La evolución, una reina roja y un sandwich literario

Te propongo un viaje al pasado, más concretamente al 4 de Julio de 1862. Cerca de Oxford, una pequeña barca de madera surca perezosa las aguas del Támesis. Sobre ella viaja un pastor anglicano y tres niñas que piden insistentemente a un quinto ocupante que les cuente una historia. Este viajero era un matemático, escritor y fotógrafo llamado Charles Dodgson que posteriormente sería más conocido por el sobrenombre de Lewis Carroll.

Aquella mañana se sembró el germen de la que sería su gran obra, Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, cuya protagonista tomó prestado el nombre de Alice Liddell, la chica, que le animó a trasladar al papel la historia que les acababa de contar.

Una historia llena de juegos de lógica, geometría y cuestiones científicas, camuflados entre seres imaginarios y situaciones estrambóticas, sazonadas de ingenuidad infantil. Y es que, este profesor, intentó a lo largo de su obra llevar estos temas al lector medio, ya fuera mediante tratados académicos, problemas y paradojas, tanto para adultos como para niños, u ocultos entre las líneas de sus novelas.

Quizás fue casualidad, o quizás esta voluntad divulgadora se retroalimentó, consiguiendo, no solo acercar la ciencia al gran público, sino también, a los científicos a su obra.

Diferentes teorías y descubrimientos están relacionados de alguna forma con los mundos que él creó, siendo probablemente el más importante, la “Hipótesis de la Reina Roja”, sacada de su libro A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, donde la Reina decía:

“Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”.

Algo similar ocurre con la evolución, pues una especie debe de estar continuamente adaptándose a su entorno para quedarse donde está, es decir, en equilibrio con el medio en que vive.  Por eso se ve inmersa en una carrera sin fin, pues a cualquier pequeño cambio de sus competidores se debe responder con una adaptación igual o superior si no quieres quedarte atrás.

Existen dos situaciones en las que esta hipótesis se ve de forma muy clara. Una serían las relaciones depredador-presa. Por ejemplo, si las gacelas aumentan la velocidad a la que pueden correr, los leones tendrán que hacer lo propio para seguir cazándolas, y si fuera al revés, serían las gacelas las que deberían correr más rápido o no tendrían posibilidad de escapar y acabarían siendo exterminadas sistemáticamente.

La otra serían los parásitos y sus hospedadores. Si los humanos desarrollaran resistencia a la infección por tenias, y estas no respondieran evolutivamente, terminarían extinguiéndose. Por el contrario, si la tenia lograra ser mucho más efectiva infectando a humanos, y estos no lo evitaran de alguna forma, se verían en problemas. Por eso ninguno puede dejar de correr, evolutivamente hablando, si lo que quieren es quedarse como están, y no ser adelantados, pues ello tendría fatales consecuencias.

Esta historia, que comenzó con la gestación de un libro, termina con otro. Pues el año pasado (2018) salió a la venta Reina Roja, escrito por Juan Gómez Jurado. Este apasionante thriller no tardó en escalar posiciones hasta convertirse en uno de los mayores éxitos editoriales de nuestro país.

Su título puede parecer una casualidad, o como mucho una referencia al personaje creado por Lewis. No voy a desvelar el porqué de nombrar así el libro, si lo quieres averiguar tendrás que leerlo. Solo puedo adelantarte que, si decides sumergirte en su historia, descubrirás que el autor ya conocía esta teoría evolutiva cuando decidió escribirla, y que probablemente, conseguirá hacerte brotar una sonrisa mientras ponemos la última rebanada de pan a este sándwich literario.

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