Árboles parlantes, antílopes muertos y un fracaso en Hollywood

Un sol inmenso y rojo como el fuego que lo alimenta empieza a asomarse tras la delgada línea del horizonte. Su luz va llenando poco a poco una vasta extensión de sabana conocida como el Parque Nacional de Kruger, en el Nordeste de Sudáfrica. Esta antigua reserva de caza es, a día de hoy, el hogar de los famosos cinco grandes de África, es decir, elefantes, búfalos, rinocerontes, leones y leopardos. Pero no están solos,  comparten su hogar con muchas otras especies menos carismáticas, como unos antílopes llamados Kudus.

Todo parecía funcionar relativamente bien hasta que en 1990 aparecieron 3000 kudus muertos en un intervalo de tiempo muy corto y nadie entendía el motivo. No habían sido atacados por depredadores, y la causa parecía ser un daño muy grande en el hígado producido por un envenenamiento. Pero ¿con qué y quién?

Dispuesto a responder a estas preguntas, el zoólogo surafricano Wouter van Hoven, se encaminó a la reserva. Lo primero que le llamó la atención es que los antílopes habían sido trasladados a una zona amplia, pero cerrada, en el centro del parque, la cual compartían con jirafas. En esa zona, los árboles predominantes con mucha diferencia eran las acacias. Y van Hoven observó que las jirafas elegían de qué árboles comer, mientras que los pobres Kudus no podían permitirse ese lujo, y tenían que alimentarse solo de aquellos árboles con ramas más bajas.

Hizo sus anotaciones y decidió estudiar otras poblaciones salvajes.  Entonces observó que en completa libertad, tanto los antílopes como las jirafas, solían comer de aquellas acacias que crecían alejadas de otros árboles. Esto le llevó a sospechar que las acacias podían ser la clave. Cogió muestras de los árboles  donde estaban muriendo los antílopes y  ¡bingo!, tenían concentraciones de unas sustancias llamadas taninos muy altas, tanto, que volvían a las hojas venenosas.  Pero, ¿por qué sucedía esto? Con el paso del tiempo la investigación continuó y descubrió que cuando una acacia está siendo comida libera etileno al aire. Este gas es detectado por aquellos árboles que se encuentran a menos de 45 metros, los cuales, aumentan sus niveles de taninos hasta volverse venenosos.

Y por eso murieron los kudus, los encerraron en un lugar donde al poco tiempo todos los árboles de los que podían alimentarse eran venenosos.

Pero aún hay más porque, esta historia, sirvió de inspiración a la película de terror apocalíptico, El Incidente, dirigida por M. Night Shyamalan. Shyamalan había sido el ojito derecho de Hollywood, el nuevo Spielberg, desde que dirigiera El Sexto Sentido. Sus siguientes trabajos como Señales o El Bosque fueron exitosos.  Sin embargo, la película El incidente fue la que hizo que tanto el público como la crítica le dieran la espalda, llevándole a 7 años de films progresivamente peores, de las que, por suerte, parece haber conseguido resurgir en los últimos años con largometrajes de tanto nivel como la famosa Múltiple.

Esta historia es una buena muestra de que en la biología muchas ramas de estudio se entrelazan, y explica cómo un zoólogo que decidió estudiar el comportamiento animal para aclarar unas muertes acabó haciendo importantes descubrimientos sobre comunicación vegetal. Y también del efecto mariposa,  ya que la decisión de cercar unos antílopes en un parque Nacional Sudafricano a punto estuvo de acabar con una de las carreras más prometedoras de Hollywood.

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