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En estas semanas ha sido común leer a muchos periodistas —e incluso al gobierno— hablando de datos de letalidad muy dispares para la pandemia que estamos viviendo, y lo más preocupante es que los medios de comunicación siguen adelante con esos cálculos erráticos, cuanto menos sospechosos de ser negligentes en cuanto al manejo de las cifras. Analizaremos a continuación lo que se sabe y lo que no en cuanto a la letalidad de la pandemia que estamos viviendo, así como los datos concretos de España, Alemania y Corea, con especial atención a los errores y sesgos que contienen.
Qué se sabe sobre la letalidad del SARS-CoV-2 y de la enfermedad que produce, la COVID-19
Uno de los problemas a la hora de informar sobre la letalidad del coronavirus es que los medios de comunicación españoles, desde un primer momento, han dado muchas cifras de manera errónea, generando la falsa sensación de que antes se pensaba que era menos letal que una gripe y que ahora, de repente, esa letalidad se ha disparado. Ejemplos varios los tenemos en el ABC [1] y el diario Público [2], que anunciaban a finales de febrero letalidades menores a las de la gripe, cuando desde el 29 de enero la letalidad que anunciaba la Organización Mundial de la Salud era del 2% [3], [4]. Además, estos periódicos (y la gran mayoría de otros medios) ofrecían un dato erróneo para la letalidad de la gripe, diciendo que era del 1,1%. Y vale la pena recordar que fue el mismo Fernando Simón, portavoz del Ministerio de Sanidad en este asunto, quien se dedicó a difundir el dato en diversas televisiones a pesar de ser rotundamente falso [11].
El dato real de letalidad para la gripe, no obstante, ronda el 0,1%. El error viene de un fallo a la hora de entender los números. Muchos periodistas calcularon (y lo siguen haciendo) la letalidad dividiendo el número de muertos entre el de pacientes detectados en el hospital. Pero el número de detectados en el hospital no es el número de infectados por la gripe —por poner un ejemplo, yo jamás he ido al médico por una gripe—, y a esto le llamamos el sesgo del infradiagnóstico de una enfermedad. Así que si uno hace cálculos sin pensar en lo que está haciendo, puede acabar anunciando en prime time o en un periódico de pretendido prestigio, que una epidemia veinte veces más mortal que la gripe (hasta donde se sabía por los datos de la OMS) es menos mortal que la gripe [5].
Así pues, también hay que destacar que desde el 3 de marzo la OMS catalogó la letalidad de la nueva pandemia en el 3,4%, ¿estaba equivocada la OMS en enero?
Vivir una pandemia en directo
Una de las cosas que ocurre a la hora de entender los números es que estamos viviendo una pandemia en directo. Eso explica en parte que la OMS haya incrementado un 1,4% la letalidad en un mes, ya que el dato depende del país, su sistema sanitario y la edad media de su población. En resumen, conforme más se expande la pandemia tenemos más datos.
Por otro lado, estamos acostumbrados a leer en los libros de historia que la gripe española del 1918 infectó a 500 millones de personas y mató a 50 (datos estimados, como es lógico) y entonces dividir el número de fallecidos por el de casos totales para obtener una letalidad global del 10%. Parece fácil, ¿no? Pues la realidad es que no lo es.
Para empezar, el concepto de letalidad es más complejo de lo que parece, es el número de muertos que produce algo en un lugar y un intervalo de tiempo concreto. Esto es importante porque las pirámides poblacionales de unos países son muy diferentes a las de otros. Además, cada país puede medir de forma diferente algunas variables y terminar afectando al dato final. Pero lo que hay que tener en cuenta, ante todo y sobre las demás cosas, es que estamos viviendo una pandemia en directo. Esto significa que no podemos hacer los cálculos como si se tratara de una enfermedad ocurrida en 1918, porque los pacientes totales en un momento determinado pueden estar activos y no sabemos en qué lado ponerlo de la división, arriba como fallecidos o solo abajo como supervivientes. Es decir, el denominador será fijo, pero el numerador podría variar (y de hecho, varía en este caso).
Así pues, si pones a los pacientes activos como supervivientes (que es lo que hacen desde los medios de comunicación y el gobierno cuando da sus cifras oficiales) lo que estás haciendo es crear un error de cálculo por no entender los números, al contar como supervivientes a gente que, de hecho, morirá. La realidad es que para hacer los cálculos en directo solo puedes fijarte en los curados y los fallecidos, siendo el total de casos la suma de ambos números. Los casos activos, de hecho, han de dejarse fuera de los cálculos si lo que se pretende es dar una letalidad que pueda ser comparable a la que se registrará al final de la pandemia. Pongamos un ejemplo de cálculos erróneos.
