Recuerdo que hace algunos años, en el Centre de Cultura Contemporània Octubre [1], tuve el placer de asistir a la charla de un científico que explicó una hipótesis mayoritaria por aquel entonces: el Homo neanderthalensis, llamado comúnmente hombre de neandertal, no había hibridado con nuestra especie y no existían evidencias para afirmar tal cosa. Es más, según nos explicó, casi todas las pruebas indicaban enfrentamientos entre ambos y no una cooperación. Pero como sabemos, la ausencia de prueba no es prueba de ausencia, y recientemente tuvimos el privilegio cultural de que un grupo de paleontólogos y genetistas averiguaran, tras muchos años de investigación, que nosotros, los Homo sapiens, habíamos copulado e hibridado con los neandertales. Esto vino a confirmar las sospechas de muchos biólogos evolutivos, y la presencia de un 5% de genes neandertales en los europeos nos abrió los ojos [2]: no somos una especie elegida, hemos evolucionado y llegado hasta nuestros días debido a motivos casuales y no causales.
La historia no se quedó ahí. La triste realidad respecto a la evolución humana es que, a excepción de los neandertales, el número y las relaciones genéticas de los linajes de los homínidos son en gran parte desconocidas. Nunca se ha descartado que, junto a los Homo neanderthalensis y los Homo sapiens, hubieran coexistido otras especies de homínidos similares. La sorpresa llegó en abril de 2010 cuando Krause y Pääbo, del famoso instituto científico alemán Max Planck, descubrieron ADN mitocondrial de una especie desconocida del género humano. El ADN fue extraído de unos restos excavados en 2008 en la cueva de Denisova, situada en las montañas siberianas de Altai. Lo que se había encontrado era algo totalmente nuevo, un tipo desconocido de homínido que compartía un ancestro común con humanos y neandertales. Es más, los datos recopilados en la cueva indicaban que los homínidos de Denisova habían convivido en el tiempo junto a las otras dos especies de homínidos, todo ello a pesar de ser tres grupos diferentes [3]. La pregunta no se hizo esperar, ¿podrían haber hibridado esos nuevos homínidos con los seres humanos actuales?, ¿tenemos genes de otras especies aún desconocidas? La cara oculta de nuestra historia evolutiva se hacía cada vez más interesante, al mismo tiempo que se destruían muchos dogmas sobre los orígenes de nuestra especie.
Las respuestas a las nuevas preguntas llegaron. La revista Nature publicó un estudio comparando el genoma del nuevo grupo de homínidos con miles de poblaciones humanas, y finalmente se vio una relación clara con los habitantes del noreste de Australia. De hecho, ese grupo humano ha heredado un 6% del ADN de la nueva especie descubierta en Siberia [4].
¿En qué podemos traducir toda esta historia de porcentajes? Lo primero que deberíamos pensar es que los seres humanos no somos demasiado especiales, hemos evolucionado e hibridado junto a otras especies, y somos descendientes directos de aquellos homínidos que no hemos considerado nunca humanos. La racionalidad, la inteligencia y los sentimientos no son patentes exclusivas de la humanidad, como demuestra que recientemente se descubriera que los neandertales fabricaban adornos y los lucían en su cuerpo [5]. Ese comportamiento implica una elevada consciencia de uno mismo, y una serie de conceptos abstractos que tradicionalmente hemos considerado humanos. Además, hoy en día sabemos que las ballenas, los primates, los delfines y muchos animales más, tienen la capacidad de desarrollar un lenguaje. Nuestra especie está ansiosa por conocer, y siempre nos hemos preguntado si existe vida más allá de las estrellas, e incluso hemos intentado buscar, mediante criterios científicos, vida inteligente fuera de nuestro planeta. Mientras tanto, la ciencia ha logrado hacer cosas que la superstición ha intentado durante milenios, ya que finalmente se ha logrado, en un sentido no tan literal, hacer hablar a los muertos. Los restos de los neandertales y de la nueva especie de Siberia nos dejan un mensaje aleccionador: no somos la especie elegida, llevamos en nuestro interior el legado genético de millones de especies que vivieron antes que nosotros, y para lograr tener un futuro debemos comprender nuestro pasado.
[2] Artículo 1
[3] Artículo 2
[4] Artículo 3
Fernando Cervera Rodríguez has a degree in Biological Sciences from the University of Valencia, where he also completed a master’s degree in Molecular Approaches in Health Sciences. His research work has focused on aspects related to molecular biology and human health. He has written content for various platforms and is an editor for Plaza Magazine and Muy Interesante. He has been a finalist for the Boehringer national award for health journalism and winner of the Literary Award for Scientific Dissemination of the Ciutat de Benicarló in 2022. He has also published a book with the Laetoli publishing house, which deals with skepticism, biomedical scams and pseudoscience in general. The book is entitled “The art of selling shit”, and another with the Círculo Rojo publishing house and entitled “In favor of animal experimentation”. In addition, he is a founding member of the Association to Protect the Patient from Pseudoscientific Therapies.
Comento desde la ignorancia y la vagancia de no haber leído el artículo, pero tengo algunas dudas:
Con respecto a la «nueva especie de Homo» descubierta, imagino que en el artículo suponen que es una nueva especie y no un grupo aislado de Neandertal o Sapiens porque habrán podido trazar la divergencia evolutiva en un punto suficientemente alejado como para que las diferencias genéticas sean atribuibles a algo diferente y no a una población aislada. ¿Es así?
¿Solamente se cuenta con ADN mitocondrial o han podido analizar ADN nuclear? lo digo porque si los descendientes australianos actuales tienen un 6% de su genoma, imagino que será el 6% del ADN mitocondrial, con lo cual es mucho menos del 6% de ADN total.
Relacionada con la anterior, ¿se refieren a aborígenes australianos o a europeos modernos que colonizaron y viven allí ahora? sea del modo que sea, me resulta muy muy extraña esa diferencia geográfica, ¿hay alguna hipótesis?
Y ahora otro comentario XD.
Primero dar la enhorabuena por publicar información científica de tanta actualidad y contada de manera tan amena.
Y ahora un poco de filosofar.
Durante la mayor parte del tiempo como Homo sapiens, apenas surgieron revoluciones comportamentales o tecnológicas (o no hay rastro visible), todo parecía «avanzar» gradualmente a una velocidad lenta. Sin embargo, hace 40.000 años aparecen las primeras pinturas, comienzan a aparecer enterramientos, objetos ornamentales, avances tecnológicos muy rápidos, etc., por lo que parece que algo debió ocurrir en ese momento, quizás la aparición de la consciencia, o los tiempos verbales de pasado y futuro que nos permitieron comprender que venimos de algo y que vamos hacia algo, pudiendo planificar las acciones con mayor eficiencia.
El caso, que en relación a esta entrada, donde se hace hincapié en el sesgo genético que solemos tener, en el cual buscamos explicaciones genéticas para nuestras diferencias, creo que incluso podríamos ir mas allá y no solo «demostrar» que somos un revoltijo genético, si no que además, parece que lo que nos hace humamos y nos hizo despegar culturalmente con nuestras civilizaciones, fue algún tipo de avance cultural, el cual se expandió como hoy se expande cualquier idea y pudo incluso «hacer avanzar» al Neandertal o a cualquier especie de Homo que habitara por esta bola estelar.