hélice, pero, ¿cómo se llegó a ese conocimiento? ¿qué implica? ¿qué me aporta ahora mismo? No olvidemos que la ciencia parte de la duda misma, y se nutre de herramientas creadas durante una buena parte de la historia por parte de filósofos, científicos y gente afín que le han dedicado mucho esfuerzo y tiempo a eso de pensar. Pero, ¡ojo!, conocer datos también tiene su importancia. A pesar de ser un buen conocedor de las herramientas de la duda y escepticismo, se puede caer fácilmente en argumentos fallidos si no se conoce lo suficiente del campo que se critica. En ese punto es donde la divulgación de la ciencia es importante junto con la humildad propia de saber cuándo uno puede estar equivocado. Nunca me cansaré de recomendar la lectura de El valor de la ciencia de Richard Feynman, donde defiende que “no saber” no es algo malo sino uno de los propios motores del conocimiento humano.
En este punto me gustaría hacer un pequeño inciso y comentar algo que considero importante: creo que una de las cosas que faltan hoy en día en la divulgación son más textos donde se diga cómo se llega al conocimiento, más que simplemente entradas en páginas explicándonos tal o cual concepto. Cuando estaba en la carrera de Biología, en la Universidad de Valencia, muchas veces tenía la sensación de que me faltaba conocer mejor esa parte. Al margen de experimentos más o menos simples, pero casi siempre muy elegantes, como los experimentos de Avery hace unos 80 años o los postulados de Koch, no eran muchos los ejemplos que se mostraban. Echaba en falta más partes como esas, que nos mostrasen cómo el investigador de turno había creado una serie de experimentos en los que se parte de hipótesis, se aísla la variable de interés, y se testea si el comportamiento es el esperado o no. Los procesos mentales e internos que permitían eso. Y mucho más importante, casi nunca hablaban de los fallos. Conocer la historia de la ciencia no es solo conocer los éxitos de Jacob, Crick o Darwin, sino también la de aquellos que estuvieron a las puertas de la verdad… pero que no llegaron a cruzarla. No conocer los fallos nos puede condenar muchas veces a volver a repetir los mismos errores que en el pasado.
Es bastante claro que ahora mismo tenemos muchos más eventos de divulgación científica que antes. No nos podemos comparar aún ni siquiera a los norteamericanos, por ejemplo, pero en España hay un auge del movimiento de comunicación científica. Cada año se realizan más actos del estilo Pint of Science o Escépticos en el Pub, que, a pesar de no ser eventos de una excelencia al estilo de las charlas TED o de estar situados en locales agradables para algunos, se nota el impulso que poco a poco se está consiguiendo en esta comunidad. No son perfectos, hay mucho espacio para la mejora y la crítica constructiva, pero el esfuerzo es creciente. Para mí hay algunos problemas de fondo que habría que solucionar cuanto antes y que requieren una gran cantidad de trabajo. El principal es la separación todavía existente entre el público que va a un evento de estos (al cual seguramente le guste la ciencia), y la gente a la que simplemente le da igual. ¿Cómo atraemos a esas otras personas? ¿Qué podemos hacer para llamar su atención y que nos dediquen al menos 30 segundos de sus vidas? No es cuestión de evangelizar a nadie, simplemente de llamar a la curiosidad de la gente y que después decidan si quieren quedarse a ver el espectáculo. Tengo la sensación de que, en muchas ocasiones, seguimos haciendo cosas de científicos para otros científicos.
Muchos temas quedan por mejorar en la divulgación, sobre todo en la que yo mismo hago. El espacio de mejora creo que es proporcional al espacio que le des a la duda sobre tu propio trabajo. Pienso sinceramente que la crítica ha de ser uno de los pilares fundamentales, y la voluntad por mejorar debe estar siempre presente. Creer que se tiene la razón siempre es sinónimo de estancamiento. Yo mismo he tenido errores en mis entradas que vosotros me habéis comunicado en más de una ocasión. Quizás no los haya subsanado del todo, o que haya semanas en las que no pueda presentar un artículo que personalmente considere apto para la página, pero el tiempo es un factor cada vez más limitante en nuestras vidas. Sin embargo, seguiré dedicándome a esto por puro disfrute, y porque creo que quizás pueda ser útil para alguien el día de mañana, ya sea porque aprende algo nuevo o porque no está de acuerdo conmigo y me discute. De hecho, espero que me sigáis discutiendo por muchos años.
[1] Plain-language summaries of research: Writing for different readers. (enlace)
[2] The dynamic assembly of distinct RNA polymerase I complexes modulates rDNA transcription. (enlace)
Daniel Martínez Martínez (@dan_martimarti) es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó el máster Biología molecular, celular y genética. Realizó su doctorado a caballo entre el FISABIO (Fundación para el fomento de la investigación Sanitaria y Biomédica) y el IFIC (Instituto de Física Corpuscular). Su labor investigadora está centrada en el estudio de la relación entre la composición funcional y de diversidad de la microbiota humana, y el estado de salud-enfermedad de los individuos. Durante los últimos años ha mantenido una actividad de divulgación científica escrita, además de participar en la organización de eventos como Expociencia. Actualmente trabaja en el Imperial College de Londres.