Stranger Things, Carl Sagan y la ciencia oculta entre líneas

Will está jugando a Dragones y mazmorras con sus amigos en un sótano, pero de repente tiene que irse en bicicleta. Hace frío en el pequeño pueblo de Hawkins (Indiana, USA), y además ese día ocurre lo impensable: el niño desaparece de camino a su casa. Esa es la premisa con la cual comienza Stranger Things, una serie de ciencia ficción, terror y fantasía ambientada en los años ochenta y que bebe directamente de la cultura popular y freak de la época.

Dejando aparte las referencias a Star wars; los X-men; los Goonies; o la versión dura de esa última película, llamada Stand by me (cómo olvidar al grupo de cuatro jóvenes que buscaba a un niño desaparecido siguiendo las vías del tren), esta serie creada por Matt y Ross Duffer, tiene además referencias muy claras a Carl Sagan y a su gran serie de divulgación científica, Cosmos, a personal voyage.

La primera de esas referencias ocurre cuando uno de los protagonistas, haciendo un zapping, pone un fragmento de la serie. Cuando vi la escena no estaba seguro de que ese pequeño guiño hubiera sido real, ya que duró solo medio segundo, pero en el siguiente capítulo mi sospecha se confirmó. Dustin, otro de los niños protagonistas, quiere saber más sobre viajar a otras dimensiones, así que interroga a su profesor de ciencias: ¿Vio que en Cosmos, Carl Sagan habló de otras dimensiones? ¿Cómo viajamos hasta allí?

Dustin había visto la noche anterior el capítulo 10 de Cosmos, titulado El filo de la eternidad. En ese episodio, Sagan habla de multiversos y de un hipotético ser que vive en tres dimensiones espaciales y que puede aparecer y desaparecer en un mundo bidimensional —algo que tendrá mucha relevancia en la serie—. El profesor de Dustin utiliza entonces una analogía y le pide que imagine a un acróbata haciendo equilibrios en una cuerda. El profesor le explica que la cuerda es nuestra dimensión y que por más que lo intentemos solo podemos movernos hacia adelante o hacia atrás, pero que una pulga podría moverse también por los bordes de la soga, e incluso voltearla, y el acróbata no se daría cuenta. De hecho, esa misma analogía está descrita en el libro de divulgación científica The Fabric of the Cosmos, de Brian Greene. Ahora bien, si queréis ver el vídeo al que Dustin hacía referencia, es el siguiente.

A lo largo de Stranger Things podemos ver referencias casi premonitorias, como una al cómic X-Men 134. De hecho, cuando terminéis de ver la serie, os invito a indagar en la historia de ese volumen. También podemos ver algunos pósteres interesantes, como el de la película de terror Evil dead (para quien no la conozca, la saga consta de un viaje en el tiempo al medievo para matar zombies con escopeta y motosierra), el de la película de marionetas El cristal oscuro, u otro de la mismísima Tiburón. Tampoco faltan referencias al mundo de Dragones y mazmorras o a Star wars (Halcón milenario, maestro Yoda, y la traición de Lando Calrissian incluida).

Así que después de utilizar como excusa esta serie para hablar un poco de Carl Sagan y la cultura popular de los ochenta, os invito a ver Stranger Things con los ojos y la mente bien abiertos, ya que si bien el profesor de ciencias avisa a los niños protagonistas de que la ciencia es fabulosa pero no es muy flexible, también es cierto que Stranger Things es una serie de ficción, así que si vais a verla no esperéis encontrar divulgación científica, pero sí un espectáculo de ciencia ficción, terror y fantasía que os dejará la boca abierta y os trasladará de vuelta a los años ochenta.

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