A fecha de 22 de marzo, el Ministerio de Sanidad de España dio datos de letalidad por edades, pero la clave para entender el error está en la base de la tabla. Se tomaron como totales 18 959 casos, cuando en esa fecha y momento solo 3 850 personas en España habían concluido su enfermedad, ya fuera curándose o muriéndose. Esto significa que, en esa tabla, el número de muertos será aproximadamente 5 veces superior, puesto que por cada paciente que había concluido su enfermedad a la hora de hacer los cálculos, 5 aún estaban esperando en sus camas sin saber su futuro. Es decir, que se contaron como vivos a personas que, de hecho, morirían en las próximas semanas. Entonces, ¿qué decían los números en ese momento?
El sesgo de infradiagnóstico
Si tomamos por cierto todo lo dicho hasta ahora —y lo es— la letalidad teórica calculada con los datos que había en España a fecha de la emisión de la tabla anterior sería del 45% (a día de hoy del 31%). Ahora bien, ese dato también estaría alejado de la realidad. Y mucho.
Letalidad calculada el 22/03/2020 sin eliminar el sesgo de infradiagnóstico.
Cuando se calcula la letalidad para una enfermedad siempre hay datos que se pierden en el camino. Si tenemos que calcular la letalidad de una enfermedad con los muertos y los que se han curado (recordemos que hay que dejar fuera a los casos activos) tenemos el grave problema de detectar los muertos y los enfermos reales. Antes hablábamos de la pandemia de gripe del 1918. Pues bien, a día de hoy se duda de si murieron 17 o 100 millones de personas. Como podéis ver, no es una variación pequeña. Y aunque a día de hoy es más fácil llevar la cuenta de los muertos, está habiendo problemas a la hora de contabilizarlos todos. Pero esos problemas no son ni de lejos comparables a los de diagnosticar a todos los enfermos que se han curado por ahora desde que comenzó la enfermedad.
A este respecto, muchas personas han tenido síntomas tan leves que ni saben que han sido infectados. Un porcentaje no despreciable de enfermos no tiene fiebre o la tiene muy baja. Según informó un grupo de investigación en The New England Journal of Medicine, el 11% no tenían fiebre ni tampoco tos el 32%. Además, queda la gente que transmite la enfermedad sin padecer ni un solo síntoma. Entonces, ¿cuántos pacientes se han curado realmente?
Si hacemos caso a la OMS —cosa que no parece tan descabellada a pesar de que en España se haya decidido hacer lo contrario— la letalidad del coronavirus debería estar en torno al 3,4%. Además sabemos que si en España el cálculo de letalidad teórico a día de hoy es del 31%, lo esperable sería que tuviéramos unas siete u ocho veces más infectados. Estos cálculos —rápidos y de servilleta— hechos para este artículo, tienen su respaldo en otros más detallados, como por ejemplo los llevados a cabo por Antonio Durán Guardeño, catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Sevilla, que llega a conclusiones más profesionales —pero similares a las reflejadas aquí— en cuanto a la cantidad de pacientes sin detectar para Andalucía [8]. Y no es tan importante el número exacto, sino que nos hagamos a la idea de que estamos hablando de un orden de magnitud de enfermos reales por encima del oficial para España en el momento actual.
A dónde nos lleva todo esto
Con estos datos llegamos a dos conclusiones. La primera es que el sesgo de infradiagnóstico en España es brutal, y esto es debido a que no se están realizando todos los test que serían necesarios para entender qué está pasando (luego analizaremos qué pasa en otros países). En segundo lugar, el gobierno y la prensa están dando datos de letalidad calculados con un error obvio en cuanto a contabilizar pacientes activos como pacientes finales.
Sospecho que ese error puede ser intencional a la hora de mostrar los datos más bajos que los teóricos y así acercarse más al 3,4% aproximado que tendríamos que alcanzar, aunque sea a costa de manipular la realidad. Es más fácil explicarle a la ciudadanía mediante una mentira que los datos cuadran con lo que sabemos, que contarles que en realidad no se sabe cuántos enfermos hay y que no se dispone actualmente de medios técnicos para saberlo, y que la letalidad del 31% detectada a día de hoy se debe a la ausencia de datos fiables. Lo que es innegable es que la única forma de eliminar sesgos es obteniendo mejores datos o estimaciones, no introduciendo errores.
En cuanto a la letalidad del virus, aunque hay estimaciones diversas y vivir una pandemia en directo puede arrojar sorpresas, nada nos hace pensar que vaya a ser menor del 3,4% indicado por OMS. Y cuando se solvente el sesgo de infradiagnóstico (si algún día lo hace) los datos de letalidad de la tabla mostrada por el gobierno no se reducirán frente a esos porcentajes mal calculados, sino sobre el valor teórico del 45% que había en ese momento. Lo cual quiere decir que no necesariamente serán menores a los reseñados en esa tabla —o en cualquier otra que se calcule a posteriori—, sino que podrían también ser mayores o iguales por puro azar. Es lo que tiene introducir errores en los cálculos en lugar de obtener datos de mejor calidad o hacer las correcciones oportunas.
