La ciencia de los videojuegos – Metal Gear Solid y el FOXDIE

Ya lo dije en el primer podcast, y si no lo escuchaste (mal hecho), lo escribo aquí. Una de mis grandes aficiones son los videojuegos. No creo que sea ahora el espacio ni el momento para decir por qué los considero como una de las mejores formas de contar una historia, pero mi opinión es que poco a poco ya no tienen nada que envidiar al cine o la literatura como elemento de entretenimiento. Desde sus inicios, donde el objetivo era devolver una bola hecha de píxeles blancos al otro jugador, hasta la actualidad donde algunas superproducciones han costado fácilmente más de 80 millones de dólares, los juegos han ido evolucionando en su forma de ser jugados y en las historias que relatan. Historias a veces inexistentes, y en ocasiones que hasta la propia jugabilidad queda reducida para no quitarle protagonismo. Y por supuesto, entre toda la multitud de historias relatadas, hay un buen puñado que utilizan elementos con una base científica.

El objetivo de esta nueva serie de entradas, de una duración indeterminada aún dada la gran cantidad de elementos científicos que han aparecido a lo largo de los años, es de explicar estos fenómenos y de intentar llevarlos a situaciones de nuestro mundo actual y real. ¿Qué probabilidades hay de llegar a un planeta con entornos yermos como los del universo de Fallout? ¿Tiene alguna base el virus T de los Resident Evil? ¿Y los infectados de The Last of Us podrían llegar a ser reales? Poco a poco intentaremos ir desgranando cada uno de estos conceptos lo mejor que podamos, y desde aquí animo a todos los colaboradores de esta página para que escriban entradas de esta temática si algún día les apetece. Y a vosotros lectores también, que ya sabéis que podéis participar. Y sin más dilación, comenzamos con la primera entrada.

Metal Gear, la saga de las casi tres décadas

Hace poco más de un mes salía a la venta el Metal Gear Solid V, el nexo de unión de una saga de videojuegos que, independientemente de que guste más o menos, ha escrito con fuego sus páginas en la historia del entretenimiento. La pluma y batuta de esta larga sinfonía le corresponde al japonés Hideo Kojima, padre de todos y cada uno de los juegos de esta enorme saga, que comprende consolas de hasta 5 generaciones diferentes. MSX, PSX, PS2, PS3 y PS4, además de alguna de las de Microsoft y Nintendo. Dice Kojima que él es un 70% cine, y que sus productos beben mucho de aquello que él ha visto en la gran pantalla.

La historia que une a los Metal Gear se centra en el uso de armas nucleares como control militar global. Pero eso solo es la punta del iceberg, pues cualquiera que haya jugado a la saga podrá ver que en la historia se tratan temas tan o más importantes como es el control de la sociedad por medio de la información y de los medios de comunicación. Esta saga abarca un periodo de tiempo bastante grande, ubicando el primer juego de forma cronológica en 1964 con el Metal Gear Solid 3, en medio de toda la crisis de los misiles de Cuba; y terminando todo el arco de la historia en el 2014 con el Metal Gear Solid 4, en un presente distópico con algunas diferencias marcadas que posiblemente abordemos en alguna otra entrada.

El objetivo de esta entrada tampoco es repasar la tremenda historia de estos juegos ya que es grande y compleja a partes iguales, y podríamos estar escribiendo sobre ella varias entradas. No, nos vamos a centrar en el primer juego que sumó el “Solid” al nombre del juego y que dio el salto a las tres dimensiones. Es a su vez el juego posiblemente más recordado de toda la saga por lo que supuso en su día tanto en complejidad de historia, personajes y mecanismo de juego. Hablamos, obviamente, del Metal Gear Solid, aparecido en la primera PlayStation, y cuya versión recibió un curioso remake en la Game Cube unos años después, aunque realmente no llegaba a la calidad del original.

MGS

Nota: aviso a navegantes, esta entrada tiene spoilers del Metal Gear Solid

Metal Gear Solid y el FOXDIE

Como ya hemos comentado, Metal Gear Solid (MGS) fue un punto de inflexión en una saga que ya de por sí tenía un argumento atípicamente complejo para la época. La trama principal se puede resumir en una misión en solitario del protagonista, Solid Snake, para acabar con su anterior unidad de combate, los FOXHOUND, reconvertidos en terroristas, y que planean lanzar un ataque nuclear si no se satisfacen sus demandas. En MGS, además, se suman varios elementos que permiten que la historia gane en profundidad y complejidad gracias a un protagonista tremendamente carismático, una unidad enemiga que le anda a la zaga en interés y cuyos combates han quedado en la retina de millones de jugadores, y varios elementos que enriquecían la trama. Entre estos elementos contamos con el propio Metal Gear, que es una plataforma móvil de lanzamiento de cabezas nucleares; un proyecto de clonación humana para perpetuar al soldado moderno más grande habido y por haber, Big Boss; o la presencia de un retrovirus como arma para acabar con ciertos objetivos pre-establecidos.

Kept you waiting, huh?
Kept you waiting, huh?

