Texto escrito por Julián Chaves
No ansías rodearte de lujos, no te dan ninguna envidia los coches caros, ni las mansiones, ni las joyas, mirarías un diamante como algo puramente geológico, desde luego tu objetivo en la vida no es acumular y acumular riquezas, de hecho puede que no supieras cómo hacerlo pues en el terreno material solo necesitas lo necesario para vivir sin apreturas y poderte dar algún caprichillo eventual. Sin embargo te sientes hambriento de conocimientos, ávido de sensaciones nuevas, ardes en deseos de visitar todos y cada uno de los rincones del mundo, y te entristece el saber que te será físicamente imposible, la curiosidad es uno de tus motores, el otro es la imposibilidad de estar tocándote las narices ni un segundo y es que necesitas meterte constantemente en jardines y «fregaos», embarcarte en nuevos retos y empresas, buscar tus límites físicos, o mentales, o ambos, no tienes miedo a madrugar o a trasnochar, disfrutas del camino sin cegarte en el destino, te arriesgas y siempre lo das todo, eres capaz de hacer muchas cosas por pura pasión, sintiéndote un náufrago en mitad de una jungla donde se mercantiliza casi todo, siempre miras hacia delante y lo que más deseas es llegar a viejo con millones de historias que contar. Si no te conformas con seguir respirando y si hablas de amor en tiempos de guerra, entonces eres ULÛM y tienes todos los síntomas de ser un inconformista emocional.
Pero a veces, este afán por hacer de la proactividad nuestro «modus vivendi» y el propio ritmo frenético que la vida moderna nos impone nos acaba llevando a un punto de saturación, en el que los pensamientos se arremolinan y la claridad brilla por su ausencia, el cansancio hace mella y el estrés, gran mal de nuestros días, nos perturba el ánimo atacando directamente los sensores que regulan nuestro buen humor. Cada cual tiene su constante de saturación, y tarde o temprano todos llegamos a ese punto en el que no podremos disolver más cosas, y aunque un inconformista emocional siempre tiene sus vías de escape propias, hechas a medida para lidiar con tanta ebullición mental y física, al final todos necesitamos un descanso, un período para formatear nuestra mente y observar las cosas desde otro ángulo y poner de paso en orden todo nuestro caos, una temporada para hacer las reparaciones pertinentes en nuestro propio sistema, para analizar lo acontecido, unos días de introspección y examen de conciencia. Dejar la mente en blanco para después poder llenarla de mejores ideas, descansar tu cuerpo para luego sentirte como un titán, relajarte y observar, respirar hondo y meditar, prohibir el uso del reloj y planear la materialización de tus ilusiones.
Por eso, antes de que lleguemos al colapso y nos de por salir a la calle en gayumbos y gritando inteligibles vocablos, hemos decidido tomarnos unas pequeñas vacaciones, vamos a cumplir un año en septiembre y hemos decidido darnos un pequeño homenaje, desapareciendo un tiempo para luego volver a reaparecer con toda la fuerza posible, y esperemos que el regreso esté cargado de ideas nuevas, de ideas que sean de vuestro agrado, para así poder comenzar el nuevo año cargados de energía, ciencia y buena letra. Sí, y no me estoy confundiendo cuando os hablo del nuevo año, ya que digan lo que me digan, el año nuevo siempre comenzará para mí en septiembre y por los siglos de los siglos abogaré por una Nochevieja el 31 de agosto.
Con la libertad de poner lo que me da la gana, y ya que he escrito estos párrafos escuchando la canción «Fuego camina conmigo» de Violadores del Verso, me apetece poneros unos cuantos versos que me gustan especialmente.
Le dije: Monta que te llevo al sol, me dijo: Que tontería, ¡arderás!,
le dije que no pensaba ir de día y se reía,
ya verás le decía si te fías de este guía.
Dicen que cuando llegas hay un flash, y me creía,
me daba alas, parábamos a dar caladas en coordenadas desordenadas,
sentados en el Meridiano de Greenwich, dejábamos colgar las piernas,
sabiendo que la búsqueda era eterna,
y que hay muchas paradas a lo largo del camino y que,
lo importante no es llegar sino,
sino el camino en si, miramos atrás
y supimos que nadie volvería a vernos mas.
Salud y virtud, paz y amor, y no os olvidéis de nosotros por que nosotros no lo hacemos de vosotros. Un abrazo querido lector.
Julián Chaves Naharro. Licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Valencia, Máster en Ingeniería hidráulica y medio ambiente por la Universidad Politécnica de Valencia y especializado en la gestión, restauración y conservación de cuencas hidrográficas, donde realizó una tesina sobre el cálculo de emisiones de gases de efecto invernadero en incendios forestales. Comenzó su actividad divulgadora con su blog personal “El Ambientoblog”. Deportista, agricultor, divulgador, montaña en vena, muy energético, algo subversivo y ciudadano del mundo.