La información fluye en nuestros días en todas las direcciones. Cada mañana, cada noche, prácticamente a cada minuto, una catarata de noticias y datos se precipitan ante tus cacharros electrónicos al igual que las cataratas Victoria se precipitan con violencia sobre el río Zambeze. Este bombardeo puede tener múltiples objetivos: manipularte, dejarte boquiabierto, posicionarte sobre algún tema, hacerte creer que una cosa es mejor que otra y, en definitiva, venderte un producto que en principio debería de ser neutro y puro. Nosotros, como ciudadanos, por supuesto tenemos la responsabilidad de no quedarnos con lo primero que nos dicen y aprovechar el ingente caudal de información disponible para cotejar y comparar, de tal forma que podamos acotar las incertidumbres y los sesgos que aparecen por doquier.
En materia de ciencia, uno de los temas que suelen manipularse, tergiversarse y que acaban siendo politizados obscenamente, es el que envuelve al concepto de cambio climático. Y es que, si expresas un argumento que pueda situarse del lado del «sí, existe el cambio climático», serás etiquetado como «perroflauta», y si dices algo que pueda encuadrarse del lado del «no, no existe el cambio climático», te dirán que estás al servicio de grandes multinacionales y que eres una hiena capitalista. Quizás estés pensando que no todo puede encuadrarse en uno de los dos bandos, y eso es precisamente lo que me intentamos poner de manifiesto. Pero es imposible, siempre habrá alguien que te etiquete y repita como un loro el mensaje estrella de su bando. Qué manera tan fea de estropear una conversación sobre un tema tan interesante como es el estudio de nuestro clima, que se muestra dinámico y apasionadamente desconocido.
Todo esto viene a raíz de que normalmente se nos repite machaconamente que los casquetes polares se están derritiendo vertiginosamente y moriremos todos ahogados en muy pocos años, por supuesto, entre horribles sufrimientos. Bueno, yo no digo que eso no este sucediendo o que no pueda suceder, pero estaría bien que nos mostraran más datos y más información, y que no se repitiesen los mensajes catastrofistas simplemente por seguir una moda, tratándose estos temas con el respeto que se le debe a las ciencias de la atmósfera.
Los datos que ahora voy a mostrar provienen del NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), toda una fuente de datos donde podréis indagar sobre éste y otros muchos temas de forma sencilla y gratuita. No te cortes e indaga en el tema; NOAA_snow and ice extent.
En primer lugar, os pongo un gráfico sobre la extensión media del hielo ártico en el periodo 1979-2015, considerando todos los meses del año. La línea roja representa la tendencia de la extensión helada y la verde el valor medio en millones de kilómetros cuadrados. Por supuesto, pincha el gráfico para tener una experiencia más satisfactoria y verlo aumentado.
Bien, aquí vemos que la extensión media es de 11,81 millones de kilómetros, lo que supone una disminución de 0,52 millones, representando esto un 4,42 % menos. Estos datos evidencian que se está produciendo un importante deshielo en el Ártico, pero, ¿como varía esto a lo largo del año? Por que estamos de acuerdo en que no es lo mismo el invierno que el verano, de momento. Por ello, vamos a ver un par de gráficos que nos muestran cómo ha evolucionado la superficie helada, tanto en la época de máxima extensión como en la de mínima.
En marzo se suele dar el máximo del hielo ártico, con una media para este periodo de 15, 52 millones de kilómetros. Nada más mirar el gráfico, salta a la vista que la línea roja cae en picado, y es que en estas fechas la disminución ha sido de 0,4 millones de kilómetros, observándose, a pesar de las variaciones anuales, como en la última década los valores han sido significativamente inferiores a los años del principio de la serie. Bueno, ¿y en verano que pasa? Pues, si consultamos los datos, viene a suceder más de lo mismo: una disminución muy significativa a partir del 2000 y dos mínimos muy por debajo de lo habitual en 2008 y 2009 (tanto en verano como en invierno), y otro en 2015, dado solo en invierno.
Si parece que el ártico se derrite, ¿qué ocurre en la otra parte del mundo, allá en la inhóspita e inabarcable Antártida?
¡Ups! Resulta que miramos el gráfico y vemos que la línea roja tiene una tendencia ascendente, es decir, que el hielo antártico está aumentando dentro de un contexto de calentamiento climático. Concretamente, ha aumentado en 0.21 millones de kilómetros cuadrados de superficie marina helada media de 12,02 millones de kilómetros. Vamos a ver que ha ocurrido en los inviernos sureños.
Parece ser que el hielo invernal antártico presenta una mayor variabilidad anual que el ártico, llamando la atención el mínimo de 1987 y las grandes superficies heladas que se dan a partir del año 2000, especialmente durante los años 2012, 2013, pero sobretodo a partir de 2014, el año que marca el récord de hielo oceánico antártico. Veamos que pasa con el verano austral.
En el verano austral, la tendencia también es al alza y se observan unos valores especialmente altos a partir de los años 2000, encadenándose varios años de excepcionales superficies heladas justo al final de la serie, algo que no sucede en el resto de la misma, ya que los años donde el océano se helaba muy por encima de la media solía estar precedido de años con superficie muy inferiores.
De acuerdo, ya vemos que en el ártico la tendencia del hielo es disminuir y en el antártico a aumentar, y ahora, ¿qué tal si vemos lo que pasa en el conjunto de los casquetes polares?
Haciendo un computo global vemos que, efectivamente, la superficie oceánica helada ha disminuido, estimándose esta disminución en 0.3 millones de kilómetros (como Alemania, más o menos) suponiendo esto una reducción porcentual del 1,26 %.
