Hay una idea muy extendida en nuestra sociedad: la ciencia es buena. Mucha gente lo cree sin ningún tipo de duda, alegan que todo el avance técnico originado a partir del conocimiento nos ha reportado un bienestar y un conocimiento profundo y trascendental del cosmos. No obstante otros grupos demonizan a la ciencia con el mismo ímpetu, y alegan que el avance técnico surgido del conocimiento es el causante de la decadencia medioambiental del planeta, de las desigualdades o la causante de las modernas guerras tecnológicas.
Pero, ¿quién tiene razón? Nadie, y para ilustrarlo mejor usaré una historia que siempre me ha parecido interesante a pesar de que no sé si es totalmente cierta.
Se cuenta que durante el cuarto viaje de Cristobal Colón, el cual partió de Cádiz el 11 de mayo de 1502, los barcos de su flota sufrieron una plaga de termitas, y cuando navegas durante meses y tu único apeadero es un barco de madera el término plaga de termitas puede tener connotaciones muy negativas. Tal fue así que Colón abandonó dos de los barcos a su suerte y traspasó a toda la tripulación a los restantes, pero eso no evitó que todos se quedaran atrapados en la costa de Jamaica el 25 de junio de 1503, más de un año después de haber salido de España.
Jamaica era territorio amigo y los nativos recibieron a los náufragos con alegría, pero después de seis meses dándoles comida y casa los nativos comenzaban a sentir que, tal vez, el hombre blanco debía de buscarse otra playa donde veranear. Y bueno, pongámonos en situación: los marineros de aquella época no eran conocidos por su honorabilidad y muchas veces eran gente dura y con pocos reparos, hechos al pillaje y la violencia cuando esta era requerida. Vamos, que eran el tipo de gente a quien yo no dejaría cuidando de mi casa o mi familia. Ocurrió que la mitad de la tripulación se amotinó y saqueó un almacén de alimentos, asesinaron a algunos nativos y secuestraron a sus mujeres, violándolas durante horas sin que nadie dijera esta boca es mía. Al final pasó lo lógico: los nativos tenían un mayor número de guerreros y peleaban en casa, así que mataron y torturaron a todos los amotinados y capturaron a los otros españoles que no habían participado en el motín.
Según cuentan las historias Colón intentó explicar la situación, pero los add in translation, lost in translation y las ganas de matar no situaban la balanza del lado de Colón. Finalmente se decidió que blanco bueno blanco muerto, independientemente de su participación en el motín y las violaciones.
Ahora es cuando entra en juego Johann Müller Regiomontano, el cual había publicado tiempo atrás un libro de tablas astronómicas donde, entre otras cosas, se indicaban los eclipses que ocurrirían en las diferentes regiones de la tierra. Colón sabía que días más tarde ocurriría un eclipse en la zona así que pidió hablar con el jefe de los nativos jamaicanos. Colón explicó al hombre que Dios le había comunicado su enfado por mantener a sus hombres encerrados y amenazarlos de muerte, así que le había dicho que en pocas noches haría desaparecer la Luna si la situación no cambiaba.
Los marineros permanecieron encerrados hasta que una noche la Luna estaba incompleta y desaparecía poco a poco. Cuando esta ya había desaparecido casi totalmente los nativos comenzaron a creer que algo andaba muy mal y que se estaban buscando la ruina, así que el jefe de los jamaicanos pidió clemencia a Colón. Unas horas más tarde la Luna regresó a su situación normal y los españoles fueron liberados. Posteriormente, en junio de 1504, los supervivientes fueron rescatados y llevados a España.
¿Qué hemos aprendido con esta historia y qué tiene que ver con el título de este artículo? Pues sencillamente que el conocimiento es un arma poderosa. La ciencia solo es el conjunto ordenado de conocimientos estructurados sistemáticamente, pero nosotros decidimos qué hacer con él. Es decir, no hay buena o mala ciencia, hay malos y buenos usos de la ciencia llevados a cabo por personas. Colón utilizó el conocimiento científico para salvar su vida y engañar a los nativos, y del mismo modo los líderes espirituales de otras épocas usaron la información de cuándo sucederían los eclipses para amedrentar al pueblo, someterlo y permanecer en el poder. La tecnología nuclear puede usarse para fabricar bombas o para enviar naves más allá de las estrellas, pero la ciencia es neutra e indiferente a la moral y es tan culpable de las muertes de Hiroshima como lo es el cuchillo de un asesino.
El conocimiento puede ser útil para matar a millones de personas o para salvar a otros tantos de las plagas que azotan a nuestra especie. La ciencia no es idílica ni tiene una intención moral, eso lo añadimos los científicos, pero al fin y al cabo los científicos solo somos personas sujetas a las vicisitudes de nuestro tiempo, y del mismo modo que Einstein firmó una carta apoyando el desarrollo de armas nucleares (cosa de la que más tarde se arrepintió), también sus descubrimientos nos permiten, entre otras cosas, lanzar satélites y comunicarnos en la moderna era tecnológica.
Fernando Cervera Rodríguez has a degree in Biological Sciences from the University of Valencia, where he also completed a master’s degree in Molecular Approaches in Health Sciences. His research work has focused on aspects related to molecular biology and human health. He has written content for various platforms and is an editor for Plaza Magazine and Muy Interesante. He has been a finalist for the Boehringer national award for health journalism and winner of the Literary Award for Scientific Dissemination of the Ciutat de Benicarló in 2022. He has also published a book with the Laetoli publishing house, which deals with skepticism, biomedical scams and pseudoscience in general. The book is entitled “The art of selling shit”, and another with the Círculo Rojo publishing house and entitled “In favor of animal experimentation”. In addition, he is a founding member of the Association to Protect the Patient from Pseudoscientific Therapies.
Me ha parecido interesante el artículo, si bien comparto la idea de que la ciencia per se no es ni buena ni mala, si que es la única que nos da las herramientas para poder hacer cosas buenas, cosa que la ignorancia no. En los últimos 100 años si bien podemos pensar que las diferencias sociales han aumentado, yo no estoy tan de acuerdo. Si comparamos la vida de los antiguos señores que vivían en sus castillos, calientes, seguros, con acceso a los alimentos con la de los campesinos, cuya vida era muy dura, expuestos a enfermedades, hambrunas, frío y trabajo de sol a sol. Así hoy en día también tenemos esos señores, que viven muy por encima de los demás, pero las diferencias desde un punto de vista biológico no son tan grandes, tenemos más alimentos que nunca, acceso a agua potable, medicina, la capacidad de depurar, reciclar, reutilizar nuestros desechos. Cosas con las que hace 150 años nadie soñaría con poder tener.
Así que atendiendo a todas estas cosas, puedo decir con rotundidad que la ciencia, el conocimiento es muy bueno. Cierto que se puede usar para cosas malas, pero también para cosas muy buenas.
¡¡¡¡Muchas gracias por tu comentario!!!! 🙂 Me alegro de que te haya parecido interesante.