La saga de los penes II: Hablemos de pollas desde un punto de vista evolutivo

Saga de los penes. Primer artículo

Saga de los penes. Segundo artículo

Buenos días querido lector/a, buenas tardes o buenas a secas si nos estás leyendo desde el espacio exterior —ya que no tiene sentido hablar de mañana o tarde si no estamos en la Tierra—. Tal cual reza el título de este artículo nos disponemos a aterrizar sobre terreno resbaladizo, ya que como se demostró con la iniciativa #lunespollas lanzada por Naukas, a veces utilizar ciertas palabras puede atraer cual ave carroñera al monstruo de la censura. Ahora bien, desde ULÛM siempre hemos creído que las pollas ofrecen un campo de conocimiento digno de estudio, reflexión y divulgación. Eso sí, tomando las precauciones necesarias para practicar la diseminación del conocimiento de manera segura: intentaremos no caer en vulgarismos innecesarios e ilustraremos con todo lujo de detalles el problema que nos ocupa.

Supongamos que no tienes una polla (cosa bastante probable si perteneces al sexo biológico femenino), en ese caso no es necesario que utilicemos tu ejemplo ya que podríamos hablar perfectamente del pene de Nacho Vidal —por poner un caso fácilmente contrastable, reproducible y altamente documentado—. Pasemos pues a describir de manera visual el objeto de estudio.

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Figura 1: Modelo anatómico en látex del pene de Nacho Vidal

Si nos acercamos al pene de Nacho Vidal y nos detenemos el tiempo suficiente para vencer el pudor inicial, empezamos a observar que la anatomía de su falo es bastante curiosa. Para empezar tenemos un glande bulboso con forma de cabeza ovalada, a lo que le sigue una especie de corona o cuello que le da al conjunto de cuello-glande cierta forma de paraguas. Después tenemos un tallo ensanchado respecto al tramo del cuello, el cual tiene una longitud considerable si lo comparamos con el resto de los elementos. Ahora bien, esta anatomía se repite en la mayoría de penes de todo ser humano varón, difiriendo solamente en el tamaño de las respectivas partes (lo cual tiene bastante relevancia no solamente en el campo de la biología evolutiva sino también en el del cine para adultos). Me he tomado la libertad de buscar un esquema más anatómico mostrando todos los elementos descritos.

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Figura 2: Ilustración del pene de Nacho Vidal con un corte seccional del mismo.

En este esquema podemos observar un corte transversal del pene de Nacho Vidal. Para que el lector se haga una idea de qué es un corte transversal podríamos explicarlo de la siguiente manera. Imagínate que vas a comprar mortadela a Mercadona y el carnicero pone el tubo de fiambre en esa máquina que tiene una hoja metálica circular y sirve para cortar. Pues ahora imagina que en vez de un carnicero te encuentras con Nacho Vidal y en vez de mortadela, bueno, ya sabes.

Vemos que hay mucha cantidad de venas y arterias, las cuales llevan la sangre en dirección contraria, es decir, unas la hacen llegar y otras la retiran. La erección ocurre cuando al pene le llega más sangre de la que sale, ya que el líquido tiende a acumularse y a llenar el recipiente. Por poner un ejemplo altamente familiar, el fenómeno de la erección es parecido al que ocurre cuando tenemos una manguera y le hacemos pasar más agua desde el grifo de la que sale por la obertura de evacuación. Todo esto os lo comento para focalizar el tema del artículo ya que vamos a hablar desde el punto de vista evolutivo de los penes en erección.

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Figura 3: Bomberos mostrando el fenómeno de turgencia en una manguera

Olvidémonos del corte transversal por un segundo e intentemos imaginar un pene en erección. Si el lector pertenece al sexo biológico masculino puede valerse de su instrumento a partir de ahora para verificar todos los puntos comentados con anterioridad. Una vez imaginado o verificado quiero comenzar a introducir conceptos más avanzados, en concreto el de ingeniería inversa.

Ingeniería inversa del pene humano

Imaginemos a un grupo de soldados en la Segunda Guerra Mundial. Dichos hombres seguramente tienen pene pero ese no es el motivo por el cual estamos hablando de ellos. Tratemos de ponernos en la siguiente situación: el grupo de soldados encuentra un tanque enemigo en mitad del campo de batalla pero lo sorprendente es que el vehículo militar posee el doble de fuerza, resistencia y poder destructivo que sus propios tanques, ¿qué hacer? Fácil, mandarlo a los ingenieros militares, desmontarlo, deducir cómo funciona y copiar las características más importantes. Pues eso es lo que ocurrió en realidad durante la guerra y fue así como nació el concepto de especialistas en ingeniería inversa, la cual consiste en obtener información a partir de un producto que no se sabe cómo funciona con el fin de determinar qué elementos tiene, qué lo hace funcionar y cómo poder fabricarlo. Se utiliza el término inversa porque funciona en dirección opuesta a los procesos comunes de la ingeniería, ya que no utiliza datos teóricos para elaborar un producto determinado, sino que utiliza un producto determinado para saber cómo funciona.

