¿De dónde vino la humanidad?

Publicado originalmente por Carl Sagan en el New York Times, 30 de octubre de 1977. Traducido por Bárbara Pino

Crítica al libro Origins

por Richard E. Leakey y Roger Lewin. Ilustrado. 244 páginas. Nueva York: E.P Dutton. $ 17.95

Por Carl Sagan

La pregunta del origen de los humanos es un misterio fascinante. Todas las culturas se han planteado este problema de manera seria, ya sea con mitos y leyendas, o con religión y filosofía. Ahora, como los beneficiarios de esta larga e inquisitiva tradición, ha surgido una cultura que está creando una propuesta nueva y prometedora. Esa es nuestra cultura, la civilización del siglo XX desarrollada tecnológicamente. Y el nuevo método se llama ciencia.

La ciencia es tan noble que, al existir hace tan sólo unos cientos de años de los últimos millones de la historia humana, no ha invadido de ningún modo el pensamiento de las personas con preguntas tan importantes, como lo que ha influenciado sus vidas con asuntos mucho más prácticos. Aun cuando existen avances espectaculares en el descubrimiento de los fósiles de nuestros ancestros y  parientes extintos, en el cuidadoso estudio de los ancestros y sociedades humanas menos tecnológicas, en el escrutinio de primates no humanos y otros animales en su hábitat natural, en la anatomía comparativa del cerebro de los humanos con otros animales, y en la aplicación de la selección natural de Darwin para la evolución de la especie humana.

Richard Leakey es uno de los nuevos paleo-antropólogos que buscan cuidadosamente rocas estratificadas en lugares como Kenia y Etiopía, en donde la naturaleza ha sido amable y los fósiles de los primeros homínidos pueden ser descubiertos si se tiene habilidad y precisión. Con la ayuda esencial de sus colaboradores africanos, Leakey, al igual que sus distinguidos padres (Los doctores Louis y Mary Leakey), ha triunfado al descubrir importantes fósiles, siendo el más celebrado un cráneo llamado  «1470» que amplió nuestro conocimiento sobre la antigüedad del Homo Erectus varios millones de años atrás. Roger Lewin es editor científico de la popular revista británica New Scientist y un consumado escritor de biología. Juntos han producido un atractivo informe sobre el panorama completo del origen de la humanidad y la evolución. En un campo repleto de alegatos pseudocientíficos e informes de segunda mano, es un placer ver impresa una representación autentica de lo que es, con sólo algunas pequeñas excepciones, la opinión que mantienen la mayoría de los profesionales en este campo.

Los autores no temen emplear un poco de especulación. Ya que, por ejemplo,  nos entregan un viaje imaginario al lago Turkana (al norte de Kenia), pero hace dos y medio millones de años para presenciar la reconstrucción del tipo de vida de nuestros ancestros. Además hay ambiciosas predicciones, como por ejemplo que dentro de no mucho tiempo se descubrirán los restos de un Ramapithecus (presunto ancestro común entre el gen Homo y el gen Australopithecus). No obstante, siempre tenemos presentes las limitaciones de la evidencia fósil que existe; y los peligros de extrapolar de un sólo diente a la reconstrucción de un cráneo o un estilo de vida. Además, lo más probable, es que los dramáticos y revolucionarios descubrimientos de los recientes años continuará, por eso es fundamental que estemos dispuestos a cambiar nuestras ideas en el futuro.

¿Vino de?

Las ilustraciones son excepcionalmente atractivas y asequibles para un lector general. Sin embargo, la escritura es, en ocasiones, viciosa y la tipografía consistentemente distractora. El libro tiene ciertas deficiencias, quizá el principal aspecto de lo que es el proceso de la evolución no se trate en ningún sitio adecuadamente. El material astronómico y geológico, a veces, es tergiversado u obsoleto y las explicaciones  sobre la datación radiactiva nunca llegan a la física que hay detrás. Pero estas son deficiencias mínimas en un libro dedicado principalmente a las ciencias biológicas y sociales.

Ocasionalmente el texto es adornado con humor, ideas intrigantes y visiones diferentes. Los autores encuentran significante que la principal característica de la perfección (el contacto del dedo pulgar con el índice) es la misma que la de la precisión, que ha jugado un papel primordial en el desarrollo de las primeras tecnologías humanas. Tal vez nuestros ancestros  consideraron los viajes hacia tierras distantes al observar las migraciones estacionales de las aves. ¿Puede ser que el enorme mono del territorio asiático, Gigantopithecus, restringió la emigración de los homínidos de África?

Los autores, acertadamente, han intentado aplicar sus visiones sobre la evolución humana a los problemas sociales contemporáneos, aunque nadie ha dicho que tienen la última palabra en el asunto. Con frecuencia nos dan la idea de un ataque bastante violento (pero exitoso) sobre el concepto de que la caza y la agresión son idénticos, y  que ésta última es más un componente de la naturaleza humana que de la cooperación. Aunque proponen que los orígenes de la guerra y la adquisición de riquezas surge básicamente de la domesticación de plantas y el establecimiento de comunidades agrarias. Pero, desafortunadamente, no se propone ninguna solución convincente para los problemas de la guerra y la codicia.

Los autores discuten las posibles raíces biológicas para el tabú del incesto y del sexismo, y proponen que el sexismo surge de una especialización de roles en la sociedad cazadora-recolectora en donde los hombres cazan y las mujeres recolectan. Leakey y Lewin sugieren que el sexismo es inversamente proporcional al vegetarianismo (una especulación interesante en la que es poco probable inducir un movimiento de liberación femenina que acepte la posición vegetariana; el rol de la mujer moderna en el estudio del comportamiento de los primates y la paleo-antropología, casualmente, está aquí dando todos los créditos). En cualquier caso, los autores insisten que en tales asuntos, los factores genéticos estarían predisponiendo pero no predeterminando.

Me encantó encontrar en el capítulo final de Origins  el aterrizaje de la Viking en Marte como una expresión característica y reciente de la curiosidad y la tendencia tecnológica de la especie humana, la cual ha sido inmensamente responsable de nuestra real (pero precaria) dominancia en el planeta Tierra. Como Leakey y Lewin enfatizan, conocer de dónde hemos venido ayudaría sólo a determinar hacia dónde queremos ir y cómo llegar allí.

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