La ocurrencia de un rayo radica fundamentalmente en la separación de las cargas eléctricas a causa de las fricciones y turbulencias que se dan en el seno de una tormenta, pudiéndose dar también durante erupciones volcánicas e incendios forestales. El fenómeno se desarrolla siguiendo el camino más corto entre una diferencia máxima de potencial eléctrico (trabajo por unidad de carga ejercido sobre una partícula), siempre y cuando este supere un umbral mínimo que permita el desplazamiento de las cargas. En el caso de los relámpagos, el proceso es muy similar, con la salvedad de que las diferencias de potencial se dan dentro de la propia nube, y no con la superficie terrestre.
Por supuesto, estos fenómenos no ocurren con la misma frecuencia en unos lugares que en otros, siendo las regiones tropicales las que acaparan la mayoría de los relámpagos y rayos del mundo, ya que en ellas se producen condiciones de humedad y de radiación más favorables para desarrollo de tormentas. Concretamente, África y América del sur concentran la gran mayoría, y bajando la lupa sabemos que la República Democrática del Congo, junto a Colombia y Venezuela, son los países donde más tormentas y rayos se dan. Ahora, gracias a un estudio de la NASA que ha recopilado datos satelitales durante 16 años, sabemos que la desembocadura del río Catatumbo en el lago Maracaibo (Venezuela) es el lugar donde más aparato eléctrico se produce, con una media de 297 tormentas eléctricas al año donde caen 1,6 millones de rayos al año con una asombrosa densidad media de relámpagos que asciende a 232,52 relámpagos por kilómetro cuadrado y año. Unos números que impresionan y que constituyen un espectáculo natural de primer orden.
Aunque es el lugar que oficialmente ostenta el reto, no se quedan atrás otros tantos lugares, especialmente aquellos situados en África tropical, que es la zona de alta concentración tormentosa más extensa de todas.
¿Y por qué sucede esto precisamente aquí? Pues las razones parecen ser un importante cúmulo de circunstancias y que todavía no está del todo claro como interactuan entre sí. En primer lugar, por su latitud, recibe una gran cantidad de radiación solar, factor que favorece el ascenso de las masas de aire y la formación de tormentas, algo muy habitual en latitudes cercanas al ecuador. Por otro lado, la configuración orográfica de la zona favorece que las masas húmedas provenientes del mar Caribe y del lago Maracaibo avancen de norte a sur hasta chocar con la Serranía del Perijá (altitud máxima 3750 msnm), la cual flanquea la zona, favoreciendo el ascenso y posterior enfriamiento de esas masas húmedas, con la consecuente formación de nubes de evolución. Por último y como situación muy especial de esa región, existen grandes extensiones de terreno pantanoso donde podemos encontrar gran cantidad de metano. Este gas insoluble en agua y más liviano que el aire, asciende y favorece la disociación eléctrica de la que hablábamos en el primer párrafo. Como todo en la naturaleza, un cúmulo de casualidades físicas, químicas y biólogicas y una sucesión de extrañas coincidencias son las que conforman maravillas como esta.
Julián Chaves Naharro. Licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Valencia, Máster en Ingeniería hidráulica y medio ambiente por la Universidad Politécnica de Valencia y especializado en la gestión, restauración y conservación de cuencas hidrográficas, donde realizó una tesina sobre el cálculo de emisiones de gases de efecto invernadero en incendios forestales. Comenzó su actividad divulgadora con su blog personal “El Ambientoblog”. Deportista, agricultor, divulgador, montaña en vena, muy energético, algo subversivo y ciudadano del mundo.