El Eternauta

Cae nieve al otro lado de la ventana, pero no es una nieve cualquiera. Así comienza la historia de El Eternauta, una novela gráfica de ciencia ficción creada en 1957 por el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López. La historia comienza cuando al propio guionista del cómic se le aparece un viajero del tiempo autodenominado El Eternauta. Juan Salvo, que así se llama en realidad, le contará su historia.

Al parecer este inesperado personaje estaba junto a sus amigos en Buenos Aires, donde además también se encontraba su familia, es decir, su esposa Elena y su hija Martita. Los amigos estaban realizando algo tan típico argentino como jugar al truco (si Juan Salvo hubiera sido valenciano posiblemente habría estado jugando al truc). En esa partida se encontraban sus buenos amigos Favalli, Lucas y Polsky. Y de repente, en ese ambiente tan hogareño, comenzó a caer una gran nevada. Intente imaginar el asombro de estos porteños al ver caer nieve en la ciudad, sobre todo si tenemos en cuenta que en Buenos Aires ha nevado seis veces en los últimos cien años. Pero eso no era lo más importante, ¡los copos de nieve eran fluorescentes! Esta nieve tan extraordinaria vino acompañada de algo mucho más siniestro; toda persona con un mínimo contacto con ella fue aniquilando, quedando la humanidad reducida a todos aquellos que estaban perfectamente aislados, como fue el caso de nuestro Eternauta.

Con este increíble comienzo tenemos entre manos una de las historias más emblemáticas del cómic argentino, una historia que no puede faltar a todo amante de la ciencia ficción. Multitud de expertos han señalado (por suerte yo no lo soy) que lo más destacado de esta obra es la gran cantidad de interpretaciones, referencias ocultas o segundas lecturas que se puede hacer del cómic. De hecho, sin ir más lejos el propio Oesterheld fue un artista cargado de fuertes polémicas e implicación política, lo que le valió para ser hecho desaparecer junto a sus cuatro hijas en 1977 cuando fue secuestrado por las fuerzas armadas. De Oesterheld no se sabe que ocurrió pero su obra es inmortal. Y si antes comentaba que yo no soy ningún experto en cómics ni en ciencia ficción es porque, lo que más me llama la atención de esta obra, es algo que puede parecer superfluo: la cercanía con el lector medio.

Para empezar en El Eternauta todo el protagonismo recae en un grupo amplio de personas. No hay héroes reales, hay personas que sufren, pelean y mueren en grupo, luchando contra las injusticias y el enemigo común. Por otro lado todo esto ocurre en Argentina. Yo no soy argentino pero gracias a mi gran amigo Mariano Collantes (que es el culpable de que yo conozca esta historia y tiene el orgullo de ser argentino) pude entender lo que significó para la gente de allí que, por una vez, una gran historia de ciencia ficción digna de una película de Hollywood recayera sobre terreno nacional. Porque no es lo mismo ver a Godzilla reventando Manhatan que verlo paseando por Madrid (por poner un ejemplo). Y es que es imposible no leer El Eternauta y ver el tremendo intento de sus autores por conseguir el efecto de que el lector sintiera que era una historia cercana. Por poner algunos ejemplos en el comienzo podemos ver a los protagonistas jugando al truco, o al pasear por las calles de la ciudad encontrar carteles que hacen referencia a marcas como YPF. También hay muchos grafitis de corte político, como por ejemplo uno que reza Vote Frondizi haciendo referencia al presidente argentino Arturo Frondizi (1958). Todo esto ocurre en calles y lugares que no he tenido el placer de visitar pero sé que son importantes, lo cual me hace imposible olvidar a los personajes en la batalla de la Avenida General Paz o resistiendo a duras penas en el estadio del Club Atlético River Plate.

Como conclusión quiero remarcar la profundidad psicológica y el buen argumento que tiene este cómic hecho en 1957, que se dice pronto. Más de cincuenta años después esta historia tiene ese realismo que ahora busca de nuevo la ciencia ficción, y solamente por el hecho de estar tan bien construido, de acercar la ciencia ficción a millones de argentinos (y no argentinos), de presentar personajes realistas y por haber aguantado tan bien todos estos años, este gran cómic merece un puesto entre los grandes. Y en vuestras estanterías.

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