En Samoa ya son 53 niños los que han muerto en el último mes a causa de una epidemia de sarampión a gran escala. Casi no había bebés vacunados en el país debido a la campaña contra la vacunación iniciada en 2018. En su lugar, curanderos como Fritz Filisi Alaiʼas proponían mantener la salud de los pequeños mediante un producto pseudoterapéutico denominado Agua Kangen —es decir, un engaño sofisticado que intenta aparentar efectividad sin tenerla, como por ejemplo la homeopatía—. Este y otros curanderos proponían remedios, desde hierbas a pseudoterapias más cercanas al chamanismo, para inmunizar a los pequeños. No funcionó.
El gobierno de la isla ya ha confirmado la muerte de más de 50 niños, 1.100 hospitalizaciones (19 de ellos de elevada gravedad) en una población total de apenas 200.000 habitantes. El nivel extremadamente bajo de inmunización de los niños —menos de un tercio— se apunta como la causa de la epidemia. Así como en otras epidemias de sarampión las causas de la baja inmunización no han sido debidas en su totalidad al movimiento antivacunación, sino a la pobreza o la falta de medios, en este caso la relación sí es clara y directa. La campaña contra la vacunación empezó hace apenas un año, tras la muerte de dos bebés por el error de unas enfermeras al suministrar vacunas —que las mezclaron con un relajante muscular en lugar de hacerlo con agua— , lo que llevó a una histeria colectiva en redes sociales, aprovechada por diversos pseudoterapeutas, lo que llevó a una oposición a las vacunas a pesar de que se supo desde el principio que el motivo de ambos fallecimientos fue la mala praxis sanitaria y no las vacunas en sí mismas.
Ahora, en mitad de la peor epidemia reciente del país, el Primer Ministro de Samoa, Tuila’epa Sailele Malielegaoi, acaba de suspender todos los servicios oficiales del estado para centrarse en la lucha contra el sarampión, que aún no está bajo control. Entre otras medidas y por el momento, las autoridades ya han detenido a Fritz Filisi, uno de los tantos terapeutas alternativos que animaban a los padres a evitar la enfermedad con pseudoterapias. También ocho unidades móviles refrigeradas (como las de la imagen) transportan vacunas de modo urgente a los pueblos más alejados, ya que la epidemia se ha extendido por todo el país.
Según datos de Organización Mundial de la Salud, en 2015 los índices de vacunación infantil contra el sarampión eran del 84%. Tras la campaña antivacunación, en 2018 eran del 30% —muy lejos de la cifra que haría falta para evitar la propagación—. De haber tenido los índices de vacunación adecuados, el brote se habría podido evitar, pues todo comenzó con un turista venido desde Nueva Zelanda.
Fernando Cervera Rodríguez es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó un máster en Aproximaciones Moleculares en Ciencias de la Salud. Su labor investigadora ha estado centrada en aspectos ligados a la biología molecular y la salud humana. Ha escrito contenidos para varias plataformas y es redactor de la Revista Plaza y de Muy Interesante. Ha sido finalista del premio nacional Boehringer al periodismo sanitario y ganador del Premio Literario a la Divulgación Científica de la Ciutat de Benicarló en el año 2022. También ha publicado un libro con la Editorial Laetoli, que trata sobre escepticismo, estafas biomédicas y pseudociencias en general. El libro se titula “El arte de vender mierda”, y otro con la editorial Círculo Rojo y titulado “A favor de la experimentación animal”. Además, es miembro fundador de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.
Increible desgracia, 50 en un mes.
Gracias Fernando.