Ahí están los datos, ahora os toca a vosotros sacar las conclusiones. Las mías están claras, las cosas no son negras ni blancas, sino que están llenas de matices y circunstancias que posiblemente desconocemos, pero que sin embargo pueden tener efectos muy significativos, pues ni mucho menos está todo descubierto y máxime en el tema del clima, donde la tarea de su comprensión se presenta titánica y, en consecuencia, apasionante.
¿Hacía donde va el clima? ¿Cuáles serán los efectos? Sinceramente, pienso que sabemos muy poco y que sobran afirmaciones categóricas en temas como este. De hecho, este fenómeno que aquí se explica tiene difícil explicación y resulta todavía más difícil plantear las implicaciones que podría tener en el conjunto del clima. El origen podría estar en un calentamiento diferencial de las diversas zonas del planeta y también en la diferente geografía de ambos territorios, pero esto habrá que dejarlo para otra entrada, cuando coteje y procese más información y os pueda así ofrecer una información pura y neutra, como ha de ser.
Julián Chaves Naharro. Licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Valencia, Máster en Ingeniería hidráulica y medio ambiente por la Universidad Politécnica de Valencia y especializado en la gestión, restauración y conservación de cuencas hidrográficas, donde realizó una tesina sobre el cálculo de emisiones de gases de efecto invernadero en incendios forestales. Comenzó su actividad divulgadora con su blog personal “El Ambientoblog”. Deportista, agricultor, divulgador, montaña en vena, muy energético, algo subversivo y ciudadano del mundo.
https://www.skepticalscience.com/translation.php?a=21&l=4
Si no me equivoco, los datos que se presentan en el artículo se refieren exclusivamente a la extensión del hielo marino. Pero hay muchos más indicadores que podrían informarnos del deshielo real. ¿Qué hay, por ejemplo, del grosor de ese hielo, ¿es factible medirlo con garantía? Y por otra parte ¿qué hay del hielo continental, tanto de glaciares de casquete (Groenlandia y Antártida) como alpinos?¿También se han podido medir diferencias que compensen (al menos en parte) el evidente deshielo en el hemisferio norte?
Efectivamente, el post aborda solo la cuestión del hielo marino y está enfocado a mostrar como las diferentes variables implicadas en el sistema climático se comportan de forma distinta en distintos lugares, y que por lo tanto las consecuencias de esos cambios pueden ser muy diferentes en cada lugar. Como bien apuntas existen muchos otros indicadores y otras muchas variables implicadas, y por ello estoy en la labor de recopilar datos y escribir muchas entradas que aborden, con datos, este tema.
Las masas de hielo continental parece ser que tienen tendencia a disminuir, sin embargo, podemos ver que en la Antártida oriental se mantiene más o menos estable mientras que en la occidental disminuye rápidamente. Como te digo, estos temas los iré abordando poco a poco, por que hay mucha tela que cortar. Un saludo y muchas gracias por tu aportación.
Noticia reciente sobre el tema del hielo en la Antártida: http://es.reuters.com/article/entertainmentNews/idESKBN14R08Y
Un inmenso iceberg, que se espera sea uno de los mayores registrados con un área casi del tamaño de la isla caribeña de Trinidad y Tobago, se desprenderá de la Antártida, dijeron científicos.
Una grieta, que se extiende lentamente por la barrera de hielo Larsen C en la península antártica desde hace unos años, aumentó de tamaño abruptamente el mes pasado, creciendo en unos 18 kilómetros. Tiene ahora más de 80 kilómetros de largo y solo faltan 20 kilómetros para que se rompa, añadieron.
«La barrera de hielo Larsen C en la Antártida se prepara para desprender un área de más de 5.000 kilómetros cuadrados tras el sustancial crecimiento de la grieta», informaron científicos del Proyecto Midas de la Universidad de Swansea en Gales en un comunicado.
El iceberg «cambiará básicamente el paisaje de la península antártica» y podría presagiar un mayor rompimiento de la plataforma de hielo Larsen C, añadieron. Las barreras de hielo son áreas de hielo flotante en el mar, de varios metros de grosor, al final de los glaciares.
Científicos temen que la pérdida de barreras alrededor del continente helado hará que los glaciares se deslicen más rápido hacia el mar en medio de un aumento de las temperaturas por el calentamiento global, elevando los niveles del océano.
Varias barreras de hielo se han agrietado alrededor de zonas del norte de la Antártida en los últimos años, incluyendo la plataforma Larsen B que se desintegró en 2002. Andrew Fleming, del British Antarctic Survey dijo que el hielo se estaba derritiendo por aire caliente en la superficie y aguas más cálidas abajo del hielo.
En algunos casos, los icebergs flotan alrededor de la Antártida durante años, representando una amenaza menor para el transporte marítimo. En pocas ocasiones se han desplazado hacia el norte, hacia América del Sur.
El año pasado fue el más caluroso registrado, alimentado por gases de efecto invernadero y el fenómeno climático El Niño que lanza calor desde el océano Pacífico, dijo el jueves el Servicio del Cambio Climático de Copérnico, un programa de la Unión Europea.
La extensión de hielo en la Antártida el pasado enero (2017) fue la más baja para ese mes desde 1979, cuando empezó a ser monitorizada por satélites. En concreto, fue un 22,8% inferior a la media registrada entre 1981 y 2010, batiendo el récord de mínimo hielo de 2006. Por lo que respecta al Ártico, la capa de hielo fue también la menos extensa para ese mes del año desde 1979. La superficie cubierta por hielo fue un 8,6% más baja que la media, superando el récord alcanzado en 2016.
Si no nos ponemos las pilas (y no lo estamos haciendo) con el tema del cambio climático las consecuencias pueden ser muy graves.
Dejo enlace del informe donde se dan más detalles.
https://www.ncdc.noaa.gov/sotc/global/201701