Set of grunge rubber stamps with the text gluten free written inside, vector illustration

¿Gluten bueno y gluten malo? Un ejemplo de mal periodismo

El columnista americano George Will le atribuyó al político y cardenal Thomas Wolsey —nacido en 1473— la siguiente frase: Ten mucho cuidado con lo que pones en esa cabeza, porque nunca lo sacarás de ahí. Resulta curioso observar que, en quinientos años, no ha cambiado casi nada. Y es que los medios de comunicación tienen un poder enorme sobre las masas: por un lado la prensa puede servir para informar, pero por otro, también para desinformar. Y si hablamos de temas científicos además entra en juego la incultura científica, ya que en los medios de comunicación aparecen a diario personas que, ya sea desde el desconocimiento o desde la intencionalidad, desinforman a la gente ofreciéndoles datos falsos mezclados con falacias argumentales poderosas, y dos de los temas más famosos que reúnen esas características son los transgénicos y las pseudociencias. Y esto nos lleva a que Rosa Montero, periodista y escritora de éxito, se ha hecho célebre en Twitter durante unas horas, ¿el motivo? Un artículo publicado en el periódico El País, donde defiende la existencia de gluten bueno y gluten malo, y además echa la culpa de ello a la revolución agrícola y los transgénicos, todo ello como prólogo a una defensa de la homeopatía y una serie de consejos de salud sin base científica [1]. Veamos algunas partes del texto.

Gluten

Rosa Montero comienza su artículo diciendo que la introducción de semillas transgénicas en los años cuarenta del siglo XX tiene la culpa de la intolerancia al gluten. Veamos qué dice:

En los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, el ingeniero agrónomo estadounidense Norman Borlaug inició lo que luego se denominaría la Revolución Verde creando semillas transgénicas de arroz, maíz, trigo y centeno que multiplicaban el resultado de la cosecha. […] Lo malo es que el trigo y el centeno que comemos hoy vienen de ahí, y al parecer nuestro cuerpo no termina de reconocer el gluten de esos cereales, creando cada día más casos de intolerancia. El problema, pues, no sería el gluten, sino ese nuevo gluten al que no estamos habituados; no hay inconveniente en comer espelta o kamut, por ejemplo, trigos ancestrales cuyas semillas no han sido modificadas y que digerimos sin dificultad.

Si analizamos el inicio del texto detectamos el primero de los errores: decir que se introdujeron semillas transgénicas en la agricultura. La realidad es bien diferente: durante la revolución verde iniciada en la década de 1960 no se introdujeron plantas transgénicas, es más, la primera planta transgénica no se creó hasta el año 1983 [2], en concreto una planta de tabaco. Por si eso fuera poco, la primera planta transgénica que se destinó para consumo humano no llegaría hasta el año 1994 [3]. Entonces, ¿cómo es posible que el gluten cambiara en los años sesenta del siglo XX? La respuesta es sencilla; no lo hizo.

El gluten está presente en muchos tipos de cereales y se usa como agente gelificante y emulgente en panadería. Pero, ¿qué es el gluten? El gluten está formado, principalmente, por tres grandes familias de compuestos; proteínas (en concreto gluteninas y gliadinas), lípidos y carbohidratos. El gluten no es nada del otro mundo, y lo que es más importante, es el mismo en los diferentes tipos de cereales y no ha cambiado su composición debido a la agricultura. De hecho, la revolución verde de la que nos habla Rosa Montero consistió, básicamente, en seleccionar variedades (tal cual lleva haciéndose desde hace 10.000 años [4]) y usar plaguicidas, fertilizantes y técnicas modernas de riego y recolección. De este modo se consiguió aumentar la producción de alimentos utilizando la misma cantidad de suelo, lo que permitió alimentar a más gente y deforestar menos cantidades de terreno para su uso agrícola, y también nos dejó otros problemas ligados a la contaminación. Pero, eso sí, lo más importante es que todo esto no tiene nada que ver con el gluten, y no existe un “gluten bueno” y un “gluten malo”. Solo existe un gluten, y de hecho, para los celíacos —que padecen una enfermedad autoinmune que les produce intolerancia permanente al gluten— es igual de malo el gluten de las plantas de cosecha industrial como el de los trigos supuestamente  ancestrales que propone Rosa Montero como alternativa saludable, es decir, la espelta o el kamut [5]. De hecho, propuestas como las de Rosa Montero han sido responsables de daños a pacientes celíacos [6].