Ahora es cuando vamos a explicar qué nos traemos entre manos con este artículo. Volvamos a imaginar un pene en erección y recordemos el concepto de ingeniería inversa, ¿podríamos intentar deducir a partir del instrumento viril las funciones básicas que su anatomía realiza? Me refiero a las funciones que el pene estaría realizando tras la presión evolutiva que lo obligó a adoptar esta forma.

Aquí estamos entrando en terreno peligroso ya que en biología evolutiva hay que tener especial cuidado con una cosa: que algo esté ahí no quiere decir que tenga una función o, en el caso de que sí la tenga, puede que no esté realizando la tarea para la cual evolucionó en primer lugar. Por poner dos ejemplos fáciles, la acumulación de pelusilla en el ombligo humano no cumple un papel biológico, sencillamente es la consecuencia de tener un agujero que tiende a llenarse de porquería en nuestra barriga. O por ejemplo las manos del ser humano no evolucionaron para tocar la guitarra aunque actualmente le podemos dar esa función. Una vez visto esto analicemos el problema.

Un primer apunte sobre el falo humano es que cuando está erecto es particularmente largo si lo comparamos con el de otros primates evolutivamente cercanos a nosotros. Por poner un ejemplo, si nos encontráramos con el Nacho Vidal de los chimpancés nuestro pene sería proporcionalmente mayor, de hecho sería aproximadamente del doble de tamaño. Ahora bien, los humanos calzamos bien pero por descontado que no somos los animales con los penes más grandes —proporcionalmente hablando— del mundo natural. Sin ir más lejos uno de los animales dibujados por nuestro ilustrador preferido, Mariano Collantes, tiene un pene de aproximadamente la mitad de su cuerpo. Estamos hablando del tapir (Tapirus terrestres), aunque si lo que buscamos es el pene más grande dentro de los vertebrados tampoco hay que irse muy lejos de la amazonía, pues en su mismo territorio se encuentra el pato zambullidor argentino (Oxyura vittata) con un pene que alcanza en erección el mismo tamaño que su cuerpo.

Figura 4: Tapir en medio de una erección

Hemos visto algunos ejemplos que dejarían a Nacho Vidal como a un niño pequeño, pero a pesar de la competencia los seres humanos tenemos un buen rabo. No solo eso sino que, comparado con el del resto de primates, nuestro pene es altamente extravagante porque tenemos esa cabecita bulbosa con forma de paraguas conectado a nuestro tallo. Los orangutanes y los gorilas, por poner dos ejemplos altamente conocidos, tienen un pene aburrido ya que casi solo tienen tallo. Además nosotros tenemos una cresta coronal, y si observamos lo que pasa cuando un pene penetra a una vagina empezamos a entender todas las funciones del falo humano. Se ha observado que durante el acto sexual el pene ocupa una gran parte del tracto vaginal, y teniendo en cuenta que cuando el hombre expulsa el semen este puede llegar bastante lejos, parece ser que una buena polla ayudaría a depositar el semen muy adentro de la vagina. Pero, ¿por qué es importante esto?, por la segunda función del pene. Esa forma de paraguas y los movimientos de bombeo característicos del coito humano han sido desarrollados para expulsar el semen de los que llegaron antes, ya que el instrumento viril haría la función de cepillo y limpiaría los restos de anteriores coitos. Si un hombre tiene el pene más largo que el del anterior competidor es posible que, gracias al bombeo y a lanzar el semen más lejos, sus espermatozoides lleguen antes. Por ello ha existido, según algunos biólogos evolutivos, una presión selectiva hacia penes más grandes y bulbosos ya que los portadores de tan preciado estandarte tenderían a desplazar el semen de sus competidores. Además, si una mujer tiene preferencia por penes grandes es posible que sus hijos también lo tengan, y eso provocaría que su descendencia masculina tuviera a su vez más posibilidades de embarazar a otra mujer. Vamos, ¡selección natural y sexual en estado puro!

Como conclusión de todo lo visto tengo que romper una lanza en contra del saber popular, ya que después de explicar desde un punto de vista evolutivo la forma y longitud del pene humano solo nos queda admitir una gran verdad: el tamaño sí que importa.

La saga de los penes II: Hablemos de pollas desde un punto de vista evolutivo comentarios en «5»

  1. Hola! Soy una de las 4 Cristinas del DULIA-Bio Workshop. Deciros que estoy apunto de leerme este articulo tan intrigante y ya me parece un BLOG magnífico. Ja ja ja. Un saludo, a el que me lo «recomendó».

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