Además, a pesar del sesgo de infradiagnóstico, los datos actuales nos dicen que si a día de hoy el 31% de los enfermos detectados fallecen, y ahora mismo hay 63 460 pacientes detectados, podríamos estar enfrentándonos a unos 20 000 muertos más en las próximas semanas. Esto variará si los criterios de detección han cambiado en el último mes —cosa que, de hecho, ha ocurrido—, pero pensar en ese orden de magnitud no es descabellado si nos agarramos a los datos que tenemos ahora mismo y eliminamos los errores y los sesgos. La sociedad española debe estar preparada para enfrentarse a decenas de miles de muertos, así como todos los países que no logren controlar la pandemia a tiempo.
La situación en otros países
Muchos medios de comunicación han ofrecido el caso de Alemania y Corea del Sur como si de una paradoja se tratara. Por poner dos ejemplos mediáticos de referencia, El país ha dado una letalidad para Alemania del 0,36% y para Corea del Sur del 1,1% [9], e incluso la web antibulos Maldita ha dado el dato del 0,36% de Alemania como cierto [10]. En cuanto a El país, aunque mencionan el infradiagnóstico como uno de los posibles responsables, lo hacen justamente en la dirección contraria, para argumentar que esas letalidades serían más acordes a lo que España vería si hiciera el diagnóstico masivo. Pero la realidad es que la letalidad de Alemania y Corea del Sur, respectivamente, son del 5% y del 3%. De nuevo, la prensa y el gobierno cuentan casos activos como casos finales, y si bien ese truco —por no llamarle falacia— puede hacer que los datos en España parezcan más bajos a pesar del infradiagnóstico, al aplicar esa lógica errónea fuera de España lo que se hace es infraestimar la letalidad registrada en los países que lo están haciendo bien.
Ahora bien, si has llegado hasta aquí puede que te preguntes por qué esta forma de calcular la letalidad es la adecuada. La respuesta es sencilla, si lo que pretendes es hacerte una idea de cuánta gente podría morir no puedes contar como vivos a personas que morirán. De hecho, solo puedes contar los pacientes que sabes cómo han acabado. Es lo que tiene el directo.
Además, si analizamos la evolución de estos dos países en la letalidad calculada no contando como vivos a los que van a morir, el resultado es que el número se mantiene en el tiempo a partir del momento en el que se empezó de forma masiva a realizar un control del número total de casos finales. España aún estaría en los momentos de la gráfica en los cuales ambas líneas (verde recuperados, naranja fallecidos) casi se tocaban por la baja calidad de los datos. En la primer gráfica la linea naranja se estabiliza en el 3% y en la segunda en el 5%. En España a día de hoy está en el 31%. De hecho, la forma de la gráfica de nuestro país es muy similar a la que habrían tenido Corea a partir del 2 de marzo y Alemania a partir del 10 de marzo, si no hubieran incrementado la cantidad de diagnósticos para variar su tendencia.
Los datos de estos dos países, además, son acordes al 3,4% calculado por la OMS (recordemos que tienen un 3% y un 5% de letalidad). Puede que aún tengan sesgos, pero hasta donde sabemos Alemania ha hecho hasta 4.000 pruebas por cada millón de personas, España 625. Es decir, 5,4 veces menos. Así pues, los datos de Alemania y Corea del Sur ni son paradójicos ni están en contradicción con los datos calculados por la OMS, sencillamente es que en España los medios de comunicación y el estado —aparentemente— aún no han aprendido a dividir.
Referencias:
[1] ABC – Coronavirus 28/02/2020
[2] Público – Coronavirus 25/02/2020
[3] OMS – Letalidad 29 enero 2020, transcripción
[4] OMS – Letalidad 29 enero 2020, vídeo
[5] Youtube – Recopilatorio de medios de comunicación ofreciendo datos erróneos para el coronavirus
[6] OMS – Letalidad 2/03/2020 – Comunicado
[7] The New England Journal of Medicine, 18/02/2020
[8] Cálculos por Antonio Durán Guardeño, catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Sevilla
[10] Maldita, 23/03/2020
[11] La Sexta – Fernando Simón
Fernando Cervera Rodríguez has a degree in Biological Sciences from the University of Valencia, where he also completed a master’s degree in Molecular Approaches in Health Sciences. His research work has focused on aspects related to molecular biology and human health. He has written content for various platforms and is an editor for Plaza Magazine and Muy Interesante. He has been a finalist for the Boehringer national award for health journalism and winner of the Literary Award for Scientific Dissemination of the Ciutat de Benicarló in 2022. He has also published a book with the Laetoli publishing house, which deals with skepticism, biomedical scams and pseudoscience in general. The book is entitled “The art of selling shit”, and another with the Círculo Rojo publishing house and entitled “In favor of animal experimentation”. In addition, he is a founding member of the Association to Protect the Patient from Pseudoscientific Therapies.