El problema surge porque se han puesto de moda las dietas sin gluten por la creencia de que son más saludables, todo ello por culpa de personajes famosos que las promocionan, como la actriz Gwyneth Paltrow (que tiene una plataforma de venta y promoción de productos pseudocientíficos que recauda 20 millones de euros al año [7]), Miley Cyrus, Rachel Weisz, Victoria Beckham o, en este caso, Rosa Montero. Pero la realidad es que realizar una dieta sin gluten y sin motivos para ello puede desencadenar problemas de salud al sustituir alimentos que llevan gluten por otros que carecen de fibra, la cual es importante para la regulación del organismo. Es más, los consejos de salud en temas sobre los cuales se tiene tanto desconocimiento son peligrosos, y prueba de ello está en que, según la evidencia actual, la llamada sensibilidad al gluten no celíaca, es decir, que sin ser celíaco el gluten te produzca problemas, no se debería al gluten, sino a otros compuestos de los cereales o a que la gente se autodiagnostica falsamente y sin criterio médico [8,9].

Homeopatía

Si seguimos leyendo el artículo de Rosa Montero llegamos a la parte final, donde se nos dice que la campaña actual contra la homeopatía está orquestada, en realidad, por grandes multinacionales. Cabe destacar que ULÛM es un medio independiente que vive de la gratuidad, y que el que escribe estas líneas llevó a cabo desde la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas, una organización sin ánimo de lucro, una recogida de firmas y una serie de acciones que terminaron con un máster de homeopatía que ofrecía la Universidad de Valencia [10], y ni esta revista ni yo estamos al servicio de ninguna multinacional farmacéutica, a las cuales hemos criticado también desde aquí [11]. Pero analicemos algunas de las frases del texto de Rosa Montero.

¿No les choca la repentina obsesión científica que le ha entrado a nuestra, en general, acientífica sociedad para denunciar la homeopatía? […] alucina ver tanta furia contra una práctica barata y desde luego inocua, mientras que los muertos por efectos secundarios de las medicinas alopáticas son un goteo constante […]aunque sólo fuera por el efecto placebo, servirían sin riesgo para mejorar la salud. Y sobre todo es que no soporto que estos laboratorios, que dedican el 90% de su presupuesto a enfermedades que sólo padece el 10% de la población mundial; […] que dicen que esos precios son para costear la investigación, cuando Gobiernos y consumidores les pagamos el 84% de la misma y los laboratorios dedican el 13% de su presupuesto a investigar y un 30%-35% a marketing .

La homeopatía puede tener muchos adjetivos, pero desde luego que ni es inocua ni barata, y si no que se lo pregunten a los fallecidos por su uso. Y no me refiero solo a casos de sustitución de tratamientos científicos por homeopatía, como el niño que murió recientemente por una infección de oído y cuyos padres no creían en la medicina científica [12], sino al resto de muertos y afectados por consumir homeopatía [13]. Pero es más, aunque fuera barata e inocua, aún faltarían los dos adjetivos que mejor describen a la homeopatía: fraudulenta e ilegal. Y es que la homeopatía no funciona, se trata en exclusiva de terrones de azúcar que se venden en farmacias bajo indicaciones terapéuticas falsas y saltándose toda la regulación de medicamentos. Pero el dato que más llama la atención es la crítica que hace Rosa Montero al gasto en publicidad de las empresas farmacéuticas como defensa de la homeopatía. Y es que, por poner un ejemplo, en el año 2013, Boirón —empresa homeopática por excelencia en Europa— gastó en marketing 133 millones, y en investigación 6 millones, es decir, unas veinte veces menos [15]. Esas cifras son mucho más escandalosas que las atribuidas por Rosa Montero a las empresas farmacéuticas, y es que, si lo pensamos bien, las empresas homeopáticas no tienen grandes gastos en investigación científica porque la homeopatía contradice los principios científicos de la farmacología. De hecho, casi toda la investigación que hacen está enfocada en estudios de mercado y no en cuestiones científicas.

Algunas conclusiones

En su artículo, Rosa Montero dice que está segura de que no hay estudios sobre el gluten transgénico porque no le interesan a nadie. Ahora bien, la realidad es que no existen esos estudios porque el gluten transgénico del que habla no existe. De hecho, antes hemos citado algunos estudios sobre cómo afecta el gluten a las personas, así que este tema sí que interesa a la ciencia. Pero lo más preocupante no son los datos falsos, sino el desconocimiento sobre algunas cosas básicas. Para empezar, Rosa Montero liga el concepto de investigación científica a empresa privadas, ¿en las universidades públicas no se hace investigación?, ¿también están pagados por las grandes empresas los centenares de miles de científicos públicos que trabajan en ciencias de la alimentación? Por otro lado, ¿cómo pueden darse consejos de salud desde el desconocimiento?, ¿cómo pueden permitirse esas conductas desinformativas desde un medio de comunicación serio?

