Españoles olvidados I: Julio Cervera y el origen de la radio. Parte 1
Españoles olvidados II: Azarquiel, el cincelador de instrumentos
Españoles olvidados III: Elementos químicos descubiertos por españoles
Si preguntara por la calle quién fue el inventor de la radio muchos no sabrían qué contestar. Otros me dirían que fue Marconi. Muy pocos de los encuestados me dirían que Tesla, algunos años después de que el italiano patentara la radio, logró que se reconociera que él la había desarrollado quince años antes. Lo que casi nadie me diría es que Julio Cervera, en 1902 y antes que Marconi, consiguió radiotransmitir voz humana entre Jávea e Ibiza, al menos en teoría, en la que habría sido la primera transmisión entre largas distancias de la voz humana usando ondas de radio. Y digo en teoría porque hay muchos aspectos de su historia que no están claros, además de que otros países se disputan el honor de haber tenido entre sus filas al inventor de la radio, como por ejemplo el padre Roberto Landell de Moura, brasileño que supuestamente hizo una demostración pública de trasmisión de voz humana mediante radiofrecuencias en 1900. Otros figuran también en la lista de personas que inventaron la radio, o sencillamente en la de inventores que idearon algún dispositivo sin el cual la radio no habría sido posible, gente como John Ambrose Fleming, Lee de Forest, Reginald Aubrey Fessenden o Alexander Popov.
Lo que está claro es que, a pesar de que nos guste etiquetar a cada invento con un inventor, la realidad es mucho más compleja. Conforme la tecnología se ha ido haciendo más avanzada, muchas de las aplicaciones que se han ido desarrollando se han apoyado en inventos y descubrimientos ajenos, y por eso es difícil otorgar la medalla de haber inventado la radio a una sola persona. No obstante, lo que es indiscutible es que varios fueron los pioneros de su invención, indiferentemente de lo que digan las patentes en cada uno de sus respectivos países. Seguramente ninguno de ellos fue imprescindible, pero esta es la historia de una de esas personas, el español Julio Cervera, que además nació en Segorbe (Valencia), fue militar, inventor, masón, explorador, espía, creador de la primera escuela de educación a distancia, político y héroe de guerra. Cuando termine de contaros esta historia coincidiréis en que lo menos sorprendente de ella es lo referente a la radio. Preparaos para leer algo increíble.
El contexto
El 30 octubre 1938, Orson Welles hizo creer a miles de estadounidenses que estaban siendo conquistados por los extraterrestres, ¿cómo lo consiguió? Contándoselo a través de la radio, pero, ¿cómo llegamos hasta ese momento?, ¿desde cuándo existía ese método de comunicación? Se suele decir que Guglielmo Marconi invento a principios del siglo XX la radio, como si de la noche a la mañana apareciera en la oficina de patentes con una emisora bajo el brazo, pero la realidad es más complicada.
En torno a 1830, el estadounidense Samuel Morse inventó el telégrafo, lo cual revolucionó la manera en la cual se entendían las comunicaciones. No obstante, el código que lleva su nombre fue desarrollado por Alfred Vail mientras colaboraba con Morse en 1830. Vail diseñó un método en el que se usaban puntos y rayas para representar letras y números, los cuales eran retransmitidos de forma individual. Pero, ¿en qué se basó Morse para el desarrollo de la telegrafía? El ingeniero conoció en París a Andre-Marie Ampére, quien estableció las bases de la electrodinámica en aquel entonces. Mientras estuvo allí Morse también conoció a Charles Jackson, con el cual habló durante mucho tiempo sobre las propiedades de los electroimanes y sus posibles aplicaciones. De hecho, años más tarde el señor Jackson lo demandó por plagio, ya que en teoría muchas de las ideas para su invento las sacó de dicha conversación. Resumiéndolo mucho, el sistema de Morse se basaba en utilizar corriente eléctrica suministrada a través de una batería que, a su vez, era interrumpida de forma puntual. De este modo se podían mandar esas interrupciones en la corriente formando un código, y este podía ser detectado y leído. En el año 1838 presentó su invención, y la primera transmisión de telegrafía sin hilos se realizó ese mismo año en la Universidad de Nueva York, lo cual marcó el inicio de la revolución en el mundo de las comunicaciones. Grandes acontecimientos fueron transmitidos a través de puntos y rayas, historias de guerra, amor, añoranza o un sencillo mensaje de despedida.
Vale, habíamos logrado mandar señales, pero de ahí a escuchar Radio Nacional de España hay un salto importante, ¿qué ocurrió después? El escocés Alexander Graham Bell estaba trabajando sobre cómo convertir los sonidos en corrientes eléctricas para ser transmitidas a otro receptor que, a su vez, convirtiera las señales de nuevo en sonidos. El 14 de febrero del año 1876, Graham Bell patentó el teléfono. Otro invento que tuvo una gran cantidad de padres no reconocidos, como demuestra el hecho de que solamente dos horas después de que Bell presentara su patente, el americano Elisha Gray llevara a otra oficina de patentes un sistema similar al del escocés. Elisha Gray perdió sus derechos sobre la patente del teléfono por escasos minutos, así de ajustada estaba la carrera por el dominio de las nuevas tecnologías de la comunicación a finales del siglo XIX. Como apunte honorífico, cabe decir que la primera llamada telefónica tampoco la hizo Elisha Gray, sino que fue realizada 15 años antes por otro inventor olvidado, el alemán Philipp Reis, que utilizó un dispositivo que él llamó Telephon Reis para hacer la primera llamada telefónica en 1861.
Figura 1. Representación del Telephon Reis, desarrollado por el alemán Philipp Reis 15 años antes que Graham Bell y Elisha Gray.
