Una mirada al horizonte: Plutón

Uno de mis profesores de neurociencias, durante la carrera, nos propuso que una parte de la diferencia entre el cerebro de los humanos y el de otras especies inteligentes reside en nuestra capacidad de realizar planes a largo plazo. No es tanto el pensar en comprar el pan mañana por la mañana, sino el de planificar nuestra vida a meses o años vista. Esta capacidad no solo es positiva como individuos, también lo es como sociedad. Por ejemplo, ha habido muchas obras arquitectónicas en la antigüedad cuyo desarrollo estaba programado que durara décadas enteras. También, en algo que nos atañe más al espíritu de la página, raro es el proyecto científico que se puede solucionar a corto plazo. Y sin duda, una de las áreas donde más se ve esta capacidad, es en la astronomía y la exploración espacial.

La exploración espacial es, sin ningún tipo de duda, una de las tareas que más exige a esta capacidad de planificación a largo plazo. Todavía estamos en los comienzos de la misma, solo hemos salido un par de veces a jugar al vecindario y todo sin alejarnos mucho de nuestra casa. Lo máximo que hemos hecho ha sido enviar a “otros” a ver lo que hay en algunas de las casas que están al final, donde nosotros no podemos observar directamente lo que ocurre. Quizás suene un poco a espiar a la vecina o vecino de enfrente cuando se está cambiando de ropa, pero aquí solo hay un ánimo puramente científico. Por ahora al menos. Y aun así, después de todo esto, seguimos sin saber cómo son algunas casas por dentro, en algunos casos incluso desconocemos si por fuera tienen una valla de madera blanca típica americana, o por el contrario no tienen ni jardín. Las casas de otros barrios quedan aún muy lejos, están a unas distancias que por ahora son insalvables. Pero solamente por ahora.

El caso es que ahora mismo, en la fecha de publicación de esta entrada, falta menos de un mes para que uno de nuestros “espías” llegue a una de las últimas casas del vecindario que es el Sistema Solar. Nos estamos refiriendo a Plutón. Bueno, ahora hay que llamarlo (134340) Plutón como nombre oficial, desde que es considerado como planeta enano. La sonda responsable de tal hazaña es la New Horizons, lanzada por la NASA un fresco enero del 2006 en cabo Cañaveral. El próximo 15 de Julio, cerca de las 8 de la mañana (hora del Este de USA), esta sonda estará lo más próximo a Plutón que ningún otro objeto fabricado por el humano ha estado antes. A unos 12400 km. Vamos, lo que te marca Google Maps si quieres ir desde Madrid a Pekín en coche aproximadamente. Eso quiere decir que se ha esperado durante casi 10 años para llegar hasta ahí, donde nadie antes había llegado. Bueno, 10 años de trayecto, más los que costaría preparar todo el proyecto que seguramente no sean pocos.

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El protagonista de este estudio, Plutón, es un planeta ciertamente peculiar como ya sabréis. Plagado de disputas en torno a él, precisamente en 2006 fue descatalogado como planeta, e inauguró una categoría creada para objetos similares, como Ceres, situado entre las órbitas de Marte y Júpiter. La principal diferencia entre un planeta “normal”, y un planeta enano, es que estos últimos no han limpiado la vecindad de su órbita. ¿Y esto qué significa? Que no han limpiado su órbita de planetesimales como los demás, lo que puede estar diciéndonos cosas sobre su origen. Al margen de esto, Plutón tiene una masa bastante inferior a la de nuestro propio satélite, y su órbita es muy excéntrica tal y como podemos ver en la imagen de abajo.

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Sin embargo, una de las características que más me llaman la atención es la relación que tiene con su mayor satélite, Caronte. Porque sí, amigo lector o lectora, Plutón tiene el tamaño de una mosca vista a un kilómetro, pero tiene más satélites que nosotros, en concreto cinco. Los otros satélites son Nix, Estigia, Hidra y Cerbero, todo relacionado con el dios de la muerte griego Hades cuyo homónimo romano es, precisamente, Plutón. Pues bien, lo que ocurre con Caronte es que tiene una masa bastante grande en proporción al propio Plutón, más o menos un octavo del mismo. Este suceso, sumado a la gran proximidad que hay entre ambos cuerpos, genera que la atracción del propio “barquero” a Plutón sea muy alta y que el propio planeta se “tambalee” de un lugar a otro por acción de la órbita del satélite. Más abajo podéis ver una animación hecha a partir de imágenes que ha tomado ya la propia sonda hace unos meses. De hecho, al ser tan parecidos los tamaños y masas de Plutón y Caronte, que hay dudas de si considerarlos como un sistema binario de planetas. De lo que no hay duda alguna es lo impresionante de este fenómeno, único ahora mismo en todo el sistema solar.

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Ahora bien, no sé si alguno de vosotros os habéis preguntado cómo se puede recibir información desde una sonda que está tan lejos. Obviamente esto va por radiación electromagnética, por ondas en ciertas frecuencias. Lo que ocurre es que alejarse tiene sus consecuencias, sobre todo en cuanto a la velocidad que puedes mandar paquetes de información. Cuando la sonda se encontraba en las cercanías de Júpiter, era capaz de mandar información a unos cuantos kilobytes por segundo. Se espera que cuando llegue a Plutón esté en torno a unos 1000 bytes por segundo. Para el que recuerde la maravillosa época de los módems de 56K, uno podía descargar a la maravillosa velocidad de 5 o 6 kilobytes por segundo como máximo. Además de impedir usar el teléfono en casas mientras estabas conectado, pero eso es otro asunto. Pues bien, para recibir todos los datos que va a medir la sonda, se espera que tardemos unos 9 meses en hacerlo por completo. Vamos, que va a “dar a luz” información valiosa sobre Plutón y sus satélites.

La New Horizons será la primera sonda capaz de cartografiar de una manera aceptable a este pequeño vecino. En total, este proyecto ha costado unos 650 millones de dólares. Pongo la cifra porque me parece conveniente que vosotros, lectores, lo comparéis con las cifras que estáis escuchando diariamente en las noticias entre desfalcos, corrupciones, o gastos en obras fantasma. Lo que podría avanzar la humanidad si el dinero se gastase de una forma más coherente. Al menos, un detalle que me ha gustado sobre esta misión, es que el descubridor de Plutón (Clyde William) podrá viajar finalmente hasta ahí. Lo está haciendo en forma de cenizas, transportadas por la New Horizons, en su largo e inhóspito trayecto hasta el encuentro de quien lleva el nombre del dios de la muerte. Esperemos que la barca aguante las turbulencias del río Estigia, y que su barquero sea habilidoso para llevarle al puerto que merece.

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