De hecho, nosotros vamos a centrarnos en este último, el virus. Denominado FOXDIE, este retrovirus fue creado por el Pentágono para asegurar el éxito de la misión suicida de Solid Snake. Es decir, pensemos un poco. Mandamos a un hombre solo contra toda una unidad de combatientes expertos con el fin de eliminarlos y acabar con la amenaza nuclear. Las probabilidades de éxito son bastante bajas, más teniendo en cuenta que por muy clon que seas de jefazo de jefes, del gran Big Boss, eres solo una persona contra todo un batallón de enemigos. Y además comienzas con tan solo un paquete de cigarros y poco más. Lo tiene crudo, ¿no? Pues el Pentágono, listos ellos, crean un retrovirus que es capaz de reconocer ciertos patrones genéticos y nanomáquinas, por lo que solo afecta a aquellas personas para las que está programado infectar. El objetivo de este virus es, por supuesto, toda la unidad FOXHOUND además del propio Solid Snake. Al fin y al cabo el tío es un poco desertor y se ve que eso no gusta al gobierno americano. La utilidad de Snake es, entonces, como vector del virus, y su finalidad es morir junto con su antigua unidad.

Mecanismo del FOXDIE

Y pasamos un poco ya a la ciencia. Un retrovirus, ¿qué es exactamente eso? Recordando un poco la biología básica y el dogma central de la biología molecular, vemos que nosotros tenemos DNA, que pasa a transcribirse a RNA para luego ser traducido a proteínas. Grosso modo, claro. Bueno, pues un retrovirus es un virus que lleva como material genético RNA y que para hacer su función necesita pasar de RNA a DNA en un proceso inverso a la transcripción, es decir, retrotranscripción. Este proceso hace que ahora tengamos el material genético en forma de DNA, mucho más estable para realizar el copiado masivo de su genoma, transcribirlo, y producir proteínas. Incluso tenemos ahora la posibilidad de integrar este DNA dentro del material genético del hospedador, posibilitando la supervivencia del propio virus a largo plazo.

Ya hemos establecido con qué nos estamos enfrentando, pasemos al mecanismo de acción del FOXDIE. El virus es capaz de identificar ciertas personas gracias su código genético y a la presencia de nanomáquinas en estos individuos. ¿Esto puede ser así? Primero, lo de las nanomáquinas lo descartamos, no creo que haya nadie andando por ahí con máquinas más pequeñas que sus smartphones dentro de ellos. Pero, ¿y por el código genético? Pues bien, uno de los avances significativos en virus durante los últimos años y décadas ha sido precisamente esa, la de hacer que éstos puedan insertar su DNA en lugares específicos de ciertos organismos o células. La terapia vírica, mediante la cual se insertarían virus que contuvieran partes beneficiosas para el organismo, es un tema que ha sido estudiado con un buen énfasis en los últimos años produciéndose grandes avances. Así que podemos decir que somos capaces de hacer que los virus puedan integrarse en ciertos lugares específicos del organismo con una cierta tendencia, aunque lamentablemente no es un mecanismo perfecto. Hay artículos como este [1] donde se comentan algunos avances recientes. Pero, ¿diferenciar entre personas? Aquí, sinceramente, no creo que tengamos aún esta capacidad. No obstante, bajo mi punto de vista creo que algún día sí que podremos llegar a tener ese tipo de tecnología. Así pues, resumiendo este pequeño punto: no, los virus no reconocen nanomáquinas; sí, los virus pueden tender a integrarse en ciertas regiones de nuestro código genético; y no, no creo que puedan diferenciar aún entre personas. ¿En un futuro? Pues oye, puede ser.

Estructura general de un retrovirus.
Estructura general de un retrovirus.

Siguiendo con el mecanismo de acción del FOXDIE, una vez ha sido integrado en una zona específica de una persona en particular, genera una péptido denominado Factor de Necrosis Tumoral de tipo épsilon (TNF-E), que viaja hasta las células del corazón mediante el torrente sanguíneo y produce un infarto en el individuo. Bien, aquí hay otra vez varios aspectos que describir. Ya hemos comentado que el virus se integra en el genoma del hospedador, y realmente ocurre así. Mediante un tipo de enzimas, denominadas integrasas, el virus es capaz de meter su DNA en el del hospedador para generar ciertas proteínas, que en este caso es el TNF. El TNF es un polipéptido de la familia de las citocinas, moléculas propias del sistema inmune que sirven como mensajeros bajo ciertas condiciones como inflamación. Además, tienen una utilidad como mensajeros para apoptosis, que es como se denomina a la muerte celular programada. Ahora bien, ¿épsilon? Bien, realmente hay dos formas principales de TNFs, la alfa y la beta, y que yo sepa no existe esa épsilon que es la que actúa. Así pues, parece que aquí se han inventado un nuevo tipo específico de citocinas que afecta a una cierta familia de células, que en este caso son del miocardio. ¿Es esto posible? Pues sinceramente, puede ser, pero no tengo la certeza suficiente como para afianzarlo. En teoría, estos TNFs de tipo épsilon viajarían por el torrente sanguíneo hasta el corazón, afectando a las células del miocardio y destruyéndolas en el proceso. Eso produciría un tipo de infarto diferente al habitual, pero cuyas consecuencias finales son fatales.

Así pues, la misión final de nuestro soldado Solid Snake no es eliminar a la unidad FOXHOUND por sí mismo sino ser un vector de un virus mortal. Pero mortal solamente para ciertos individuos. Pero claro, ocurre que la biología tiene sus rarezas, y al final el resultado no sale como se habían esperado los del Pentágono. Pero bueno, eso lo dejo para que lo descubráis, porque realmente merece la pena.

PD: como bonus track, para aquellos que han disfrutado de estos juegos, hay una serie de vídeos altamente recomendables sobre su creación en el canal de Scanliner

[1] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2695809/

1 comentario en «La ciencia de los videojuegos – Metal Gear Solid y el FOXDIE»

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