Se podían transformar los sonidos en corrientes eléctricas, pero eso es muy diferente a escuchar la radio. Habría que esperar a que James Clerk Maxwell sentara las bases teóricas de la propagación de ondas electromagnéticas en 1873. Básicamente proponía que los campos eléctricos podían crear campos magnéticos, y viceversa, por lo que si unos podían crear a los otros, los campos eléctricos y magnéticos se propagarían por el espacio en forma de campos electromagnéticos, los cuales se alejarían de la fuente emisora en forma de ondas. No obstante, hubo que esperar a que Heinrich Rudolf Hertz demostrara en 1888 las teorías de Maxwell, al descubrir cómo crear ondas electromagnéticas y también detectarlas. Él fue el primero en emitir y recibir ondas de radio. Pero Hertz no solo hizo esto, sino que además demostró que las ondas electromagnéticas se propagaban a una velocidad similar a la de la luz y que, además, tenían las mismas características físicas que las ondas de luz, por lo que podían reflejarse en superficies metálicas o desviarse usando prismas. Hertz estaba sembrando, sin saberlo, las semillas para que otros enviaran señales de radio con fines prácticos. Y esas semillas germinaron en Rusia, donde el físico Aleksandr Stepánovich Popov continuó los experimentos de Hertz. De hecho, inventó la antena y construyó su primer receptor de radio en 1894, presentándolo ante la Sociedad Rusa de Física y Química el 7 de mayo de 1895, el día en el que logró enviar señales entre un barco y tierra firme, los cuales estaban separados por cinco kilómetros de distancia.
Figura 2. Fotografía de Nikola Tesla (izquierda) y Thomas Alba Edison (derecha)
No obstante, mandar señales de radio es diferente a escuchar y emitir voces humanas, es un proceso más complejo. Aquí es donde entran nuevos jugadores en la carrera por la radio. Guillermo Marconi, de forma más o menos paralela a Alexander Popov, también logró la transmisión sin cables de ondas de radio a larga distancia. Pero ambos llegaron tarde. El mítico Nikola Tesla había logrado, por un camino diferente al seguido por Hertz, producir y detectar ondas de radio, las cuales eran generadas usando corrientes alternas de alta frecuencia que se aplicaban sobre una antena, lo cual producía ondas electromagnéticas que podían ser enviadas a lo largo de grandes distancias. Tesla no intentaba transmitir señales, en realidad perseguía mandar energía eléctrica sin usar conductores metálicos (en la película de ciencia ficción The prestige podemos observar al inventor obsesionado con esa idea). Finalmente todo esto concluyó en 1893, cuando Tesla demostró los principios para establecer radiocomunicaciones un año antes de que Popov hiciera su retransmisión. Algunos de los desarrollos clave en todo el proceso fueron patentados por Tesla en 1897, pero la Oficina de Patentes de Estados Unidos revocó su decisión en 1904, adjudicando la patente a Marconi. Se dice que el financiero de Marconi en Estados Unidos no era otro que Thomas Alva Edison, y que como tuvo algunas rivalidades con Nikola Tesla, por eso le fuera boicoteada la patente. Ahora bien, la realidad es que la rivalidad entre Tesla y Edison existió pero no fue tan exageradamente dañina como algunos sostienen, así que es posible que detrás de la revocación de la patente de la radio no estuviera la mano negra de Edison. Finalmente, en 1943, cuando Tesla ya había fallecido, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos dictó su sentencia; la patente de la radio era en realidad de Tesla y no de Marconi.
Figura 3. Marconi recibiendo señales en Morse a través de radiofrecuencias.
Dejando todas estas disputas atrás (creo que el lector ya habrá entendido que la invención de la radio es difícil de determinar), Marconi fue el primero que entendió la potencia del invento, así que se le metió en la cabeza la idea de transmitir ondas de radio a través del océano Atlántico. El 12 de diciembre de 1901, Marconi recibió en USA una letra en código morse transmitida desde Cornualles, lo cual supuso mandar una señal a través de 3.360 km de océano. Marconi fue el primero en combinar todas las ideas de señales electromagnéticas, receptores de radio y códigos Morse para inaugurar la nueva era de las telecomunicaciones, y fue así como se marcó la siguiente meta; transmitir la voz humana a través de ondas de radio, es decir, la carrera por la primera transmisión radiofónica.
Es aquí donde entra en juego el español Julio Cervera, justo en medio de esta guerra por las patentes de las modernas telecomunicaciones. Espía, militar, héroe de guerra, masón, fugitivo y pionero de las radiocomunicaciones, un currículum difícil de igualar. No obstante, tendréis que esperar al siguiente texto para saber cómo se convirtió, tal vez, en la primera persona en enviar voces humanas a través de radiofrecuencias.
Fernando Cervera Rodríguez es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia, donde también realizó un máster en Aproximaciones Moleculares en Ciencias de la Salud. Su labor investigadora ha estado centrada en aspectos ligados a la biología molecular y la salud humana. Ha escrito contenidos para varias plataformas y es redactor de la Revista Plaza y de Muy Interesante. Ha sido finalista del premio nacional Boehringer al periodismo sanitario y ganador del Premio Literario a la Divulgación Científica de la Ciutat de Benicarló en el año 2022. También ha publicado un libro con la Editorial Laetoli, que trata sobre escepticismo, estafas biomédicas y pseudociencias en general. El libro se titula “El arte de vender mierda”, y otro con la editorial Círculo Rojo y titulado “A favor de la experimentación animal”. Además, es miembro fundador de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.
Esperando la segunda parte
Muy interesante. A ver si vemos la segunda parte pronto!!!