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Mimetismo batesiano en dípteros

Texto escrito por Daniel Basilio Suárez Ramos

En el mundo de los artrópodos es muy común la aparición de mecanismos de defensa ante posibles predadores o competidores. Claros ejemplos de estos mecanismos pueden ser la utilización de venenos, el uso de fuertes mandíbulas o el desarrollo de potentes aguijones. Normalmente aquellas especies que poseen estas adaptaciones adquieren colores llamativos para avisar a sus enemigos de su peligrosidad. Este proceso se denomina aposematismo y es muy común en insectos como los véspidos (por sus potentes picaduras), los coccinélidos (elevada toxicidad) o algunos ninfálidos (adquieren su toxicidad en la fase larvaria).

Ahora bien, existe un amplio número de especies que no posee este tipo de  defensas y son más susceptibles de ser atacados. Por ello, algunas especies han desarrollado técnicas para “engañar” a sus predadores, imitando una morfología y coloración similar a la de las especies más peligrosas de su entorno. Se trata del mimetismo, y aunque existen numerosos tipos, en esta ocasión nos centraremos en el mimetismo batesiano. Este mecanismo fue descrito por primera vez por Henry Walter Bates cuando, en su exploración por el Amazonas junto a Alfred Wallace (el gran olvidado a la hora de hablar del descubrimiento de la evolución por selección natural), halló que existían mariposas del género Dismorphia (piéridos inocuos) que imitaban la coloración de ninfálidos tóxicos. Tras este descubrimiento se han descrito numerosos casos de mimetismo batesiano, tanto en animales como en plantas.

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Imagen 1: Ilustración realizada por Henry W. Bates en la que se muestra el mimetismo en distintas especies de mariposas

En esta ocasión citaremos dos familias de dípteros que ilustran claramente lo anteriormente explicado y aprovecharemos para comentar algunos aspectos de su biología.

Los sírfidos (familia Syrphidae) o “moscas cernidoras” constituyen un ejemplo típico y tópico del mimetismo batesiano. Se trata de moscas que adquieren coloraciones vistosas similares a avispas, abejas, e incluso a abejorros. Sus colores amarillos y blancos sobre fondos negros recuerdan a peligrosos himenópteros e infunden terror a ojos de inexpertos. Una buena manera de distinguirlos de las verdaderas abejas es fijándose en los ojos. Si estos son grandes y con tendencia a juntarse en la parte dorsal de la cabeza, se trata de un sírfido (no hay peligro); si por el contrario, son medianos y con cierta separación, se trata de un himenóptero (tampoco hay peligro, pero no los molestes o se defenderán). Otra característica diferencial es la longitud de las antenas, siendo las de los sírfidos mucho más breves que las de las abejas y avispas. Esta familia consta de más de 6.000 especies, la mayoría de ellas de hábitos florícolas, y en ocasiones, pueden sustituir a las abejas en la labor polinizadora. Las larvas de sírfidos también gozan de gran importancia para el hombre, puesto que muchas se alimentan de pulgones, trips y otros artrópodos que causan plagas en los cultivos.

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Imagen 2: Ejemplo de sírfido

Otra familia que ejemplifica perfectamente el mimetismo batesiano es la de los bombílidos (familia Bombyliidae). Estas moscas presentan una coloración oscura que se asemeja a la de algunas abejas y abejorros. De hecho, en inglés son conocidas como “bee flies” (moscas-abeja, en español). Muchas presentan una elevada pilosidad en torno a su cuerpo y su considerable proboscis les permite libar sobre las flores con gran facilidad sin necesidad de posarse sobre ellas. Con más de 5.000 especies en todo el mundo, sus larvas son feroces parasitoides de otros artrópodos (viven dentro de sus presas y se alimentan de ellas hasta causarles la muerte), principalmente himenópteros como abejas y avispas. Es curioso cómo las larvas de bombílidos se alimentan de aquellas especies peligrosas a los que los adultos imitan. Pero así es la naturaleza, la cual nunca dejará de sorprendernos.

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Imagen 3: Ejemplo de bombílido

 

1 comentario en «Mimetismo batesiano en dípteros»

  1. La primera vez que lo que yo creía un abejorro zumbó cerca de mis orejas en plena ruta montañera huí despavorido pensando que estaba dispuesto a morir sólo para que yo sufriese un ratito. Suerte que iba con un amigo biólogo que me explicó esta suerte de imitación que realizan algunos insectos y quedé fascinado.

    Hoy, al fin, he entrado en esta web y me ha encantado este artículo sobre el mimetismo batesiano. Enhorabuena por la entrada y por la página web.

    Os leo.

    Luis

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