Los medios de comunicación tienen una responsabilidad enorme en sus manos, y sobre todo cuando se utiliza su nombre para dar consejos de salud peligrosos basados en la ignorancia. Hay cuestiones que son hechos objetivos, y no puedo imaginarme a un periodista serio diciendo que Hitler era italiano, que Valencia es la capital de España o que Mariano Rajoy es el coordinador general del PSOE. ¿Por qué no se considera igualmente una falta de profesionalidad decir que existe un gluten malo ocasionado por los transgénicos?

Como conclusión de toda esta historia me quedo con un dato paradójico: justamente, en la era de los transgénicos y gracias a ellos, se ha podido crear en España y desde la universidad pública una variedad de trigo transgénico sin gliadinas, es decir, la porción del gluten que es tóxica para los celíacos. Ese trigo, con suficiente tiempo y estudios científicos, les podría hacer la vida mucho más fácil. La parte curiosa es que por culpa de artículos que desinforman a la población sobre qué es un producto transgénico o qué es el gluten, la oposición a los transgénicos es tan alta que ese trigo no va a poder ser comercializado en España y alguna empresa privada extranjera se beneficiará, por culpa del miedo, de una investigación hecha con dinero público y en nuestro país. Y eso resume muy bien por qué los periódicos serios deberían tener cuidado a la hora de emitir informaciones falsas, y por qué los periodistas deberían informar, y no desinformar, cuando hablan de temas científicos que pueden afectar a la salud de las personas.

Lectura recomendada

¿Quién paga el periodismo placebo?

Referencias

[1] Rosa Montero

[2] Tabaco transgénico

[3] Tomate transgénico

[4] Diez mil años modificando genes

[5] Gluten de la espelta

[6] Daños en pacientes celíacos por consumo de espelta

[7] Gwyneth Paltrow

[8] Gluten-related disorders: certainties, questions and doubts

[9] Sensibilidad al gluten no celiaca: una revisión crítica de la evidencia actual

[10] APETP – Homeopatía

[11] Experimentación ilegal con humanos – farmacéuticas

[12] Italia – muerte por sustitución de tratamiento

[13]  El uso de productos homeopáticos puede matar

[14] Trigo para celíacos – transgénicos

[15] Facturación y cuentas de Boiron – 2013

¿Gluten bueno y gluten malo? Un ejemplo de mal periodismo comentarios en «4»

  1. Totalmente de acuerdo en que los periodistas sin formación científica o, al menos, sin haberse documentado suficientemente antes de escribir sobre estos temas, no deberían pontificar sobre temas de salud.

    Pero otras personas con dilatada formación y experiencia en este asunto defienden que la creciente aparición de casos de intolerancia al gluten a nivel mundial está ligado a las semillas transgénicas y lo fundamentan debidamente.

    Dos simples ejemplos: Ana María Lajusticia (química) o Susan Blum (médico, escritora, catedrática de medicina preventiva y asesora del Instituto de Medicina Funcional de EEUU)

    ¿Sus opiniones son válidas o tampoco deben ser tenidas en cuenta?

    Un saludo.

    1. Hola José. Ana María Lajusticia tiene una empresa especializada en herboristería y uno de sus productos estrellas son los productos sin gluten (http://www.anamarialajusticia.es), lo cual me hace desconfiar de lo que pueda decir por su conflicto de intereses. Por otro lado, no he encontrado ninguna referencia de que defienda lo que dices, si me la pudieras proporcionar te podría responder mejor. Sobre Susan Blum más de lo mismo: no encuentro ninguna referencia de que defienda lo que dices. Ajustémonos a los hechos y no a las opiniones de cada cual: dame referencias de lo que dice y los datos que proporcionan, y lo valoramos como datos. Por otro lado, los transgénicos no modifican el tipo de gluten que tiene una planta: no existe un gluten transgénico. Además, en España no se consumen transgenicos y los casos de intolerancia al gluten, por lo que he podido verificar, no son diferentes al de países donde sí se consumen transgénicos. Así que me ajusto a lo comentado antes: dime qué dicen exactamente con los enlaces para poder leerlo con detenimiento, y te contesto mejor con esos datos, pero ya te comento que la posición del «gluten transgénico» no presenta evidencias hasta donde he podido verificar (y le he dedicado muchas horas de búsqueda en bases de datos y artículos).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *