We will ‘Pluto’ you

El Sol avanza en el día, y la luz directa y vertical se cierne sobre uno de los edificios principales de la NASA. En él se ve que la gente va de un lado a otro, casi con prisa, a media carrera por los pasillos. Algo ha pasado que ha despertado a la gente de su letargo diario. Es 14 de julio del 2015, algo más tarde del mediodía, sin duda una de las mañanas que serán recordadas en la historia de la humanidad: Plutón había sido visitado, por fin. Las primeras imágenes obtenidas del planeta enano más famoso del Sistema Solar nos estaban llegando y saludando con su corazonada forma y su color salmonado. Plutón nos estaba dando la bienvenida a su estudio, a que desentrañáramos sus secretos, una tarea que va a durar unos cuantos meses mientras se reciben todos los datos de la sonda New Horizons y nos los envía a una velocidad paupérrima, pero constante.

La sala de reuniones está a rebosar, no cabe ni un maldito alfiler ese día. En ninguna de las dimensiones espaciales conocidas al menos. Alan Stern, investigador principal de toda la misión, está dando las primeras pinceladas de los datos recibidos sobre la curiosa superficie de Plutón, mucho menos accidentada de lo que se creía. Todo el mundo está asombrado de lo pocos pero apasionantes primeros datos disponibles y las preguntas se disparan desde el público sin cesar. Sin embargo, hay una figura entre los asistentes a esta reunión histórica que resalta sobre los demás. Los que no lo ven se fijan enseguida de su acento inglés. Los que lo ven, además, se sorprenden de su alta estatura, su cabeza llena de rizos largos y blancos producidos por la edad, y su indumentaria extraña al físico medio que habita por los pasillos de la NASA. El que habla ahora mismo es Brian May, astrofísico, colaborador científico de la misión New Horizons, y además, guitarrista y compositor de varias de las canciones del grupo Queen.


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En una época donde la clásica pregunta de si eres de ciencias o de letras sigue estando al día, a uno le alegra encontrar que el conocimiento y la cultura humana no está formada por inexpugnables picos incomunicados entre sí llamados “ciencia”, “artes” o “letras”, sino que se trata más bien de un valle con picos con una buena comunicación entre ellos. Uno puede habitar el pico Ciencia, pero tener su lugar de ocio o trabajo en cualquiera de los otros, y ser totalmente posible. Brian May adquirió fama mundial por Queen, una de las mejores bandas de música rock de todos los tiempos. Algunos de los temas de este grupo siguen sonando hoy en día incluso en competiciones oficiales deportivas, como es el caso de “We are the champions”. Es historia viva de la humanidad por la parte que le toca al señor May, aunque lamentablemente no se pueda decir lo mismo del prodigioso Freddie Mercury.

Brian May nació en Hampton, Londres, en 1947. Parece ser que desde niño ya se vio que tenía buenas dotes para las matemáticas y la física, por lo que cursó la carrera de Física en el Imperial College de Londres, en 1968, y comenzó su doctorado en Astrofísica en el estudio del reflejo de la luz del polvo interplanetario en el Sistema Solar, gracias a los datos provenientes del observatorio del Teide. Lo que ocurre es que May dejó su doctorado cuando la fama de Queen empezó a crecer a un ritmo exponencial, y se centró en su carrera como músico ya que el tiempo del que disponía no es infinito, a pesar de ser físico. No obstante, May finalizó su doctorado en 2007, convirtiéndose en doctor en Astrofísica. La NASA lo nombró colaborador científico de la misión New Horizons, y su labor comenzó nada más y nada menos que ayudando a generar las primeras imágenes a color de Plutón. Imágenes que se volvieron virales en la semana del acercamiento de la sonda a los confines del Sistema Solar.

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No ganará ningún Nobel, ni falta que le hace. ¿Qué persona en el mundo puede decir que ha hecho historia en dos elementos a priori tan dispares como la música y la ciencia? Desde luego, Brian May se habrá preguntado si esto es la vida real o solo fantasía, como al principio de Bohemian Rhapsody. Al fin y al cabo, ¿cuál de las dos cosas es menos real?

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